Perú

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| Nota de prensa

Declaración relativa a la suspensión de la Cruz Roja Peruana en calidad de miembro de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

Ginebra (Suiza), 12 de agosto de 2022 – La Junta de Gobierno de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional) aprobó por votación la suspensión de la Cruz Roja Peruana en calidad de miembro de la organización. Esta decisión extraordinaria entra en vigor hoy, luego de que la Cruz Roja Peruana incumpliera con las medidas necesarias a fin de remover de su cargo de poder al presidente de la Sociedad Nacional y resolver su crisis institucional. Esta suspensión se impone tras una investigación de varios meses sobre la Cruz Roja Peruana. El Comité de Cumplimiento y Mediación de la Federación Internacional llevó a cabo una amplia investigación de las acusaciones y aportó informes detallados en los que se confirmó diferentes instancias de abuso de poder por parte del presidente de la Cruz Roja Peruana. Ese comité recomendó un proceso de mediación y la remoción del presidente de su cargo, sin que ninguna de estas medidas fuera adoptada. La decisión conlleva asimismo la sanción del actual presidente de la Cruz Roja Peruana con la inelegibilidad para asumir cualquier cargo de gobierno en la Federación Internacional. La transparencia y la integridad son elementos imprescindibles en el cumplimiento del cometido de las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Así, la Federación Internacional, la red humanitaria más extensa del mundo, cuenta con protocolos establecidos para sancionar a las personas y a las Sociedades Nacionales que no acaten sus principios. Aunque las medidas de esta índole son excepcionales, en última instancia consolidan el cometido de la organización. Al anunciar la decisión, el señor Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional, señaló: “La suspensión de una Sociedad Nacional en calidad de miembro no es una decisión que tomamos a la ligera. Tras intensos esfuerzos de mediación — y una investigación que determinó el uso indebido de poder por parte del presidente de la Cruz Roja Peruana — no hemos tenido otra opción. Nos incumbe velar por que los órganos de gobierno de la Cruz Roja Peruana adopten las medidas necesarias para su reedificación”. “Cabe destacar que la Federación Internacional mantiene firme su sentido de compromiso para con la población de Perú y velará por que esta decisión no ponga en entredicho el apoyo que aporta la Cruz Roja a las comunidades necesitadas en el país”. “Los voluntarios y las voluntarias de la Cruz Roja Peruana trabajan infatigablemente para prestar asistencia a las comunidades en la preparación para crisis y la reacción ante estas. Si bien sus actividades de vital importancia se han visto obstaculizadas por estas dificultades administrativas, la Federación Internacional confía en que esta decisión les permitirá seguir adelante en el cumplimiento de nuestro cometido”. La Federación Internacional ayudará en la elaboración de un plan de transición para garantizar que los servicios a las comunidades vulnerables no se vean afectados. La Federación Internacional ha recomendado a la Cruz Roja Peruana el establecimiento de un plan de acción destinado a abordar la crisis institucional, que abarca los siguientes elementos: inicio de un proceso transparente de contratación de una persona que ocupe la dirección ejecutiva, en consonancia con los estatutos y el reglamento interno de la Cruz Roja Peruana; celebración de elecciones a nivel de las seccionales o filiales de manera oportuna; revisión de los estatutos de la Cruz Roja Peruana mediante un proceso inclusivo, en consulta con las seccionales o filiales y los miembros de la junta de gobierno de la Sociedad Nacional; una vez aprobados los estatutos revisados de la Cruz Roja Peruana, celebración de elecciones a nivel nacional de manera oportuna y según acuerdo entre la Sociedad Nacional y la Federación Internacional; establecimiento de un plan de acción para abordar las recomendaciones del informe de auditoría correspondiente a los años 2017 a 2019. La Federación Internacional levantará la suspensión si y cuando la Cruz Roja Peruana hubiera tomado las medidas necesarias para dar cumplimiento a las recomendaciones y hubiera emprendido la aplicación del plan de acción con miras al restablecimiento de su integridad. La Federación Internacional permanece determinada en el apoyo para favorecer el restablecimiento de una Cruz Roja Peruana eficiente, dinámica y viable, y alienta a los voluntarios, voluntarias y miembros de esta a que sigan su comprometidos en el empeño de renovación de su Sociedad Nacional. Responsables de comunicación En América: Susana Arroyo Barrantes – jefa de Comunicación, América ([email protected]). En Ginebra: Jenelle Eli – jefa de Relaciones con los Medios de Comunicación ([email protected]).

