Colombia, el país refugio
Pensar en personas refugiadas en América Latina es pensar en Colombia. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2023, Colombia alberga a más de 2,4 millones de personas refugiadas, principalmente de Venezuela. Esto representa un 3.2% de su población total, convirtiéndolo en el segundo país del mundo en acoger a más población refugiada, solo detrás de Turquía.
Esta población, a la que se suman más de 6,8 millones de personas desplazadas por el conflicto armado interno, enfrentan necesidades humanitarias innegables y que requieren una respuesta urgente, coordinada y sostenida.
Las evidencias hablan por sí solas: tres de cada 10 personas refugiadas en Colombia tienen necesidades humanitarias severas y requieren agua, refugio, atención médica y saneamiento; mientras que una de cada 10 enfrenta necesidades básicas extremas.
La población refugiada también está expuesta a la violencia, la discriminación y la explotación, incluyendo la violencia sexual y de género, al tráfico de personas y a la explotación laboral. Esto obliga a prestarles servicios de protección urgentes y acceso a programas de apoyo psicosocial que eviten que los traumas a los que se exponen tengan un impacto negativo en su salud mental.
Garantizarles acceso a educación, capacitación y oportunidades de empleo es otra medida para aliviar su sufrimiento y promover una integración socioeconómica plena y digna. Se trata de un desafío creciente si se tiene en cuenta la existencia de xenofobia y discriminación y el crecimiento generalizado del discurso anti-personas migrantes y refugiadas en la región.
Cruz Roja Colombiana en acción
Aunque la Cruz Roja Colombiana (CRC) es una organización conocida por su respuesta humanitaria a crisis y desastres, en las últimas dos décadas su papel ha sido -y sigue siendo- fundamental para atender las necesidades de las personas refugiadas y migrantes. El Programa Mariposa Monarca es un buen ejemplo de esto.
Desde su nacimiento, en 2017, este programa de la CRC ha brindado asistencia humanitaria a más de 1,5 millones de personas refugiadas, desplazadas y migrantes. En estos seis años, equipos voluntarios y de especialistas han contribuido a mejorar su acceso a la salud, la educación y la protección, proveyéndolas con asistencia humanitaria básica, como alimentos, agua, albergue, atención médica y apoyo psicosocial. Lo han hecho a través de puntos de servicio humanitario, espacios seguros -móviles o fijos- que apoyan a la población a lo largo de las rutas migratorias.
Mariposa Monarca también ha impulsado iniciativas de formación y acceso a oportunidades de empleo que favorezcan la integración de las personas migrantes, refugiadas y desplazadas en sus comunidades de acogida. Las acciones también han apoyado a estas últimas, que han participado en programas de educación y sensibilización sobre la migración y la protección de los derechos humanos.
Programas como este tienen un impacto positivo en la vida de las comunidades y desde luego, en la de las personas que buscan iniciar un nuevo proyecto de vida en Colombia tras huir de la desigualdad y discriminación, pero también de crisis económicas, políticas y climáticas.
Refugiarse de la crisis climática
Según el ACNUR, el 70% de las personas refugiadas y desplazadas en Colombia son vulnerables a los efectos de la crisis climática y miles de ellas ya han sido afectadas por eventos concretos. En 2023, las inundaciones en la región del Pacífico colombiano obligaron a más de 20.000 personas a abandonar sus hogares, muchas de ellas desplazados internas o refugiadas.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, otra amenaza es el actual Fenómeno del Niño, que afectará a más de dos millones de personas en Colombia y podría causar daños en los medios de vida de la población desplazada y migrante, sobre todo entre enero y marzo de 2024.
Conscientes de esto, la CRC y la IFRC ya preparan sus mecanismos de preparación y acción temprana para anticipar los efectos que El Niño y la crisis climática podrían tener en el país.
