Se prevé un aumento de las catástrofes debidas a fenómenos meteorológicos extremos y a perturbaciones climáticas y medioambientales. Y aunque ahora hay menos conflictos interestatales a gran escala, otras formas de conflicto y violencia han aumentado en las últimas décadas. Los complejos factores geopolíticos que intervienen en estos acontecimientos desencadenan a menudo crisis humanitarias de larga duración.

Las catástrofes y las crisis son mucho más frecuentes en entornos frágiles (zonas afectadas por la inestabilidad política, los conflictos y la violencia). Para 2030, se espera que casi la mitad de los pobres del mundo vivan en países afectados por la fragilidad y los conflictos.

La creciente dependencia mundial de la tecnología conlleva nuevos riesgos y vulnerabilidades. Esto incluye amenazas cibernéticas y digitales que puede que aún no conozcamos.

Cada vez más personas se trasladan a vivir a zonas urbanas y barrios marginales, lo que empeora sus condiciones de vida y aumenta su exposición a los peligros. Cuando se produce una catástrofe, es más difícil y costoso prestar asistencia en estos entornos.