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Mujeres resistiendo en medio de la pandemia

by Melissa Monzon/IFRCZurich, Roselbis y Mariluz son tres mujeres que hoy viven en Lima, Perú, muy lejos de su natal Venezuela. Ellas emprendieron un viaje hace algunos años en búsqueda de mejores oportunidades, tanto para ellas, como para sus familias.Zurich“He sido luchadora desde Venezuela, y en el Perú me considero todavía aún luchadora, guerrera. No tengo depender de alguien para que mis hijas avancen, sino que dependo de mí misma, siempre pidiéndole a Dios que me dé fuerza, salud y muchas ganas para seguir adelante.”, nos comenta Zurich, quien vive en Perú desde hace poco más de tres años.Zurich es madre soltera, ella es el sostén de sus dos hijas de 15 y 17 años “Asumí el rol de madre soltera hace once años y me dediqué a trabajar para el bienestar de mis hijas, y hacia ellas me enfoco, me dedico. Todo mi esfuerzo, todo mi sacrificio ha sido por ellas, y realmente no me quiebro, no quiero desistir, quiero salir adelante, quiero sacar a mis hijas adelante, que estudien, que tengan un buen futuro.”, comenta.Cuando llegó a Lima ella no conocía a nadie, pero por la experiencia que había tenido como comerciante en Venezuela, ella sabía que debía tocar varias puertas y que alguna se le abriría. “He tenido bastantes obstáculos, pero con mi mente positiva siempre ‘Hoy no consigo, mañana sí´, no me quedo estancada de que no voy a buscar o que me van a rechazar, eso es como en todas partes, hay que tocar las puertas, no en todas te van a decir lo mismo.”; es así que consiguió un empleo como mesera en un restaurante a los cuatro días de llegar a Lima.Sin embargo, los riesgos siempre están presentes “Estaba en un restaurante trabajando y se me acercó un señor, me preguntó mi nacionalidad y me ofreció dinero a cambio de que me fuera con él; pero yo me hice valer como mujer, y por mi valentía de hacerme respetar, perdí mi trabajo. Cuando me despidieron, me fui a la casa, reposé, descansé y al otro día seguí buscando empleo, y volví a encontrar en otro restaurante. Yo no me paro, sino que, si pierdo uno, busco otro, y así estoy; si se cierra una puerta, toco otra”.Zurich es hoy trabajadora del hogar, realizando las labores de limpieza, cocina, entre otros. Ella, al igual que muchas mujeres, ha sentido los efectos de la pandemia por COVID-19. “Yo trabajo en la modalidad cama adentro, en casa de familia, y cuando empezó la pandemia yo estaba en casa de familia. Me dijeron que tenía que hacer cuarentena con ellos, por lo que estaba presentando en Perú, por la emergencia. Eso me afectó un poco emocionalmente, porque no podía salir para ver a mis hijas y a mi mamá. Pero seguí trabajando, con el entusiasmo, porque también soy el sustento de mi familia, tengo que trabajar aquí por ellos.”. Luego de quedar sin trabajo porque tuvo que salir porque su madre enfermó, Zurich encontró trabajo con otra familia, donde estuvo laborando hasta diciembre del año pasado, donde también tuvo que quedarse sin posibilidad de ver a su familia por cuatro meses “Con pandemia no podía ver a mis hijas, solo las veía por videollamada, no las podía ver físicamente, no las podía tener, pero era o el estar sin empleo pero en casa, o estar fuera de casa pero con un empleo, y me tocó pues.”Zurich forma parte de la agencia Nanas y Amas “Me gusta porque la agencia te da prioridad a ti como mujer, como persona, sin importar tu nacionalidad. Lo importante es que tú trabajes y te desempeñes bien, que demuestres que eres el tipo de mujer que es luchadora y trabajadora. Nos indican que no debemos aceptar humillaciones, si no nos sentimos bien en una casa, llamamos a la agencia y la agencia nos manda retirar, buscan el bienestar para nosotras, para que nosotras estemos bien”.Actualmente Zurich se encuentra sin trabajo, pero con la esperanza de que todo va a mejorar. Después de tres años de estar en Lima, ella menciona estar enamorada de esta ciudad “Realmente Perú me parece que es uno de los mejores países, y estoy enamorada de Lima totalmente. Me gusta su comida, la cocino toda. Aunque también hay de todo, hay personas que sí me vienen de malas vibras, con xenofobia, pero yo simplemente, esa parte no lo tomo en cuenta, y me enfoco a lo que yo quiero, en lo positivo, en lo bueno, para allá es que voy. A mí me parece Perú muy bueno.”RoselbisRoselbis es oriunda de la Isla de Margarita, Venezuela, y llegó a Perú en el 2017. Ella y su esposo eligieron Perú como país de destino, pues tenían familiares peruanos. Roselbis se graduó en el 2012 como médico cirujano en Venezuela, y ejerció su profesión hasta que salió de su país.“Fue realmente difícil dejar Venezuela, fue despedirme de mi familia, despedirme de mi hogar, y también el temor que sentía de llegar a un nuevo país y no saber cómo me iba a ir. No sabía si iba a poder ejercer mi profesión. Eran muchos temores, muchos miedos que se desencadenaban en ese momento. Y aunque la adaptación fue un proceso largo, no fue difícil. Siento que mi adaptación fue rápida por decirlo así.”, nos comenta.Ejercer su profesión fue un poco más complejo, no solo tenía que cumplir los requisitos del país, como la colegiatura y la homologación de su título, sino que encontrar trabajo en su rubro le fue difícil “Me costó mucho, recuerdo que me postulé muchísimas veces, creo que perdí la cuenta de cuantas veces me postulé y fue un poco difícil la búsqueda de trabajo realmente”.En el 2019, comienza a apoyar en las jornadas de salud que brindaba la Cruz Roja Peruana en diferentes puntos de la ciudad de Lima, jornadas dirigidas a población migrante y población local en situación de vulnerabilidad. En febrero del 2020 empieza su labor como doctora del Puesto de Atención en Salud; sin embargo, dos semanas después, se decretó en el Perú el estado de emergencia e inmovilización social por la pandemia por COVID-19, por lo que el puesto tuvo que cerrar. “Recuerdo que nuevamente llegaron los temores y los miedos a mí, porque recién había empezado en este trabajo, y no sabía si lo iba a perder. Felizmente las cosas no fueron así, pasé al trabajo remoto, dejé mi consultorio, y pasé a brindar orientaciones médicas a las personas que lo necesitaban por medio del WhatsApp. Luego, iniciamos las atenciones en los albergues, las cuales aún brindamos.”