Ante necesidades urgentes, respuesta inmediata y colectiva
Casos como el de Colombia y la CRC, recuerdan dos aspectos clave: que atener las necesidades de las personas refugiadas es impostergable y que las organizaciones locales ya cuentan con la experiencia y conocimiento para prestar una respuesta humanitaria de calidad. ¿Qué hace falta entonces?
Por un lado, mayor inversión en el nivel local de atención, en organizaciones que, como la CRC, tienen una fuerte presencia local, están arraigadas en las comunidades y tienen acceso a zonas remotas, inseguras o de difícil acceso, donde las personas en movimiento, incluidas las refugiadas y desplazadas, buscan apoyo.
Por otro, que la población refugiada y migrante participe de forma significativa en los procesos de toma de decisiones. Su pericia, conocimientos y experiencia vivida son indispensables para crear programas y políticas más eficaces, pertinentes y responsables.
Confiamos que el Foro Global sobre las Personas Refugiadas será una oportunidad para avanzar en esta dirección. Colombia y el mundo cuentan con la CRC para conseguirlo.
Crisis climática en Colombia: un reto humanitario
Millones de personas expuestas a los efectos de las olas de calor, la caída en la producción de alimentos, la desertificación, fenómenos climáticos extremos y la pérdida de nevados, glaciares y fuentes de agua. Así sería la Colombia de 2040, si se cumplieran los escenarios proyectados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales del país; y si no se tomara ninguna medida para responder a la crisis climática global.
Desde la perspectiva de la Cruz Roja Colombiana y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), reducir el impacto del cambio climático en la vida y medios de subsistencia de la población pasa por cuatro acciones clave: fortalecer las iniciativas de acción temprana, enfrentar la migración inducida por la crisis climática, fomentar medios de vida y servicios eco sistémicos resilientes al clima y aumentar el alcance de los programas de reducción de riesgos de desastres y crisis sanitarias enfatizando los riesgos vinculados con el clima, que ya impactan, por ejemplo, la salud de la población.
Su presencia en todo el territorio, su credibilidad y liderazgo técnico en el ámbito humanitario y su estrecho vínculo con las comunidades, hacen de la Cruz Roja Colombiana un actor aventajado para implementar esas acciones y aquellas diseñadas por las mismas poblaciones en riesgo.
La acción temprana y la resiliencia comunitaria en Colombia
En los últimos 15 años, la Cruz Roja Colombiana ha puesto en el centro de sus programas la urgencia de reducir al máximo los efectos de la crisis climática en las comunidades, sobre todo aquellas expuestas a desastres recurrentes.
Claro ejemplo de esto es el proyecto que lleva adelante con apoyo de la Fundación Z Zúrich con el objetivo de fortalecer la resiliencia comunitaria ante las inundaciones. Esta iniciativa parte de una herramienta innovadora capaz de medir hasta qué punto una población está preparada para enfrentar y sobreponerse a lluvias e inundaciones. Los resultados de la medición permiten a la Cruz Roja diseñar acciones que, teniendo en cuenta los análisis y proyecciones climáticas, potencien las capacidades de la comunidad y refuercen sus puntos más débiles.
Ese tipo de acciones toman en cuenta, desde el minuto uno, la voz de las propias comunidades. Porque sí, los proyectos para aumentar la resiliencia y los sistemas de alerta temprana pueden salvar vidas y medios de subsistencia, pero para ser eficaces deben implicar activamente a las comunidades en riesgo.
Ellas y otros actores locales, como el voluntariado de la Cruz Roja, son las primeras en responder cuando se produce una catástrofe, a menudo tienen acceso a zonas a las que no llegan las agencias internacionales y suelen ser las mejor situadas para vincular los esfuerzos de respuesta inmediata con el desarrollo de soluciones de largo plazo.
También, son las comunidades las que atestiguan cómo el cambio climático agrava las crisis que les afectan desde décadas atrás: pobreza, desigualdad, desplazamiento, conflicto. Estos no son fenómenos separados, están conectados y tienen la capacidad de potenciarse unos a otros.
