Las inundaciones ocurren cuando el agua se desborda de los límites normales de un arroyo, río u otro cuerpo de agua o se acumula en un área que generalmente está seca. Hay dos tipos principales de inundaciones: las inundaciones lentas, que se desarrollan durante horas o días, mientras que las inundaciones repentinas ocurren de golpe, a menudo sin previo aviso, generalmente debido a las fuertes lluvias. Aunque las inundaciones anuales son un fenómeno natural en muchas partes del mundo, las prácticas de uso de la tierra y de construcción han provocado un aumento en la frecuencia y magnitud de las inundaciones. También se prevé que las inundaciones serán aún más frecuentes y graves en el futuro debido al cambio climático. Las inundaciones pueden ser extremadamente peligrosas y causar daños humanos, ambientales y materiales masivos a las comunidades.
Una ola de calor es un período prolongado de temperaturas inusualmente altas y, a menudo, alta humedad. Se espera que se vuelvan más frecuentes y más graves en el futuro debido al cambio climático. Las personas afectadas por las olas de calor pueden sufrir un shock, deshidratarse y desarrollar enfermedades graves por el calor. Las olas de calor también pueden empeorar las enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas.
Niamh Lawless tiene más de 30 años de experiencia en los sectores público y privado internacionales sin fines de lucro. Antes de unirse a la Federación Internacional, se desempeñó como Secretaria General de la Cruz Roja de Nueva Zelanda (NZRC), donde lanzó un nuevo Plan Estratégico que delineó la hoja de ruta para el futuro de la NZRC.
Contable colegiada de profesión, Niamh comenzó su carrera como auditora en Price Waterhouse Coopers (PwC) en Irlanda. Se desempeñó como auditora en varias empresas y en el sector público, incluida Irish Aid. Luego pasó una docena de años en puestos de liderazgo dentro de las finanzas y los servicios corporativos en Barnardos, y finalmente ascendió al puesto de Directora Ejecutiva Adjunta. Antes de convertirse en Secretaria General del NZRC, Niamh fue Directora Ejecutiva de Scouts New Zealand.
Kris Wallace fue nombrado Director de la Oficina de Auditoría Interna e Investigaciones en mayo de 2021, habiendo trabajado anteriormente como Jefe de Auditoría Interna de la Federación Internacional.
Antes de unirse a la Federación Internacional, Kris pasó la última década trabajando en funciones de liderazgo de auditoría e investigación dentro del gobierno del Reino Unido, incluido el cargo de Subdirector de Auditoría e Investigaciones para el antiguo Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID).
Durante su carrera, Kris ha dirigido auditorías e investigaciones en más de 50 países de todo el mundo, incluso en países afectados por conflictos como Sudán y Somalia. Tiene una amplia experiencia en la dirección de investigaciones de alto perfil y sensibles a los medios y dirigió el desarrollo y la puesta en marcha del Equipo de Investigación de Salvaguardas del DFID.
Kris es miembro desde hace mucho tiempo del Instituto Colegiado de Auditores Internos (CMIIA) del Reino Unido. Tiene un diploma de posgrado en Auditoría y Consultoría, así como una maestría en Estudios Contra el Fraude y la Corrupción.
Birgitte Bischoff Ebbesen ha pasado más de 15 años trabajando con la Cruz Roja Danesa al frente de programas de gestión de desastres en la región de Asia Pacífico.
Antes de unirse a la Federación Internacional, fue Directora Internacional de la Cruz Roja Danesa, responsable de todas las operaciones internacionales. También copresidió el Centro de referencia de la Federación Internacional para el Apoyo Psicosocial en Dinamarca.
Birgitte ha dirigido previamente programas de repatriación para el Consejo Danés para los Refugiados en Somalia y Guatemala, además de trabajar en la recaudación de fondos y las relaciones externas para la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados en Bélgica.
Jagan tiene una amplia experiencia en liderar respuestas humanitarias eficaces y basadas en principios en todo el mundo y ha dedicado su vida a ayudar a empoderar a las comunidades locales.