.En setiembre del 2020 Roselbis regresó a brindar atenciones presenciales ante la reapertura del Puesto de Atención en Salud, desde ahí, ella atiende a personas migrantes, personas que en su mayoría migraron de Venezuela a Perú, como ella. “Realmente me siento bien al brindar este apoyo, porque yo también soy migrante, y atender a mis compatriotas me llena de alegría porque sé las necesidades que tienen estas personas, sé de las dificultades que se les presentan para tener una consulta en salud. Ellos me dicen a veces “Doctora, qué bueno que usted es venezolana, porque me siento en confianza, entiendo sus términos”, y eso también me gusta bastante, que mis pacientes se sientan en confianza conmigo.”Respecto a qué les diría a otras mujeres que, como ella, vienen brindando servicios de salud, Roselbis comenta “Que continuemos en la lucha. Estamos en medio de una pandemia y no debemos caer. Si estudiamos para ser médicos, para brindar atenciones de salud, y nos ha tocado vivir esta pandemia, hay que seguir al pie de la lucha, seguir con esta bonita carrera que decidimos algún día empezar”.Mariluz Mariluz nació en el estado de Anzoátegui, Venezuela; ella es técnica en seguridad industrial, y durante 15 años ejerció su profesión en Venezuela en la industria petrolera; hoy, en Lima, Perú, se dedica a la limpieza de casas y oficinas.“La razón por la cual salimos fue por la salud de mi niño menor, él tiene una condición desde que nació, sufre de broncoespasmos. Como llegó un momento en que no tuvimos acceso a los medicamentos y que casi le da un paro respiratorio, con mi esposo tomamos la decisión de irnos. Y es así como tuvimos que sacrificar todo lo que habíamos construido durante quince años, de vender todos nuestros bienes, todo por mejorar la calidad de vida sobre todo de nuestros niños. Porque cuando todavía tienes voluntad, coraje, sabes que tienes la fuerza para salir adelante, y no ver atrás; igual siempre uno tiene temor de empezar de cero al inicio, esa incertidumbre de llegar a un país desconocido; pero una vez que llegas y ves la acogida, esa hermandad que hay dentro de toda esta situación, una piensa ‘Tomémoslo con calma, que sí lo vamos a lograr´”, de esta manera, Mariluz resalta el apoyo que ha tenido desde que llegó a Perú, donde nos indica ha hecho buenas amistades, quienes les han tendido una mano.Cuando llegó a Perú, el dueño del edificio, quien tenía una lavandería le ofreció trabajo, ahí laboró durante tres meses. “Cuando el dueño me pregunta si sabía hacer una cosa, yo le contesté ‘No lo sé, pero tengo la voluntad de aprender´”, y con eso se proyectaron para obtener lo necesario para subsistir. Paralelamente, Mariluz arregló su situación migratoria para poder trabajar.Cuando llega la pandemia, ella nos comenta que su esposo perdió el trabajo, y por ello sintió temor por toda la incertidumbre que existía, tanto en el tema de salud, como en su situación laboral. Gracias a las amistades que fue cultivando en su tiempo en Lima, consigue trabajar brindando asesorías en seguridad industrial, este trabajo le permitió mantener a su familia durante el tiempo que su esposo estuvo desempleado. Sin embargo, el ingreso le alcanzaba para cubrir la alimentación, más no el alquiler de su habitación “Tuvimos la gran ventaja de que el arrendatario es un señor muy cordial y muy comprensivo, y pudimos llegar a acuerdos con él en cuanto al pago”.Mariluz forma parte de Loop, iniciativa que busca vincular a las mujeres venezolanas en condición vulnerable con oportunidades de empleo aprobadas que garanticen una remuneración justa, seguridad y la oportunidad para decidir sus propios términos de empleo. Ella indica que esto le ha permitido empoderarse de su tiempo, ya que como tiene dos niños pequeños, no los puede dejar tantas horas solos. “Realizando estas labores de limpieza y desinfección de casas y oficinas puedo elegir los días que voy a trabajar y programar mi semana. Adicionalmente a esto me gusta hacer postres, hago mis tortitas. Antes cuando no estaba todo tan cerrado (por la pandemia), yo salía a la calle a vender mis postres por porciones”.Cuando reflexiona sobre ser mujer y migrante, ella nos dice “Para mí, la mujer migrante es una mujer luchadora, una mujer aguerrida, es una mujer que sale a luchar, sin distinción de nacionalidad, porque aquí no se trata de nacionalidad, se trata del amor que tienes a tu familia y del compromiso que tienes, así definiría a la mujer en este tiempo.”“Nuestro lema es que siempre hay que ver qué oportunidades hay. Se pueden presentar inconvenientes, pero luego viene la oportunidad. Yo pienso que es ese positivismo que uno mantiene día a día que te permite estar aprovechar las oportunidades.”