COP28, agua y paz
En la 28 edición de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), la Cruz Roja Colombiana es panelista del evento de alto nivel “Agua para la paz y la seguridad: del riesgo a la resiliencia”, organizado por la IFRC y organismos de las Naciones Unidas y la Alianza para la Paz y la Seguridad; con el propósito de visibilizar cómo las prácticas cooperativas, equitativas y sostenibles de gestión del agua, permiten la paz y la seguridad en regiones frágiles y afectadas por conflictos y la crisis climática.
Además, la Sociedad Nacional se suma al llamado a los Estados para que aumente la inversión en soluciones basadas en la naturaleza, en anticipación y preparación y se ponga rápidamente en marcha el Fondo de Pérdidas y Daños, que servirá para reducir los impactos de la crisis climática en los países que menos contaminan pero que se ven más afectados por ella.
La Cruz Roja Colombiana participa en la COP28 como miembro del grupo de campeones globales del clima de la IFRC, conformado por 20 Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja comprometidas con el trabajo en políticas climáticas y la colaboración estratégica con los Ministerios de Ambiente y otros actores clave, en la búsqueda de soluciones al cambio climático.
Trabajo en equipo
La necesidad de un enfoque de acción local, articulación nacional y alcance global para combatir la crisis climática nunca ha sido más evidente. Proteger a la población de los efectos humanitarios de ésta es una tarea que corresponde al ecosistema humanitario en su conjunto.
En Colombia, la ciudadanía, sociedad civil, agencias humanitarias, sector privado y el Estado -a quien la Cruz Roja tiene el mandato de auxiliar- cuentan con la Cruz Roja Colombiana para llevar adelante esta tarea, sin duda, la más desafiante de nuestro tiempo.
Volcán Nevado del Ruiz: Preparándose ante una erupción
El 30 de marzo, el Servicio Geológico Colombiano aumentó el nivel de alerta del volcán Nevado del Ruiz, en el centro de Colombia, de amarillo a naranja, lo que significa una probable erupción en cuestión de días o semanas.
Si bien no es posible saber con exactitud cuándo o cómo entrará en erupción un volcán, sí es posible vigilar su actividad y tomar medidas tempranas para minimizar su posible impacto en las comunidades que viven cerca, que es exactamente lo que están haciendo ahora los equipos de la red de la IFRC.
El Nevado del Ruiz es un volcán explosivo. Sus erupciones implican la fractura de la roca y la rápida expulsión de gases y fluidos -llamados "flujos piroclásticos"- a altas velocidades y temperaturas.
Pero también existe un riesgo adicional bastante singular: al ser uno de los volcanes más altos de la región, con más de 5.000 metros de altura, está cubierto de nieve y tiene una gruesa capa de hielo.
La preocupación es que esta capa de hielo se derrita, como ocurrió durante la erupción de 1985, cuando avalanchas de agua, hielo, rocas y arcilla descendieron por las laderas del volcán, borrando la cercana ciudad de Armero y matando a más de 25.000 personas.
Para prepararse ante este riesgo, la Cruz Roja Colombiana ha activado su plan general de acción.
Este plan define las acciones de preparación que necesitan tomar en respuesta a diferentes niveles de actividad volcánica, incluyendo si el nivel de alerta cambia de naranja a rojo-indicando que el volcán está en proceso de erupción o va a entrar en erupción en cualquier momento.
Con financiación anticipada del Fondo de Reserva para la Respuesta a Desastres (DREF) de la IFRC, los equipos de la Cruz Roja Colombiana han estado trabajando duro para preparar a las personas voluntarias y comunidades para el peor de los casos.
Han vuelto a capacitar al voluntariado en primeros auxilios, evacuación y coordinación de emergencias, y han reabastecido los artículos esenciales para la respuesta de emergencia, como botiquines de primeros auxilios, artículos de identificación para los equipos de socorristas y equipos de señalización de emergencia.