Aporta décadas de experiencia en la creación y dirección de equipos inclusivos y en el establecimiento de alianzas de confianza para hacer frente a los retos mundiales, desde el clima hasta la salud, pasando por la migración, la protección, el género y la inclusión. También ha defendido políticas y programas que promueven la participación y el voluntariado de las personas jóvenes, y que refuerzan la localización y la rendición de cuentas en la acción humanitaria.
Comenzó su camino humanitario como joven voluntario en la Cruz Roja Nepalesa y cuenta con una amplia experiencia y un gran conocimiento del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Antes de ser nombrado Secretario General, ocupó el cargo de Subsecretario General de Programas y Operaciones en la IFRC. También fue Jefe de Gabinete y Director Regional para Asia y el Pacífico, donde ejerció el liderazgo durante crisis humanitarias a gran escala y construyó comunidades resilientes junto con las Sociedades Nacionales y otros asociados.
Ingeniero de formación, Jagan cuenta con formación en Liderazgo y Gestión de Cambios,en Liderazgo Emergente en el Sector Social y en Juntas de Alto Rendimiento.
Descubra nuestras herramientas y recursos sobre la preparación para epidemias y pandemias, en relación a temas que van desde el control de enfermedades hasta la participación y la rendición de cuentas de la comunidad.
La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) es una organización mundial conformada por 191 Sociedades Nacionales (SN) miembros. Nuestro gobierno refleja esta red global para asegurar que nuestra dirección estratégica la establezcan las SN miembros, para apoyar su labor.
La Federación Internacional y Save the Children han desarrollado mensajes de Concienciación y Educación Pública (PAPE, en inglés) para ayudar a las comunidades a mejorar su conocimiento sobre los riesgos de desastres y poner en marcha medidas para mantenerse a salvo.
Los Principios Fundamentales expresan los valores y prácticas del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Han servido tanto de guía para la acción como de identidad común para nuestro Movimiento durante más de 50 años, y están escritos en los Estatutos del Movimiento.
by Melissa Monzon/IFRCZurich, Roselbis y Mariluz son tres mujeres que hoy viven en Lima, Perú, muy lejos de su natal Venezuela. Ellas emprendieron un viaje hace algunos años en búsqueda de mejores oportunidades, tanto para ellas, como para sus familias.Zurich“He sido luchadora desde Venezuela, y en el Perú me considero todavía aún luchadora, guerrera. No tengo depender de alguien para que mis hijas avancen, sino que dependo de mí misma, siempre pidiéndole a Dios que me dé fuerza, salud y muchas ganas para seguir adelante.”, nos comenta Zurich, quien vive en Perú desde hace poco más de tres años.Zurich es madre soltera, ella es el sostén de sus dos hijas de 15 y 17 años “Asumí el rol de madre soltera hace once años y me dediqué a trabajar para el bienestar de mis hijas, y hacia ellas me enfoco, me dedico. Todo mi esfuerzo, todo mi sacrificio ha sido por ellas, y realmente no me quiebro, no quiero desistir, quiero salir adelante, quiero sacar a mis hijas adelante, que estudien, que tengan un buen futuro.”, comenta.Cuando llegó a Lima ella no conocía a nadie, pero por la experiencia que había tenido como comerciante en Venezuela, ella sabía que debía tocar varias puertas y que alguna se le abriría. “He tenido bastantes obstáculos, pero con mi mente positiva siempre ‘Hoy no consigo, mañana sí´, no me quedo estancada de que no voy a buscar o que me van a rechazar, eso es como en todas partes, hay que tocar las puertas, no en todas te van a decir lo mismo.”; es así que consiguió un empleo como mesera en un restaurante a los cuatro días de llegar a Lima.Sin embargo, los riesgos siempre están presentes “Estaba en un restaurante trabajando y se me acercó un señor, me preguntó mi nacionalidad y me ofreció dinero a cambio de que me fuera con él; pero yo me hice valer como mujer, y por mi valentía de hacerme respetar, perdí mi trabajo. Cuando me despidieron, me fui a la casa, reposé, descansé y al otro día seguí buscando empleo, y volví a encontrar en otro restaurante. Yo no me