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Migrantes en medio de una pandemia

Por Melissa Monzón LuisLuis nació en Caracas, Venezuela. Hace dos años decidió salir de su país, buscando una mejor calidad de vida. Emprendió su viaje por carretera, pues no contaba con los documentos suficientes para poder viajar por avión. “Cuando llegué a Cúcuta me encontré con la Cruz Roja, me dieron un kit con ayuda para el camino, porque el viaje era bastante largo, yo iba hasta Medellín”. Una vez en Medellín trabajó ocho meses, para luego emprender su camino hacia Lima. El camino no fue lo que esperaba, una vez en Ecuador se encontró con una serie de protestas y al no poder continuar su camino, se quedó dos días en el terminal esperando a poder tomar el bus para continuar. “Al llegar a Guayaquil me encontré una vez más con una carpa de la Cruz Roja, nos ayudaron a todos, nos dieron un kit con alimentos, cosas de uso personal y medicinas”, comenta Luis. Luego siguió su ruta hasta llegar a Lima.Una vez en Lima, una amiga le ofreció trabajo vendiendo comida. “Trabajé arduamente todos los días, tuvimos varios inconvenientes, pero seguimos, trabajamos en un horario agotador”. Sin embargo, por la pandemia, ya no pudo continuar trabajando. “Como trabajaba en las calles, con el COVID-19 ya no podíamos trabajar. Nos golpeó bastante duro, porque ese era nuestro único ingreso”.Luis cuenta con una bicicleta, y ahora que Perú está abriendo algunas actividades económicas, él ya está buscando trabajo, ofreciendo su servicio de entregas a domicilio. “Como soy migrante, no cuento con subsidio por parte del gobierno. Por eso, todos los días voy a los mercados, buscando arduamente un trabajo, espero conseguir pronto”, nos cuenta Luis.YudiHace un año y siete meses Yudi vino al Perú con su familia, desde Venezuela, buscando una mejor calidad de vida. Para poder realizar el viaje, vendieron todo lo que tenían. Perú era su destino desde el inicio, pues escucharon que estaban entregando el permiso temporal de permanencia, con el cual podían trabajar, y ganarse la vida de manera legal y honesta, según nos comenta.“Mi hija sufre de epilepsia, esto también nos hizo tomar la decisión de migrar. Necesitábamos ir a un lugar, a un país donde le pudieran ofrecer atención médica y conseguir las medicinas que ella tanto necesita”.Antes de que Yudi viajara, ya habían llegado su hermano y sus sobrinos. Luego de que probaron que se sentían bien aquí, Yudi viajó con su hermana, sus dos hijos y sus dos perritos, quienes también son parte de la familia.Una vez en Lima, Yudi trabajó como tutora de cursos en línea hasta noviembre del 2019. Por la pandemia, su hermana y su hijo también quedaron sin trabajo; sus sobrinos, quienes tenían un negocio de comida, tuvieron que cerrarlo. “La situación es bastante incierta, no sabemos qué va a pasar, qué va a ocurrir”, comenta Yudi. Jesús Jesús vino desde Venezuela hacia Perú hace cuatro años. Su viaje fue por tierra, pues no contaba con recursos para venir en avión. Primero pasó por Ecuador, donde se quedó dos meses, para luego llegar al Perú en el 2016. “Cuando llegó todo me parecía bonito, aunque no conocía muchas cosas, me sentía desubicado, tenía solo veinte años. Viví en una habitación y compartía un baño con dieciséis personas. Trabajé de mesero en un restaurante; hasta el día de hoy estoy muy agradecido con esas personas porque yo no contaba con los documentos en ese momento, y siempre me trataron bien”, nos cuenta Jesús, quien hoy ya conoce la ciudad, tiene amigos y compañeros peruanos, y nos comenta que gracias a ellos ha podido conocer más la cultura del país.Con el tiempo se mudó a un departamento, y pasó de mesero a ser administrador de un restaurante. “Conocí a personas muy agradables, espectaculares, me dieron mucho apoyo, aprendí muchas cosas, porque cuando salí de Venezuela era un estudiante, no tenía experiencia laboral”.Por la pandemia Jesús se quedó sin trabajo, ya que el restaurante donde trabajaba decidió cambiar de rubro. “Me quedé sin trabajo, era alarmante porque yo vivía solo. Estaba preocupado, felizmente tuve contacto con unos amigos que decidieron mudarse conmigo.”Jesús nos cuenta que otra gran preocupación de no generar ingresos, era no poder enviarles dinero a su papá y a su mamá que viven en Venezuela, y es que él, como muchos migrantes, es fuente de ingreso para sus familias, quienes se quedaron en su país.“Trato de ver las cosas positivas a todo. Cuando empezó la cuarentena traté de organizarme un poco más, vendí algunas cositas, y también me distraía, traté de hacer mucho ejercicio, de orar mucho, de ver noticias y de comunicarme con mis familiares en Venezuela.”Pedro* Pedro salió de Venezuela hacia Colombia hace un año y medio en busca de trabajo, mientras que su esposa, María, viajó a Perú. Luego de dos meses se encontraron en este último país. Una vez en Perú Pedro trabajó en un restaurante “Me costó bastante porque nunca había trabajado en la cocina, pero di mi mejor empeño, además mi esposa en ese momento estaba embarazada. Busqué hacer lo mejor posible, hasta que quedé fijo en mi trabajo. Fui trabajando mucho, obteniendo cada una de las cosas que hoy tengo en mi hogar, y ayudando a mi familia en Venezuela, donde tengo a dos hijos. Luchando cada día por el bienestar de mi familia”, comenta Pedro.En el contexto de pandemia Pedro se quedó sin trabajo. En uno de los exámenes que le hacen a su esposa por el embarazo, le hacen a él una prueba de VIH, dando como resultado positivo. “He estado contento con el trato que me han dado, he recibido una excelente atención e información. Estoy contento con el hospital, con su gente, con la ayuda acá en el Perú, nos han ayudado bastante. Me han dado las pastillas, información, todo sin falta.”Pese a su grado de vulnerabilidad, Pedro ha salido a trabajar a la calle, pues es el sustento de su familia aquí y en Venezuela. “He salido pero teniendo todos los cuidados, con mi tapaboca y mi alcohol gel. Necesito salir a trabajar, sobre todo por la pequeña que necesita alimento”.“Agradezco hoy estar en Perú y continúo con muchas ganas de seguir trabajando y luchando por mi familia, y por los que más queremos, ayudar a mis hijos en Venezuela, y nosotros estar aquí hasta que Dios lo permita, y poder volver a nuestra tierra y disfrutar de los nuestros.”, concluye Pedro.---------------------Luis, Yudi, Jesús y Pedro son algunas de las personas que forman parte del Programa de Transferencia Monetaria implementado en el Perú por la Cruz Roja, con el apoyo de la Unión Europea. Este programa está dirigido a familias en condición de vulnerabilidad, quienes se han quedado sin sustento económico a causa de la pandemia. Como parte del programa las familias reciben una tarjeta con un monto económico para cubrir sus necesidades básicas.En los testimonios recogidos, las familias nos han compartido que el programa les ha permitido cubrir gastos principalmente de alojamiento, alimentación y salud.*Este nombre fue cambiado para proteger a la persona que amablemente nos brindó su testimonio.