También han compartido toda la información posible con las comunidades locales en torno al Nevado del Ruiz: advirtiendo a las familias en riesgo de que evacúen; hablando con ellas sobre cómo y dónde evacuar de forma segura; y repartiendo radios y baterías a las personas en zonas de difícil acceso para que puedan mantenerse informadas.
Pero algunas familias se resisten a marcharse e ignoran los consejos de evacuación de las autoridades locales y la Cruz Roja Colombiana. A primera vista, esto puede ser difícil de entender: ¿por qué no querrías alejarte de un volcán que potencialmente está a punto de entrar en erupción?
La respuesta no es sencilla. Para las numerosas familias agricultoras que dependen de los ricos suelos volcánicos que rodean el Nevado del Ruiz, es difícil dejar sus propiedades o animales y abandonar el medio de vida del que dependen. Otras personas simplemente no pueden, o deciden no creer, que algo tan horrible como la erupción de 1985 pueda volver a ocurrir.
En este momento, la Cruz Roja Colombiana, la IFRC y actores aliados se están reuniendo en la región para intensificar los esfuerzos de preparación. Esto incluye un mayor enfoque en la participación de la comunidad para entender los pensamientos y temores de la gente y convencerles de evacuar.
También se están preparando e intentando reducir el riesgo de desplazamientos masivos en caso de que el volcán entre en erupción. A través de la operación DREF, están tomando medidas tempranas como reforzar las infraestructuras esenciales, proporcionar ayuda en efectivo y preposicionar alimentos y agua potable.
En las próximas semanas daremos más información sobre estos esfuerzos vitales. Mientras tanto, haga clic aquí para leer más sobre la financiación de acciones anticipatorias que hemos proporcionado a través del DREF.
Para más información:
¿Qué son las erupciones volcánicas?
¿Cómo funciona el Pilar Anticipatorio del DREF?
Preparación para Desastres
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El Apoyo psicosocial a la niñez del Amazonas colombiano
En la región de las Américas de la inversión total en salud solo 1.8% es destinada a la salud mental de acuerdo con la OMS. Esta brecha resalta con el gran impacto negativo que la pandemia por COVID-19 ha tenido en el bienestar de las personas.
Sin el apoyo de servicios básicos psicosociales, las comunidades han enfrentado la dramática pérdida de 2.3 millones de vidas en el continente, los devastadores efectos socioeconómicos traducidos en el incremento de pobreza, con 209 millones de personas a 2020 en América Latina y el Caribe, la pérdida de ingresos en los hogares o la falta de acceso a educación para niños y niñas.
La niñez ha sido gravemente afectada; CEPAL y OIT estiman que entre 100 mil y 300 mil niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe, ingresarían al mercado laboral como consecuencia de la pandemia, dejando de lado su formación . Con ello, su salud mental, así como las oportunidades para desarrollar su máximo potencial están en riesgo.
Para aquellas personas en situación de vulnerabilidad el panorama es más grave. En Colombia, a noviembre de 2021 menos de la mitad de la población (48 por ciento) cuenta con un esquema de vacunación completo, con lo cual la recuperación socioeconómica para la otra mitad aún tiene un largo camino por delante. El acceso desigual de vacunas y las limitaciones para recibir servicios de apoyo psicosocial supondrán una recuperación desigual.
38,6% de la población en Colombia sufrió de nerviosismo en 2020 , y en respuesta el Estado priorizó el apoyo psicosocial durante la pandemia mediante la oferta servicios telefónicos. En zonas aisladas como el departamento del Amazonas esta ayuda no llegó para todas las personas, a pesar de registrar la mayor tasa de mortalidad por COVID-19 en junio de 2020.
Las comunidades indígenas del Amazonas Colombiano, que representan un 17 por ciento de la población del departamento, sufrieron el cierre de las fronteras de países vecinos y puertos fluviales, con lo cual su economía local, su seguridad alimentaria, su acceso a salud y a servicios como educación fueron afectados.
Para paliar la emergencia humanitaria en esta región la Cruz Roja Colombiana (CRC) implementó dos proyectos con el apoyo de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC).