paro, sino que, si pierdo uno, busco otro, y así estoy; si se cierra una puerta, toco otra”.Zurich es hoy trabajadora del hogar, realizando las labores de limpieza, cocina, entre otros. Ella, al igual que muchas mujeres, ha sentido los efectos de la pandemia por COVID-19. “Yo trabajo en la modalidad cama adentro, en casa de familia, y cuando empezó la pandemia yo estaba en casa de familia. Me dijeron que tenía que hacer cuarentena con ellos, por lo que estaba presentando en Perú, por la emergencia. Eso me afectó un poco emocionalmente, porque no podía salir para ver a mis hijas y a mi mamá. Pero seguí trabajando, con el entusiasmo, porque también soy el sustento de mi familia, tengo que trabajar aquí por ellos.”. Luego de quedar sin trabajo porque tuvo que salir porque su madre enfermó, Zurich encontró trabajo con otra familia, donde estuvo laborando hasta diciembre del año pasado, donde también tuvo que quedarse sin posibilidad de ver a su familia por cuatro meses “Con pandemia no podía ver a mis hijas, solo las veía por videollamada, no las podía ver físicamente, no las podía tener, pero era o el estar sin empleo pero en casa, o estar fuera de casa pero con un empleo, y me tocó pues.”Zurich forma parte de la agencia Nanas y Amas “Me gusta porque la agencia te da prioridad a ti como mujer, como persona, sin importar tu nacionalidad. Lo importante es que tú trabajes y te desempeñes bien, que demuestres que eres el tipo de mujer que es luchadora y trabajadora. Nos indican que no debemos aceptar humillaciones, si no nos sentimos bien en una casa, llamamos a la agencia y la agencia nos manda retirar, buscan el bienestar para nosotras, para que nosotras estemos bien”.Actualmente Zurich se encuentra sin trabajo, pero con la esperanza de que todo va a mejorar. Después de tres años de estar en Lima, ella menciona estar enamorada de esta ciudad “Realmente Perú me parece que es uno de los mejores países, y estoy enamorada de Lima totalmente. Me gusta su comida, la cocino toda. Aunque también hay de todo, hay personas que sí me vienen de malas vibras, con xenofobia, pero yo simplemente, esa parte no lo tomo en cuenta, y me enfoco a lo que yo quiero, en lo positivo, en lo bueno, para allá es que voy. A mí me parece Perú muy bueno.”RoselbisRoselbis es oriunda de la Isla de Margarita, Venezuela, y llegó a Perú en el 2017. Ella y su esposo eligieron Perú como país de destino, pues tenían familiares peruanos. Roselbis se graduó en el 2012 como médico cirujano en Venezuela, y ejerció su profesión hasta que salió de su país.“Fue realmente difícil dejar Venezuela, fue despedirme de mi familia, despedirme de mi hogar, y también el temor que sentía de llegar a un nuevo país y no saber cómo me iba a ir. No sabía si iba a poder ejercer mi profesión. Eran muchos temores, muchos miedos que se desencadenaban en ese momento. Y aunque la adaptación fue un proceso largo, no fue difícil. Siento que mi adaptación fue rápida por decirlo así.”, nos comenta.Ejercer su profesión fue un poco más complejo, no solo tenía que cumplir los requisitos del país, como la colegiatura y la homologación de su título, sino que encontrar trabajo en su rubro le fue difícil “Me costó mucho, recuerdo que me postulé muchísimas veces, creo que perdí la cuenta de cuantas veces me postulé y fue un poco difícil la búsqueda de trabajo realmente”.En el 2019, comienza a apoyar en las jornadas de salud que brindaba la Cruz Roja Peruana en diferentes puntos de la ciudad de Lima, jornadas dirigidas a población migrante y población local en situación de vulnerabilidad. En febrero del 2020 empieza su labor como doctora del Puesto de Atención en Salud; sin embargo, dos semanas después, se decretó en el Perú el estado de emergencia e inmovilización social por la pandemia por COVID-19, por lo que el puesto tuvo que cerrar. “Recuerdo que nuevamente llegaron los temores y los miedos a mí, porque recién había empezado en este trabajo, y no sabía si lo iba a perder. Felizmente las cosas no fueron así, pasé al trabajo remoto, dejé mi consultorio, y pasé a brindar orientaciones médicas a las personas que lo necesitaban por medio del WhatsApp. Luego, iniciamos las atenciones en los albergues, las cuales aún brindamos.”