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Perú: “Ser enfermero me permite compartir, conversar y conocer las necesidades de los migrantes”

Por Melissa Monzón Andrés Yares es voluntario de la Cruz Roja Peruana desde hace diecisiete años, y desde el 2019 viene apoyando como enfermero en las actividades en salud dirigida hacia la población migrante. “El 2019 empecé a trabajar en este proyecto, apoyando a las jornadas comunitarias de salud. Visitábamos muchos distritos en la periferia de Lima, donde no solo había migrantes, sino también población local con muchísima necesidad, y dábamos atención a todos”, comenta Andrés. “Para mí es importante trabajar con migrantes porque son personas que además de no estar en su país, tienen muchas necesidades sin cubrir. Muchos de ellos no tienen acceso a atenciones en salud o han tenido que dejar sus tratamientos porque una cita médica les era muy costosa.” Por la pandemia del COVID-19 el Perú mantiene sus fronteras cerradas desde el 16 de marzo hasta la fecha. Cientos de migrantes que se encontraban en ruta, no han podido salir del país. Asimismo, muchos de ellos que ya están establecidos en el país se han quedado sin fuentes de ingreso, por lo que no pueden pagar costos como el alquiler de viviendas. Un gran porcentaje de estos migrantes no tiene acceso al sistema de salud del estado peruano, y ante una situación como la del COVID-19, quedan desprotegidos incrementando los riesgos a su salud Por ello desde el 03 de abril, la Cruz Roja viene brindando atención en salud en diferentes albergues de diversos distritos de Lima, capital del Perú, que alberga aproximadamente al 80% de migrantes venezolanos que se encuentran en el país. Desde el mes de marzo las jornadas de salud comunitarias tuvieron que tomar un giro, ya que el país entró en cuarentena por más de tres meses. Por lo que Andrés, junto con el equipo del proyecto empezaron a visitar diferentes albergues donde se encontraban migrantes y solicitantes de refugio de diversas nacionalidades. “Algo que resalto mucho del trabajo, más allá de la atención médica, es el compartir, conversar con ellos, sobre sus necesidades, sus preocupaciones, y entender la manera cómo ven las cosas y también sus costumbres. En mi trabajo hablo con muchas personas, y esto me ha marcado mucho. En los albergues hemos atendido a personas de diferentes países como Venezuela, Haití, Nigeria. Es increíble ver cómo, si se desea, te puedes comunicar con el otro, conocerlo. Con las personas que no hablaban español nos comunicábamos por señas, o con la traducción del celular. Así podías hacerles sentir el calor humano, y ellos estaban muy agradecidos”, relata Andrés quien hoy trabaja dando información sobre el COVID-19 a través de la línea de WhatsApp que la Cruz Roja ha implementado en el Perú. Desde abril hasta la fecha la Cruz Roja, con el apoyo de la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha brindado más de 500 atenciones en salud en albergues ubicados en seis distritos de Lima, Perú, así como charlas en salud, con énfasis en medidas de prevención frente al COVID-19.

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Valorar más allá de lo material, valorar a quien tienes al lado