De esta forma se brindó ayuda psicosocial a la niñez indígena, la entrega de asistencia monetaria multipropósito a personas adultas en situación de vulnerabilidad, la implementación de actividades de agua y saneamiento, el fortalecimiento de la red hospitalaria local y la entrega de insumos médicos a hospitales públicos de Leticia y Puerto Nariño.
Las personas voluntarias de la Cruz Roja, un eje fundamental de la intervención
654 personas se han beneficiado de los encuentros comunitarios de salud mental y apoyo psicosocial dirigido a la comunidad, personal sanitario, y niños y niñas de cuatro instituciones educativas. El personal de la CRC implementa estas actividades, con el apoyo de personas voluntarias, como Laura Londoño, que a sus 21 años estudia ingeniería industrial y trabaja con la Seccional Amazonas de la CRC como voluntaria y directora de juventudes. También destina su tiempo libre apoyando al hospital público de Leticia donde realiza vigilancia epidemiológica en compañía de su madre.
“Ser voluntaria, lo es todo, es la oportunidad de sembrar algo en la vida de alguien, ayudar sin recibir nada a cambio, tener un conocimiento y poderlo transmitir…”
Laura Londoño
Voluntaria de la Cruz Roja Colombiana
Desde hace tres años entró a fortalecer el grupo de personas voluntarias que hacen frente a las consecuencias de la pandemia. Al inicio muchas de ellas se vieron afectadas por la pérdida de empleo, e incluso tres perdieron la vida con síntomas de COVID-19 cuando el grupo estaba conformado por cuatro menores de edad y dos adultos mayores. Hoy más de 20 menores de edad se han unido a este grupo, que aún recuerda el fallecimiento de un miembro del personal de CRC y 10 familiares del equipo de personas voluntarias.
Para brindar el apoyo psicosocial a las poblaciones indígenas afectadas, Laura y su equipo de voluntarios, así como el personal de la CRC viajan en lancha durante dos horas surcando el rio Amazonas con destino a la escuela del corregimiento de Puerto Nariño. ‘’La COVID-19 se llevó a varios familiares de los niños y profesores de la escuela’’ Explica Adler Ahué Ruíz, rector de la escuela local.
El equipo se prepara con 40 grados de sensación térmica para armar un teatrino, que sirve como inicio de las actividades psicosociales que generan la confianza necesaria en niños y niñas, mediante risas, bromas e interacciones, y facilitan la intervención.
Las metodologías lúdicas avanzan en talleres de dibujo, con los cuales quienes participan tienen la oportunidad de expresar sus emociones y conocer cómo buscar apoyo según lo requieran. ’’Fue difícil el encierro de la pandemia, ahora en la escuela nos sentimos mejor porque podemos jugar con nuestros y nuestras amigas y aprender en compañía’’ comenta uno de los niños participantes.
Con el direccionamiento del equipo del voluntariado, niños y niñas reconocen técnicas para trabajar en grupo, compartiendo materiales de trabajo y dibujando una camiseta que lleva impresa un mandala, como un mecanismo de relajación y sostenimiento de sus emociones, y que cada quien pinta según sus gustos y personalidad.
En estas actividades de apoyo psicosocial, Laura da continuidad a una larga tradición humanitaria que comparte con su madre y padre, John Jairo Londoño Rivera que en 2007 y con 33 años, falleció como socorrista en el rio Magdalena después de haber rescatado a 7 personas.
La labor filantrópica de 14 millones de personas voluntarias del Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja se ve representado también en este equipo, que desde la Amazonía colombiana, contribuye a llevar asistencia humanitaria, acá y en más de 192 países, dirigida a las personas en mayor situación de necesidad.
