Mientras suenan las sirenas en el barrio, alertando de la llegada de cohetes, un paramédico del Magen David Adom (MDA) se tumba en el suelo para protegerse en caso de que un misil caiga cerca.
"Esto es lo que tenemos que hacer cuando suenan las sirenas y no estamos en un edificio", dice Dani, paramédico de un equipo de ambulancias de la MDA. "Sólo tenemos que tumbarnos en el suelo y cubrirnos la cabeza".
"Agradezco que mientras estoy de turno tengo un casco y un chaleco para protegerme, pero sigue siendo aterrador", dice. "Da mucho más miedo de lo que podía imaginar. A pesar de este miedo, no voy a dejar que nada me impida ni a mí ni a los equipos de la MDA llegar hasta las personas necesitadas."
Desde la escalada de las hostilidades el 7 de octubre, numerosos miembros del personal de la MDA, incluidos varios miembros de equipos de ambulancias, han muerto en acto de servicio, y muchos más han resultado heridos. Además, la MDA también ha sufrido pérdidas de equipos médicos, incluidas numerosas ambulancias, arruinadas por el fuego entrante.
El sonido de las sirenas, los cohetes voladores y las explosiones cercanas son algo que muchos paramédicos de la MDA conocen demasiado bien. Y son muy conscientes de los peligros que representan.
Foto: Magen David Adom
‘El helicóptero comenzó a girar’
Shafir Botner, paramédico que trabaja en una unidad de helicópteros de la MDA, recuerda un momento angustioso de aquel día, ya de por sí horrible, en el que su tripulación escapó por poco de la muerte. Ocurrió mientras transportaban a tres heridos graves desde un lugar donde aún se libraban combates.
"Nos dijeron que había tres heridos graves en tierra y que debíamos llevarlos o no sobrevivirían", recuerda.
La tripulación aterrizó, trabajó rápidamente para estabilizar a los pacientes, subió a los heridos a bordo y se disponía a despegar cuando, de repente, se produjo una fuerte explosión.
"Los cohetes seguían sobrevolando la zona", explica. "A los diez segundos oí una gran explosión. Estaba seguro de que nos había alcanzado un cohete. Y en una fracción de segundo el helicóptero empezó a girar en todas direcciones. Pude aguantar y gritar por la radio que nos habían alcanzado".
"Más tarde me enteré de que los escombros habían golpeado nuestros rotores y el helicóptero perdió el equilibrio. Si no fuera por nuestros increíbles pilotos, hoy no estaría aquí".
El sonido de los cohetes al caer
La amenaza continua de disparos de cohetes y otros posibles ataques también tiene un alto costo emocional para los equipos de paramédicos. Al fin y al cabo, han visto muchas veces lo que pueden hacer las armas de guerra. Talal Abu Jameh, técnico superior de urgencias médicas en el MDA, recuerda un episodio del primer día de la guerra que ha dejado una marca indeleble en su corazón y en su mente.
"Estaba en la estación [de la MDA] cuando de repente oí un estruendo muy fuerte y vi humo negro", cuenta Talal, que es musulmán y vive con su familia en una comunidad beduina del Néguev.
"Conduje hasta allí rápidamente y por el camino me llamó mi hijo", recuerda. "Oí muchos gritos de fondo, le oí decir "está muerto, está muerto. Llegué allí y seguí a pie. La familia estaba allí. Vi a mi primo, de sólo cuatro años, inconsciente en el suelo."
"Tenía claro que estaba herido muy grave, lo evacué en ambulancia al hospital, donde desgraciadamente lo declararon muerto. Entonces me di cuenta de que no había elección y, aunque mi familia estaba traumatizada por el incidente, supe que tenía que formar parte del equipo. Y así volví al trabajo".
Foto: Magen David Adom
‘Han dado todo de sí’
La MDA ha estado apoyando a las comunidades afectadas desde el principio, con ambulancias y servicios médicos de guardia 24 horas al día, 7 días a la semana. Se han movilizado un total de 1.500 ambulancias y 10.000 socorristas (paramédicos y paramédicas). Desde el 7 de octubre han atendido a más de 4.000 pacientes.
"Las personas voluntarias y el personal de Magen David Adom lo han dado todo en las últimas semanas. A pesar de los muchos peligros, han hecho todo lo que estaba en su mano para salvar vidas", afirma Birgitte Bischoff Ebbesen, directora regional de la IFRC para Europa y Asia Central.
"Y ello a pesar de que el conflicto ha afectado personalmente a muchos miembros de la MDA. Han perdido amigos, familiares y compañeros de trabajo a causa de la violencia, y sus historias son desgarradoras.
A pesar de sus propias penas y dificultades, muchos miembros de la MDA han encontrado un hueco en sus corazones para seguir ayudando a las demás personas. Esto es verdaderamente notable e inspirador".