De profesión, Dora es docente de nivel inicial, y William informático a nivel técnico. Ambos se conocieron hace treinta y dos años en su querida Venezuela. Fueron amigos durante mucho tiempo, antes de convertirse en compañeros de vida, como les gusta llamarse. Tienen ya dos años de relación, el mismo tiempo que llevan viviendo en Lima, la capital del Perú. Hace dos años decidieron migrar hacia este país, en búsqueda de una mejor calidad de vida y para juntos, emprender proyectos que tienen planeados a largo plazo.“Salimos de Barquisimeto, estado Lara, y nos trasladamos hasta Táchira, para poder cruzar el puente Simón Bolívar. Luego del proceso de registro, que fue cinco horas aproximadamente, ingresamos a Colombia. De ahí tomamos un bus desde Cúcuta a Rumichaca. En Ecuador tomamos una minivan para Quitumbes, ahí el cambio de clima fue fuerte, mucho frío. De ahí nos tomó doce horas para llegar a la frontera con Perú, y entrar por el CEBAF en Tumbes. Ya ahí tomamos un bus a Lima”. Así nos relatan el trayecto de seis días que tuvieron que emprender por tierra para poder llegar hasta su lugar de destino. En este trayecto fueron víctimas de robo tres veces. Es así como llegaron a Lima sin dinero, sin teléfono, y sin manera de comunicarse con sus familias en el trayecto.Cuando salieron a buscar empleo, conocieron a los dueños del edificio donde ahora viven, quienes al inicio les dieron la oportunidad de quedarse en un pequeño local en el sótano, sin cobrarles nada en ese periodo. Ellos consideran que, gracias a estas personas y a su generosa ayuda, tuvieron la oportunidad para emprender, y para poder costear el alquiler y los gastos y servicios básicos del departamento que ocupan hoy.“La primera odisea de empleo no fue nada fácil, la vida del migrante es bastante dura en cualquier país” nos comenta William. En estos dos años, entre él y Dora han tenido varios trabajos, siempre temporales, y también periodos de desempleo. El primer trabajo de Dora fue en una zapatería en un mercado, y el de William en un restaurante donde hacía todas las labores, y donde pasaba casi todo el día “El horario era bastante fuerte. Yo salía de aquí a las 9 de la mañana y regresaba 2 o 3 de la mañana del día siguiente”, relata.Tanto para Dora como para William los meses de enero a marzo, son los más difíciles, pues es donde usualmente falta el trabajo, y porque muchos de los contratos son hasta el mes de diciembre. El año pasado decidieron hacer diferentes cosas para generar ingresos en esta época, y juntos se pusieron a trabajar con manualidades, y también con repostería. “También hicimos sopa, pero esta no la vendimos, se la llevamos a los vecinos para que prueben nuestra comida”, cuenta Dora. Luego, juntos, trabajaron en un colegio haciendo la renovación del mobiliario del área de educación inicial. Lograron terminar este trabajo con mucho esfuerzo, y entregarlo a tiempo antes del inicio de clases, las cuales fueron suspendidas tres semanas después, debido al COVID-19.Dora y William llevan más de dos meses acatando el aislamiento obligatorio que decretó el gobierno peruano como una medida de respuesta a la emergencia por COVID-19. “La cuarentena no ha sido fácil a nivel económico porque no producimos, no tenemos un ingreso; pero a nivel de convivencia, ha sido muy grato, porque desde que llegamos al país lo único que hemos hecho ha sido trabajar todo el tiempo. Aquí las jornadas son de más de ocho horas, más el tiempo de traslado que toma llegar a tu trabajo, estás todo el día en la calle. Ahora, este tiempo de aislamiento nos ha ayudado a compenetrarnos como pareja, y también nos ha ayudado a valorar a la persona que tienes al lado antes de lo material, y a colaborar dentro de tus posibilidades con los que están en tu entorno”, reflexiona Dora. También nos comenta que este tiempo les está sirviendo para prepararse en diferentes cosas, y se han abocado a seguir cuantos cursos, talleres, y conferencias encuentren a su paso.Pero no generar ingresos, incrementaba la presión y preocupación por el mañana. “La ayuda de la Cruz Roja nos llegó caída del cielo, porque ese día se nos terminaba la comida, teníamos una semana a pan y agua, y esto ha sido una bendición. Si no hubiese sido por esa ayuda, imagínese cómo estuviésemos ahorita”, agrega Dora.Dora y William forman parte del programa de transferencia monetaria de la Cruz Roja, implementada con apoyo de la Unión Europea. Este programa entrega una tarjeta a familias vulnerables, para que puedan gastar en lo que más necesiten en estos momentos.“El mismo día que nos entregan la tarjeta, una vecina que tiene una bebé pequeña se quedó sin leche, sin nada, y bueno, así también pudimos tenderle una mano, ayudarla.”, nos dice Dora, mostrando ser un ejemplo de solidaridad aún en tiempos de emergencia.