Gracias a este valioso trabajo, a octubre de 2021, el proyecto Appeal COVID-19 implementado por la CRC en los departamentos de Bolívar, Chocó, Nariño y Amazonas, ha alcanzado a millones de personas bajo sus tres ejes de intervención: 4.718.036 personas han sido beneficiadas en actividades para frenar la pandemia y mantener la salud, 1.409 se han beneficiado de acciones para aliviar el impacto socioeconómico y 6.160 personas han hecho parte de labores de fortalecimiento de la CRC.
Sociedad Nacional de la Cruz Roja Colombiana
Vichada: la Cruz Roja Colombiana acompaña a las comunidades con servicios integrales en contextos de frontera
Por Melissa Monzón“¿Cuándo nos debemos lavar las manos?” pregunta Sergio Gutiérrez, a tres niños que lo han estado escuchando con mucha atención. Los niños responden en coro: “Antes de comer, después de ir al baño …”, uno de los niños lo mira con duda, y Sergio le responde la mirada como diciendo Tú puedes. “…y después de jugar” contesta el pequeño con el orgullo que muestra un estudiante cuando ha aprendido la lección.Estos pequeños, provenientes de Venezuela, han estado participando de las actividades lúdicas que realiza la Cruz Roja Colombiana en el municipio de Puerto Carreño, capital del departamento de Vichada, Colombia.“Tenemos un trabajo cercano y pedagógico con niños, niñas, adolescentes, madres gestantes, lactantes, sobre todo en el tema de la actualidad, que es el COVID-19. Por medio de actividades lúdicas y personajes, ya sean los títeres o el trabajo con los voluntarios, se ha podido generar interacción con las familias, para seguir sensibilizando y generando espacios de reflexión en temáticas que respondan a las necesidades de la población”, nos comenta Sergio, psicólogo de profesión, quien se trasladó desde su natal Bucaramanga hasta Vichada para encargarse del espacio amigable de la Cruz Roja Colombiana, donde niños, niñas, adolescentes y adultos aprenden desde el juego, estrechando sus lazos de conexión y proporcionándoles un entorno de protección con acciones enmarcadas en salud mental y bienestar psicosocial.Para llegar a Bogotá, capital del país, desde Vichada, uno se debe embarcar en un viaje por tierra de aproximadamente dos días, con muchos traslados de por medio. Vichada es un departamento con muchas necesidades, y también un paso fronterizo para quienes migran desde Venezuela hacia Colombia, ya sea este su destino final o de tránsito hacia otro país. Es también un territorio con un ecosistema diverso, cruzado por el río Meta y el Orinoco, con un potencial cultural y social enorme, que demanda una respuesta humanitaria integral, sostenible y que garantice la participación colectiva para el desarrollo.En Vichada, los índices de pobreza son altos y el acceso a los servicios de salud es escaso: la proporción de personas con necesidades básicas insatisfechas del departamento alcanza el 67%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia, y la situación de las comunidades indígenas (muchas de ellas transfronterizas, y que representan más del 58% de la población) es preocupante: solo alrededor del 10% de la población indígena del Vichada cuenta con servicio de energía eléctrica, la cobertura de acueducto alcanza apenas el 9% para los pueblos indígenas y en general, los servicios de atención en salud son muy limitados, afectando directamente la calidad de vida en la zona.La llegada del COVID-19 ha vuelto la situación aún más compleja. La Cruz Roja Colombiana ha venido brindando desde abril del 2019, servicios de medicina, enfermería y psicología, actividades de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, así como entrega de medicamentos gratuitos dirigidos a la población migrante, y también a población local vulnerable, así como servicios de protección a través del espacio amigable. Ahora, en medio de la pandemia, es la única organización brindando el servicio de salud ambulatoria de forma continua en la zona, debido a que el hospital municipal, de forma temporal, solo brinda atención de urgencias.Para Jessica Teherán, enfermera de la seccional, lo que más le satisface, más allá de dar las atenciones, es saber que está aportando al cambio