.En setiembre del 2020 Roselbis regresó a brindar atenciones presenciales ante la reapertura del Puesto de Atención en Salud, desde ahí, ella atiende a personas migrantes, personas que en su mayoría migraron de Venezuela a Perú, como ella. “Realmente me siento bien al brindar este apoyo, porque yo también soy migrante, y atender a mis compatriotas me llena de alegría porque sé las necesidades que tienen estas personas, sé de las dificultades que se les presentan para tener una consulta en salud. Ellos me dicen a veces “Doctora, qué bueno que usted es venezolana, porque me siento en confianza, entiendo sus términos”, y eso también me gusta bastante, que mis pacientes se sientan en confianza conmigo.”Respecto a qué les diría a otras mujeres que, como ella, vienen brindando servicios de salud, Roselbis comenta “Que continuemos en la lucha. Estamos en medio de una pandemia y no debemos caer. Si estudiamos para ser médicos, para brindar atenciones de salud, y nos ha tocado vivir esta pandemia, hay que seguir al pie de la lucha, seguir con esta bonita carrera que decidimos algún día empezar”.Mariluz Mariluz nació en el estado de Anzoátegui, Venezuela; ella es técnica en seguridad industrial, y durante 15 años ejerció su profesión en Venezuela en la industria petrolera; hoy, en Lima, Perú, se dedica a la limpieza de casas y oficinas.“La razón por la cual salimos fue por la salud de mi niño menor, él tiene una condición desde que nació, sufre de broncoespasmos. Como llegó un momento en que no tuvimos acceso a los medicamentos y que casi le da un paro respiratorio, con mi esposo tomamos la decisión de irnos. Y es así como tuvimos que sacrificar todo lo que habíamos construido durante quince años, de vender todos nuestros bienes, todo por mejorar la calidad de vida sobre todo de nuestros niños. Porque cuando todavía tienes voluntad, coraje, sabes que tienes la fuerza para salir adelante, y no ver atrás; igual siempre uno tiene temor de empezar de cero al inicio, esa incertidumbre de llegar a un país desconocido; pero una vez que llegas y ves la acogida, esa hermandad que hay dentro de toda esta situación, una piensa ‘Tomémoslo con calma, que sí lo vamos a lograr´”, de esta manera, Mariluz resalta el apoyo que ha tenido desde que llegó a Perú, donde nos indica ha hecho buenas amistades, quienes les han tendido una mano.Cuando llegó a Perú, el dueño del edificio, quien tenía una lavandería le ofreció trabajo, ahí laboró durante tres meses. “Cuando el dueño me pregunta si sabía hacer una cosa, yo le contesté ‘No lo sé, pero tengo la voluntad de aprender´”, y con eso se proyectaron para obtener lo necesario para subsistir. Paralelamente, Mariluz arregló su situación migratoria para poder trabajar.Cuando llega la pandemia, ella nos comenta que su esposo perdió el trabajo, y por ello sintió temor por toda la incertidumbre que existía, tanto en el tema de salud, como en su situación laboral. Gracias a las amistades que fue cultivando en su tiempo en Lima, consigue trabajar brindando asesorías en seguridad industrial, este trabajo le permitió mantener a su familia durante el tiempo que su esposo estuvo desempleado. Sin embargo, el ingreso le alcanzaba para cubrir la alimentación, más no el alquiler de su habitación “Tuvimos la gran ventaja de que el arrendatario es un señor muy cordial y muy comprensivo, y pudimos llegar a acuerdos con él en cuanto al pago”.Mariluz forma parte de Loop, iniciativa que busca vincular a las mujeres venezolanas en condición vulnerable con oportunidades de empleo aprobadas que garanticen una remuneración justa, seguridad y la oportunidad para decidir sus propios términos de empleo. Ella indica que esto le ha permitido empoderarse de su tiempo, ya que como tiene dos niños pequeños, no los puede dejar tantas horas solos. “Realizando estas labores de limpieza y desinfección de casas y oficinas puedo elegir los días que voy a trabajar y programar mi semana. Adicionalmente a esto me gusta hacer postres, hago mis tortitas. Antes cuando no estaba todo tan cerrado (por la pandemia), yo salía a la calle a vender mis postres por porciones”.Cuando reflexiona sobre ser mujer y migrante, ella nos dice “Para mí, la mujer migrante es una mujer luchadora, una mujer aguerrida, es una mujer que sale a luchar, sin distinción de nacionalidad, porque aquí no se trata de nacionalidad, se trata del amor que tienes a tu familia y del compromiso que tienes, así definiría a la mujer en este tiempo.”“Nuestro lema es que siempre hay que ver qué oportunidades hay. Se pueden presentar inconvenientes, pero luego viene la oportunidad. Yo pienso que es ese positivismo que uno mantiene día a día que te permite estar aprovechar las oportunidades.”