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“No solo aliviamos con medicamentos, sino también con saber escucharlos”

“La medicina ha sido mi pasión desde que estaba en el colegio” comenta Damarys Solano vía telefónica, mientras se alista para salir. Hoy irá a prestar atención médica a un albergue en la ciudad de Tumbes, donde varios migrantes se encuentran cumpliendo con el aislamiento obligatorio que se ha dispuesto en Perú debido a la emergencia por COVID-19.Damarys nació en Tumbes, una ciudad al norte del Perú, que comparte frontera con Ecuador, y desde temprana edad se dio cuenta de que había muchas personas que tenían limitaciones para acceder a los servicios de salud, y quería hacer algo por ayudarlos, es así que decidió estudiar medicina. Cursó sus estudios universitarios en Cuba, y estando en la universidad formó parte de la Brigada Estudiantil de Salud, para ayudar a las personas que no tenían un acceso fácil al sistema de salud. Y esa pasión la sigue acompañando el día de hoy.La Dra. Solano trabaja en Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) desde setiembre del 2018, en el Puesto de Atención de la Cruz Roja en el Centro Binacional de Atención en Frontera – CEBAF, en la frontera con Ecuador, colocado en respuesta al incremento en el número de migrantes que ingresaban al país.“La necesidad de los migrantes cada vez era mayor, tenía que pensar a diario en que métodos usar para no solo aliviar con medicamentos sus dolencias, sino también emocionalmente, porque a veces con solo escucharlos se quitaban sus dolencias. Para ellos, viajar como caminantes era muy fuerte, pero han sido valientes”, comenta la Dra. Solano, para quien prestar ayuda a quien lo necesite, sin importar nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político, es uno de los principios de su trabajo, principio que comparte con IFRC y que fue una de las cosas por la que decidió trabajar aquí.Ella recuerda de manera agridulce las diferentes personas que ha visto pasar por el CEBAF, como pacientes adultos mayores que habían realizado su recorrido a pie con la esperanza de encontrarse con su familia en el Perú, o a madres que viajaban solas y que habían tenido a sus bebés poco antes, en alguno de los países de tránsito. “El principio de humanidad de la IFRC es algo que uno vive y aplica en el día a día de su trabajo, con sus pacientes, eso marca una gran diferencia.”, agrega Damarys.El contexto migratorio fue cambiando con el tiempo, si bien seguían pasando migrantes por el CEBAF, cada vez se incrementaba el número de personas que se quedaban en la ciudad. El puesto de atención en el CEBAF no era suficiente para poder atender las necesidades de salud de la población vulnerable, y es así como se empezaron a implementar las Jornadas de Salud Comunitarias. Damarys recuerda con gran satisfacción la gran participación que se tuvo por parte de la población, tanto migrante como local, en estas jornadas, que llevaron atención médica a más de 650 pacientes.Hoy, en el contexto del COVID-19, muchos de los migrantes que se encontraban a la espera de una respuesta en el CEBAF han sido trasladados a albergues. Eso no significa que Damarys descanse; ella, junto con el resto del equipo del Puesto de Atención, continúan trabajando, visitando los albergues, brindando atención en salud y tratamiento, asegurándose de que estén bien, y vigilando y monitoreando su situación.“Siento que toda esta experiencia ha reforzado mi sentimiento por la medicina, ya que a veces crees que te sientas en un escritorio a brindar recetas a quienes manifiesten dolencias y no es así; es aliviar con el arte de curar a quienes necesitan de nosotros. A valorar la vida, darles esperanza de que no todo está perdido.”, concluye Damarys.

