Las ramas resecas de los árboles de Yemen ejemplifican el doble impacto mortal de la sequía y las inundaciones repentinas. Se trata de un fenómeno al que se enfrentan cada vez más comunidades a medida que los patrones climáticos se vuelven menos predecibles, mientras que los suelos abrasados por el sol son menos capaces de absorber las lluvias torrenciales.

Estos fenómenos alternantes se suman a casi una década de conflicto, que ha dejado a más de dos tercios de la población del país necesitada de ayuda humanitaria, el 14% de la población está desplazada internamente y más de 16 millones se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria.

En julio de 2022, una prolongada sequía fue seguida de mortales inundaciones repentinas, causadas por fuertes tormentas eléctricas. Más de 31.000 familias perdieron la vida, sus hogares o sus medios de subsistencia.

La Media Luna Roja de Yemen respondió inmediatamente para rescatar a las personas supervivientes y prestar asistencia sanitaria y apoyo psicosocial en 23 centros de salud de la Media Luna Roja.

La botella colocada en el centro de la mesa contiene agua procedente de las catastróficas inundaciones que afectaron a varias provincias de Panamá en noviembre de 2022. Pero podría haber sido tomada de cualquier inundación de los últimos años.  

El agua de las inundaciones es una amenaza múltiple para la vida humana. Incluso pequeñas cantidades transportan residuos humanos sin tratar, contaminantes y toxinas que pueden propagar enfermedades potencialmente mortales. Panamá es muy vulnerable a las inundaciones y los deslizamientos de tierra, y su número e intensidad siguen aumentando a medida que se agrava la crisis climática.

En 2022, los principales ríos de tres provincias se desbordaron tras días de lluvias torrenciales, destruyendo comunidades enteras y contaminando las reservas de agua. El año anterior, las fuertes lluvias causaron graves inundaciones en tres provincias occidentales, destruyendo viviendas, negocios, carreteras y puentes. 

La Cruz Roja Panameña sigue apoyando a las personas que lo perdieron todo en estos desastres climáticos y trabajando para aumentar la resiliencia de las comunidades ante la próxima amenaza climática.

La población de Siria lleva más de una década sufriendo conflictos, desplazamientos y catástrofes. Este frágil ambiente también se ve amenazado por el aumento de las temperaturas, los largos periodos de sequía y la escasez de agua. 

Con una combinación de entornos áridos y semiáridos, sólo el 2% de la masa terrestre total del país está formada por bosques (de los que procede parte de la madera de esta tabla). Pero los bosques no son los únicos ecosistemas amenazados, ya que la temperatura media en Siria ha aumentado 2 °C en los últimos 100 años (aproximadamente el doble que la media mundial). La mayoría de los cultivos son de secano en Siria y la mayor parte de las cosechas de trigo proceden de zonas especialmente propensas a la sequía.  

La Media Luna Roja Árabe Siria trabaja para reducir el riesgo de desastres y empoderar a las comunidades más expuestas, mediante programas que ponen en marcha nuevos medios de subsistencia y promueven prácticas seguras en materia de agua, salud y saneamiento, entre otras muchas acciones.

Las personas que se reúnan alrededor de la mesa se darán cuenta de que falta una sección. No se trata de una omisión. Esta sección que falta representa las numerosas catástrofes relacionadas con el clima que no están representadas por un objeto o fragmento específico en la tabla. Consideremos el caso de Fiyi - y otros pequeños estados insulares en desarrollo.

Aunque estas islas no tienen un artefacto incorporado en la tabla, han sufrido gravemente la intensificación de fenómenos meteorológicos como ciclones, inundaciones, calor extremo y aumento del nivel del mar. De hecho, Fiyi y otras islas del Pacífico se encuentran bajo una amenaza existencial. Si no se toman medidas urgentes para frenar la crisis climática, podrían dejar de existir por completo.

La Cruz Roja y la Media Luna Roja trabajan cada día para ayudar a las comunidades a reducir los riesgos de desastres climáticos y para mantener a las personas seguras y sanas. Sólo una acción internacional concertada puede frenar la marea que amenaza con destruir a las comunidades que se enfrentan a amenazas existenciales debido a la crisis climática.