Él las llamaba "plantas de esperanza": El apoyo a la salud mental de las personas en la crisis de Ucrania

A "hope plant" from Kharkiv, lovingly carried by a man and his wife all the way to Hungary as they flee conflict in Ukraine. A remnant of their former life, to them these plants represent hope that life may return to normal one day.

Una "planta de la esperanza" de Járkiv, llevada con cariño por un hombre y su mujer hasta Hungría mientras huyen del conflicto en Ucrania. Un vestigio de su vida anterior, para ellos estas plantas representan la esperanza de que la vida pueda volver a la normalidad algún día.

Foto: IFRC/Ana Blanco

En la ciudad de Zahony, Hungría, en la frontera con Ucrania, un equipo de 20 especialistas en salud de la Cruz Roja Española ha estado trabajando con la IFRC y la Cruz Roja Húngara para atender las necesidades de salud mental y física de las personas que huyen del conflicto en Ucrania. Katie Wilkes, delegada de comunicación de la IFRC para la crisis de Ucrania, informa.

Una simple búsqueda de "Járkiv" en Internet ofrece hoy escenas de cenizas grises cubriendo edificios astillados. Así es como gran parte del mundo ve ahora a Ucrania.

Lejos de esta percepción están los recuerdos de los lugareños de las chimeneas crepitantes y los paseos bajo los árboles, muchos de los cuales están ahora sin vida.

Pero al menos queda un pequeño grupo de verde primaveral: unas pocas plantas en el patio trasero de un residente de Járkiv. Las únicas que han sobrevivido a la lluvia de misiles en un jardín que antes era exuberante y vibrante.

"Él las llamaba plantas de la esperanza", dice Ana Blanco, una de las 20 personas de la Cruz Roja Española que trabajan en Záhony, Hungría.

"Él y su mujer llegaron a la estación de tren de Záhony con dos de ellas, habiendo viajado desde Járkiv. Y todos los días les veía cuidar y enorgullecerse de que se mantuvieran vivas en el alféizar del refugio".

Para este hombre, estas plantas son su símbolo de hogar. Y aunque no sean lo más práctico para llevar en su viaje, Ana entiende que son de vital importancia para su bienestar mental.

Ana Blanco, delegada de emergencias de Cruz Roja Española, se sienta en un centro de salud de Záhony donde ofrece apoyo en salud mental a las personas que huyen del conflicto en Ucrania.

Ana Blanco, delegada de emergencias de Cruz Roja Española, se sienta en un centro de salud de Záhony donde ofrece apoyo en salud mental a las personas que huyen del conflicto en Ucrania.

Foto: IFRC

Tras haber trabajado en emergencias con la IFRC desde 2011, Ana sabe que los supervivientes de desastres y conflictos pueden ser resilientes. Lo ha visto con sus propios ojos mientras prestaba ayuda de emergencia en Puerto Rico tras el huracán María, o apoyando en materia de agua y saneamiento tras el terremoto de Nepal de 2015.

Pero esto no significa que la esperanza siempre florezca por sí sola.

Eso es lo que llevó a Ana desde su casa en Valencia a Záhony: su experiencia le enseñó que apoyar la salud mental de las personas afectadas por desastres o conflictos es tan importante como apoyar su salud física.

Vino con 20 compañeros especialistas en salud de la Cruz Roja Española para trabajar junto a la Cruz Roja Húngara, asegurándose de que sus equipos tengan lo necesario para atender las necesidades inmediatas de salud mental y física de las personas. Y para ayudar a establecer una clínica de salud en Zahony, de modo que también puedan prestar un apoyo eficaz a largo plazo.

Unas personas voluntarias de la Cruz Roja Húngara en la estación de tren de Záhony, en la frontera con Ucrania, ayudan a los niños afectados por el conflicto a jugar y crear arte juntos. Los juegos y el arte les ayudan a expresar sus sentimientos y a disfrutar de un momento de calma mientras sus familias se plantean la posibilidad de seguir adelante.

Unas personas voluntarias de la Cruz Roja Húngara en la estación de tren de Záhony, en la frontera con Ucrania, ayudan a los niños afectados por el conflicto a jugar y crear arte juntos. Los juegos y el arte les ayudan a expresar sus sentimientos y a disfrutar de un momento de calma mientras sus familias se plantean la posibilidad de seguir adelante.

Foto: IFRC/Katie Wilkes

No es la primera vez que Ana apoya a personas refugiadas. En dos ocasiones ha trabajado en campos de Grecia ayudando a los refugiados a expresar sus emociones a través de la terapia artística. Sus ojos se iluminan mientras habla: "Fue extraordinario. Aunque había una gran barrera lingüística, nos basamos en formas universales de comunicación".

Ya sea a través de la creación de arte, o cuidando delicadamente las pequeñas plantas en el alféizar de una ventana, todo el mundo tiene algo que decir, porque todo el mundo tiene algo que sentir. Y estos sentimientos necesitan un lugar donde ir.

"He crecido en una familia que siempre ha ayudado a la gente. Siento que me falta algo cuando veo una crisis y no puedo ir, si no estoy disponible para responder. Es un terremoto dentro de mí", explica Ana.

Es este deseo innato de ayudar a los demás, de ser amable con los demás -compartido por tantos millones de miembros de nuestra familia de la Cruz Roja y la Media Luna Roja- lo que ha motivado a Ana durante su estancia en Hungría. Durante muchas semanas ha trabajado pacientemente para conocer a muchas de las personas que se alojan en Záhony y crear confianza con ellas, ayudándolas a abrirse.

Ana Blanco, de Cruz Roja Española, junto a tres miembros del equipo de la Cruz Roja Húngara que trabajan intensamente en la frontera con Ucrania para apoyar a las personas que huyen del conflicto

Ana Blanco, de Cruz Roja Española, junto a tres miembros del equipo de la Cruz Roja Húngara que trabajan intensamente en la frontera con Ucrania para apoyar a las personas que huyen del conflicto

Foto: IFRC

Hablando de otro hombre que conoció al principio y que se sentaba solo en una litera en un rincón del refugio, Ana dice: "No quería salir cuando lo conocí. Había estado viajando solo, la posibilidad de contactar con un amigo en el extranjero era cada vez más escasa".

"De vez en cuando, le decía: 'espero verte en la estación de tren', 'espero verte pronto para comer'". Y a los pocos días, le vio salir de la oscuridad y salir al exterior, interactuando con ella y los demás.

En su último día en Záhony, Ana se desvive por ayudar a ponerle en contacto con un asistente al otro lado del teléfono. Termina su misión sabiendo que, para millones de personas, su hogar es ahora muy diferente al que tenían antes. Muchos no saben dónde terminarán sus viajes.

Ana sostiene una verdad que muchos socorristas llevan en el corazón: nunca podemos garantizar que alguien esté bien o que todos sobrevivan. Pero hacemos todo lo posible para alimentar las semillas de la esperanza, para que un día las vidas de las personas afectadas por crisis como la de Ucrania puedan volver a florecer plenamente.

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Haga clic aquí para obtener más información sobre el llamamiento de emergencia de la IFRC para Ucrania y los países afectados. Si desea hacer una donación para apoyar nuestra labor de respuesta a esta crisis, haga clic aquí.

También puede visitar nuestra página de salud mental para saber más sobre la labor de la IFRC en materia de salud mental y apoyo psicosocial en todo el mundo.

 

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