Por Fernando Gandarillas.En México, los paramédicos de la Cruz Roja están acostumbrados a atender casos de violencia. Sin embargo, desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, el personal de salud se enfrenta cada vez más a ataques personales.“A veces nos ha tocado atender personas heridas de bala. Tenemos que aprender a manejarnos en este contexto porque son situaciones de mucha tensión donde la gente se pone muy agresiva. Nunca me han apuntado con una pistola, pero si he sido atacado”, indica Alejandro, paramédico de 21 años perteneciente a la delegación de Huixquilucan de la Cruz Roja Mexicana. "Los efectos de la pandemia han hecho que el trabajo se vuelva más difícil. La gente está desesperada. El encierro y el hecho de que las personas se están contagiando está creando muchísimo malestar”, explica.Hace unos meses Alejandro tuvo que enfrentar un incidente atendiendo a un paciente de más de 60 años que tenía COVID-19. “Cuando llegamos a su domicilio, la persona se encontraba en estado crítico, tenía complicaciones severas de respiración. Además, sus síntomas evidenciaban otras afectaciones de salud que había venido arrastrando desde semanas atrás, lo cual empeoraba su condición”. Debido al estado de este hombre, Alejandro sugirió a sus familiares movilizar al paciente al hospital más cercano. Ellos se resistieron y empezaron a molestarse, querían que se lo lleve a un hospital que conocían pero que estaba ubicado mucho más lejos. Finalmente accedieron a que se lo traslade al hospital más cercano. En el trayecto, el paciente falleció a pesar de todos los esfuerzos realizados por el personal paramédico para mantenerlo estable. Al llegar al hospital los familiares se percataron del hecho y estallaron en ira. Agredieron a Alejandro y a otro médico del hospital alegando que murió por culpa de ellos. “Los ataques al personal médico se está convirtiendo en algo muy común. Con la pandemia de COVID-19, la situación se está poniendo peor”, explica Alejandro.El aislamiento social es otra de las realidades con las que tienen que bregar los paramédicos. Muchos deben alejarse de sus familias. “Lo estamos manejando. Sin embargo, es duro no poder ver a tus seres queridos y estar alejado de tus amigos. La demanda del trabajo y el asilamiento me costó incluso mi relación de pareja”, comenta Alejandro. La Cruz Roja Mexicana ha invertido un gran esfuerzo para dar soporte emocional a personas como Alejandro que deben trabajar directamente en las calles y zonas donde el virus está atacando. Además, la Sociedad Nacional ha trabajado duro para capacitar a su personal en acceso seguro y manejo de protocolos de bioseguridad. “Nosotros no vamos a parar, vamos a seguir trabajando para ayudar, pero si vamos a hacerlo de manera más segura”, afirma.La noche se empieza a poner, y Alejandro se dirige al hostal en donde se encuentra hospedado como medida preventiva para no estar en contacto físico con sus familiares. Ha finalizado su turno de 24 horas y ahora le corresponden dos días de descanso, los cuales aprovechará para estudiar. Sigue una carrera de aeronáutica y debe dedicarle la gran parte de su tiempo libre. “Me gusta mantenerme ocupado, no me gusta lo fácil”, afirma. Su vocación como paramédico viene por herencia. Sus padres también han estado vinculados al Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja desde hace muchos años. Frente a lo difícil de la situación, él se mantiene con actitud positiva. A pesar de las complicaciones, Alejandro está determinado a seguir dando lo mejor de sí para enfrentar la pandemia. “Hago mi trabajo con amor y pasión. Es normal tener miedo en las actuales circunstancias, pero me llena de vida hacer lo que hago. Es muy padre poder ayudar a la gente”.