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Cambiando las consultas médicas personales a virtuales

Es un día normal de fin de semana. Mientras muchas personas descansan, la Doctora Roselbis Gonzáles se despierta, prepara el desayuno para su pequeña de 5 años y para su esposo, toma su botella de agua y se sienta en el escritorio de la sala. Allí, abre su computador y se conecta a la Línea de Apoyo de WhatsApp donde responde preguntas y calma la ansiedad de muchas personas que están llenas de inquietudes y dudas debido a la crisis por la pandemia de COVID-19. La Línea de Apoyo de WhatsApp es una iniciativa de la Federación Internacional de Cruz Roja (FICR) que se desarrolla en Perú.Roselbis es parte del equipo de doctoras y comunicadoras que atiende consultas virtualmente a través de WhatsApp. La línea recibe diariamente preguntas sobre COVID-19, sus síntomas, medidas de prevención y orientación general para tratar la enfermedad. Durante los dos primeros meses de labor, la plataforma ha enviado más de 19.600 mensajes a 874 usuarios resolviendo preguntas, temores y clarificando rumores sobre COVID-19.Para Roselbis, cambiar la consulta persona a persona, por una atención virtual se convirtió en un desafío, “al inicio dudaba un poco, pero al final me ha gustado porque siento que ayudo despejado dudas y orientando a la población, en especial a personas migrantes”. La empatía que la doctora Gonzáles siente se debe a que ella también es una persona migrante.Roselbis nació en Venezuela, país que tuvo que dejar hace tres años “debido a la crisis económica, social y política que está pasando”, para migrar hacia Perú. Su vocación de ayuda surgió cuando cursaba la etapa secundaria del colegio. “Estudiaba en un colegio público y muchos de mis compañeritos pasaban hambre, siempre les compartía mi desayuno”, recuerda. Esa motivación de ayudar a los demás la llevó a estudiar medicina y, aunque los primeros años de la carrera fueron muy duros, no se desanimó.Hoy, con 8 años ejerciendo como doctora, recuerda con cariño a “sus pacientitos” y cada momento vivido con ellos. Una de las experiencias que más recuerda, fue la primera vez que atendió un parto, “traer un niño a la vida quedó muy grabado en mí porque al ver al bebé llorando me alegró y marcó mi vida”.Esa ayuda a mujeres gestantes, que antes la realizaba en persona, ahora se ha transformado en consultas virtuales. “He atendido diversos casos, los que más me han llegado son los de mujeres embarazadas que me indican que sus familiares están con síntomas, que quieren evitar contagiarse y que no han podido asistir a sus controles médicos, pienso cómo harán esas personas que viven trabajando del día a día, cómo se estarán alimentando, cómo estarán viviendo”.La Línea de WhatsApp de la FICR atiende diversos tipos de preguntas y poblaciones, que quieren informarse sobre los síntomas y medidas de prevención de COVID-19. El 49% de mensajes provienen de personas en situación de vulnerabilidad, como migrantes (32%), personas con enfermedades crónicas (9%) y con discapacidades (8%).Mientras atiende las consultas virtuales, Roselbis investiga, lee las noticias y los últimos reportes de la Organización Mundial de la Salud, toma agua y come algún snack saludable. La Línea de WhatsApp atiende mensajes todos los días de 08:00 a 18:00. Así transcurre su turno, al finalizar registra sus atenciones y se une a su esposo y su hijita quienes juegan en el segundo piso de su casa.

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