de comportamiento: “No solo estamos brindando atenciones médicas o psicológicas, sino que también estamos enseñando a la madre que no sabe cómo amamantar, sensibilizando al adulto mayor que no sigue su tratamiento de hipertensión, felicitando a la futura mamá que aún en tiempos difíciles tiene las ganas de seguir con su embarazo. Estar en Vichada y trabajando con todos ellos me cambió totalmente la visión que tenía del mundo, enriqueciendo así mi vida personal y profesional”.Hasta final de junio de 2020, la Cruz Roja Colombiana - Seccional Vichada, con el apoyo de IFRC a través del Llamamiento de emergencia: Movimiento Poblacional Colombia, ha brindado más de 27 mil atenciones en salud, casi 10,000 de ellas en servicios de enfermería, más de 4,800 atenciones en psicología y atendió a cerca de 3,500 niños, niñas y personas vulnerables en su espacio amigable. Además, en cada atención los pacientes pueden acceder a medicamentos gratuitos y participan de las charlas educativas de prevención de enfermedad y promoción de la salud y temas relacionados con salud mental. Asimismo, se han entregado kits de higiene, kits prenatales, kits de alimentos, kits de apoyo psicosocial, preservativos y gel antibacterial. Finalmente, se han instalado dos puntos de hidratación en el departamento, para dar acceso a agua segura a cualquier persona que la necesite.“El impacto que tiene el trabajo con la población migrante lo evidencio a diario en la consulta, con pacientes agradecidos, ya que encuentran en la Cruz Roja Colombiana no solo asistencia, sino también una mano amiga en esta situación de vulnerabilidad a la cual están expuestos. Para mí como migrante, es una experiencia gratificante poder trabajar con otros migrantes para poder brindarles orientación o una palabra de aliento”, concluye Ligia Helena Gómez, venezolana de nacimiento, y médica del proyecto de movilización poblacional de la Cruz Roja Colombiana en Vichada.[embed]https://www.youtube.com/watch?v=yBEm1Y3F8JU[/embed]*Algunas tomas del video fueron grabadas antes de que el COVID-19 llegue a Colombia.
Cruz Roja Colombiana apoya a miles de migrantes durante la pandemia de COVID-19
En pleno Parque del Agua de Bucaramanga, Santander, es posible mirar durante jornadas médicas a personal de la Cruz Roja Colombiana brindando atención primaria de salud a personas migrantes. Familias enteras acuden aquí para poder ser atendidos. Mientras esperan su turno, con un distanciamiento de metro y medio uno de otros, reciben material y consejos de voluntarios de la Sociedad Nacional sobre que es el COVID-19 y como prevenirlo. Esta es una de las múltiples actividades que la Cruz Roja está realizando para atender a personas en situación de movilidad humana, una de las poblaciones más afectadas por la COVID-19.
En Colombia, decenas de miles de migrantes (especialmente de nacionalidad venezolana) decidieron regresar a sus países de origen para enfrentar la crisis. Desde el cierre de fronteras, cerca de 60.000 venezolanos se han movilizado en el interior de Colombia.
“El escenario migratorio se ha complicado mucho”, comenta Marilyn Bonfante, Directora de la Unidad de Desarrollo Social y Humanitario de la Cruz Roja Colombiana. “Se ha generado un aumento de necesidades básicas insatisfechas entre los migrantes, y existe un retroceso en procesos de inclusión social y económica en las que se había avanzado notablemente previo a la pandemia”. Además, Bonfante establece que las actuales condiciones de movilidad son de alto riesgo. “Se ha detectado reclutamiento irregular de migrantes y existen riesgos asociados al paso de frontera por rutas informales, especialmente en Ipiales y Nariño con flujos promedios de 250 personas por día”.
A pesar de lo complicado de realizar labores humanitarias en plena pandemia, los voluntarios de la Cruz Roja Colombiana han respondido con mucha positividad a esta realidad. La Sociedad Nacional tiene activas las líneas de atención primaria en salud, apoyo psicosocial, protección, asistencia humanitaria y distribución de agua. Y al igual que otras sociedades nacionales de la región y el mundo, ha tenido que adaptarse a trabajar en un contexto sin precedentes.