Por Melissa MonzónA 3695 metros sobre el nivel del mar se encuentra el campamento de Tata Santiago, ubicado en el distrito de Pisiga, Bolivia, en la frontera con Chile. Este campamento fue acondicionado para recibir a las personas que estaban retornando a Bolivia, quienes debían cumplir con el aislamiento obligatorio como medida preventiva, antes de seguir su camino hacia sus respectivos destinos dentro del país.El campamento contaba con una capacidad de más de 400 personas, y se diseñó para que quienes se encuentren ahí puedan tener acceso a diversos servicios. Son aproximadamente tres mil personas las que pasaron por el campamento, en diferentes turnos desde su apertura hace ya casi tres meses hasta su cierre, el miércoles 01 de julio.Todas las personas que pasaron por el Tata Santiago se encontraban en camino a sus hogares en distintas localidades del país; algunas viajaban solas, algunas con sus familias. Muchos tenían trabajos temporales en el país vecino de Chile, pero en el contexto del COVID-19 los perdieron, y al no contar con una fuente de ingreso, decidieron retornar a Bolivia.Poder estar en comunicación con sus familias se convirtió en algo muy importante en las dos semanas que debían quedarse en el campamento. Por ello, la Cruz Roja Boliviana otorgó el servicio de restablecimiento de contactos familiares, el cual permitió que las personas puedan estar en contacto con quienes aman durante su estadía.La coordinación interinstitucional se convierte en un factor clave en casos como este, y eso lo sabe muy bien la Cruz Roja Boliviana. Por ello, coordinaron con el Viceministerio de Defensa Civil, acciones para la administración del campamento, y con la Organización Internacional de Migraciones (OIM) la gestión y cobertura de necesidades básicas humanitarias. Por otro lado, en coordinación con Defensa Civil se pudo incrementar la capacidad del campamento para que los albergados tengan un nivel de vida digno y seguro. Además, se coordinó con el sistema de salud para atender los casos necesarios.Asimismo, se coordinaba con cada nuevo grupo de personas que llegaba al campamento, para el apoyo en las labores de limpieza y de entrega de comida, así como las reglas de convivencia, como el tiempo de uso de cada sala del campamento, y principalmente, se les realizaba constantes controles médicos durante su estadía. Para los más pequeños se estableció una sala didáctica, donde pintaban, jugaban o veían alguna película. De esta manera, todos y todas colaboraron para que haya una buena convivencia.La Cruz Roja Boliviana también ha venido apoyando la administración de otros dos campamentos en la frontera con Brasil y Argentina. Asimismo, en la respuesta frente al COVID-19, viene realizando atenciones en salud y apoyo psicosocial, labores de desinfección, entrega de kits de alimentos y de higiene, e información para la prevención y el cuidado en español y en lenguas originarias.
La noche anuncia su llegada, y el calor se aferra a la arena en los últimos minutos que le quedan. Y mientras el ocaso se posiciona detrás del campamento base, un cacique wichi, su esposa y sus hijos conversan relajados con un par de voluntarios y voluntarias de la Cruz Roja que ya terminaron su jornada y se sientan a disfrutar del momento. El hombre les cuenta sobre su vida y como eran esas tierras hace décadas atrás. Una zona de contrastes desérticos y un eterno vaivén de calores secos y fríos medulares siempre acompañados del viento. La comunidad Wichi, al igual que los Toba, Chorote y otras etnias de la región, han sido los eternos moradores de la provincia de Salta. En este lugar el agua siempre ha sido una preocupación, pero en los últimos años la situación se ha tornado crítica.A inicios del 2020, el Gobierno Provincial declaró el estado de emergencia socio sanitaria. La desnutrición cobró la vida de 8 niños, y el desabastecimiento del líquido vital implicó serias complicaciones higiénicas. Acorde a un estudio realizado en febrero por el Observatorio Humanitario de Cruz Roja Argentina, el 90% de las poblaciones Wichi que habitan en la zona se encuentran en una situación nutricional por debajo de lo normal, y el 84% de los niños tuvieron diarrea en el último mes.La Cruz Roja Argentina ha venido trabajando en este territorio desde algunos años atrás. Ha sido un trabajo sostenido que ha generado un fuerte vínculo con los miembros de la comunidad. “Desde hace años nos vienen acompañando” Comenta Joaquín, Cacique de la Comunidad Quebracho Blanco “Ya son personas conocidas. Ahora falta que más personas vengan a trabajar aquí”. A inicios de este año la Sociedad Nacional, con el apoyo de la IFRC, montó un campamento base con el que se llega a más de 38 comunidades. Fundamentalmente, se ha brindado atención primaria en salud y se han realizado labores en agua y saneamiento.En este campamento base se ha instalado una planta de potabilización de agua con una capacidad de 60.000 litros diarios donada por la Cruz Roja Española. Esto ha ayudado de manera significativa a la población. “Han mejorado los signos de salud, se nota que las personas están mayormente hidratadas” indica Merina Moreno, voluntaria que apoya en la línea de salud en la zona y quien ha estado vinculada en procesos de atención primaria desde hace meses en Salta. Además, se ha hecho la entrega de filtros comunitarios, bidones y 556 filtros familiares en 17 comunidades de la zona.El trabajo ha requerido un enorme esfuerzo, más aún con las complicaciones generadas por los efectos de la Pandemia de la COVID-19. Debido a las medidas de aislamiento decretadas, la movilización de equipos dentro del país, y traída de insumos requeridos desde el exterior, debieron tomar más tiempo, implicaron retrasos en el proyecto y aumentaron costos. Algo similar está ocurriendo con la movilización de voluntarios y voluntarias. “Las distancias son enormes, por ejemplo, mover un voluntario o voluntaria desde Buenos Aires al campamento, implica más de 20 horas de viaje. En consecuencia, la planificación operativa tuvo que ajustarse a estos tiempos dado que implica 4 días de viaje, 2 de ida y 2 de vuelta” Indica Abel Martínez, Director de Respuesta a Emergencias de la Cruz Roja Argentina. “Por cuestiones especialmente de salud mental, los voluntarios y voluntarias deben estar en el campamento por un máximo de 15 días y de ahí ser relevados”.Sin embargo, el optimismo y las ganas de ayudar son más fuertes que las complicaciones enfrentadas. Los voluntarios y voluntarias de la Sociedad Nacional encuentran en esta actividad gratificación al conectarse con las personas de esta zona.La noche termina de ponerse, y entre el cálido viento que se escurre en el desierto se esparcen los relatos del cacique. Los voluntarios y voluntarias lo escuchan atentos y con un profundo sentimiento de satisfacción. Saben que ha sido un día más de acciones positivas en la comunidad, y que mañana continuarán aportando y aprendiendo en una de las zonas más olvidadas del país, junto a personas que los reciben con calidez y dispuestos a trabajar por un cambio en sus localidades.