Con el intenso trabajo llevado a cabo, especialmente en departamentos fronterizos, se ha llegado a cerca de 40.000 migrantes. La Cruz Roja brinda atención primaria en salud con la utilización de unidades móviles, puntos fijos y realización de jornadas en espacios públicos. De igual forma, se tiene abierta una línea telefónica y otra de WhatsApp para orientación médica y apoyo psicosocial. También, se han creado espacios de protección orientados a niños y familias que han requerido de apoyo emocional. En estos espacios se generan acciones lúdicas y se promueve sensibilización sobre la enfermedad y formas de prevención. Además, para brindar ayuda en la provisión de artículos de primera necesidad, se ha realizado la entrega de kits alimentarios y entrega de bonos con sistema “cash transfer” a cerca de 30.000 personas.
Dadas las condiciones de la pandemia, se ha dado un especial énfasis en la protección del voluntariado que se encuentra realizando acciones de primera línea. La Sociedad Nacional ha puesto a disposición de su personal y familiares una línea de teleasistencia. Además, ha generado espacios con sus 29 seccionales para brindar soporte en salud mental y bienestar del voluntariado. Esta acción ha sido muy efectiva a través de enlaces virtuales con los que se ha llegado hasta el momento a 287 miembros.
En las últimas semanas la Cruz Roja Colombiana ha estado trabajando en la preparación de sus voluntarios y personal técnico para fortalecer la respuesta en terreno e incrementar la seguridad de los voluntarios durante el desarrollo de sus labores.
Luimer Guerrero ha llevado su música desde Venezuela hasta Colombia
Luimer Guerrero llegó a Bucaramanga hace más de un año con sus dos hijos, su esposa y su suegra en un autobús que pudieron tomar con la ayuda de su congregación religiosa en Venezuela. Luimer emprendió su viaje lleno de sueños y expectativas con la convicción de que tendría nuevas oportunidades de resurgir en un país que desconocía por completo. Y como si se tratara de una señal, el primer lugar al que se acercaron fue el Centro de Atención Solidaria y de Apoyo (CASA) de la Cruz Roja Colombiana. Allí recibieron una de las atenciones más importantes para él y su familia, la explicación de cómo obtener el Permiso Especial de Permanencia (PEP), un documento que entrega el Gobierno colombiano a migrantes venezolanos. Para Luimer ese fue el primer contacto en el que conoció a quienes hoy considera una familia e “impresionante” entidad, la Cruz Roja Colombiana.Después de este acercamiento vinieron otras oportunidades; la Cruz Roja Colombiana llegó con medicina y jornadas de salud al lugar donde estaba viviendo Luimer junto con decenas de personas. En otra ocasión, Luimer cuenta que en medio de una urgencia odontológica, y sin saber con exactitud a dónde acudir, se acercaron a la institución humanitaria y allí les prestaron atención. “Nos ayudaron a llegar al sitio más cercano donde nos podrían ayudar; puedo decir que siempre que solicitamos ayuda encontramos una mano amiga para mí y para mi familia”.La música, una bendición de vidaHoy, este migrante venezolano es docente de música gracias al personal de la Cruz Roja que lo animó a dictar clase y a las personas que lo fueron conociendo y recomendando con sus amigos. Tiene 25 alumnos entre niños, adultos y grupos de jóvenes a los que les enseña un arte que alegra los corazones y además es el trabajo que le permite darle sustento a su familia.Bucaramanga (Santander) ha sido para Guerrero un espacio en el cual ha podido aprender de la cultura colombiana y a la vez ha sido una oportunidad para ser un embajador de los acordes venezolanos con los que creció. La música ha sido y seguirá siendo un sello toda su vida.Guerrero insiste en que para salir adelante en Colombia y en cualquier parte del mundo se necesita tener una mente de emprendedor. Por esta razón ha conformado su academia de música StaffGL y gracias a su emprendimiento ha estado en varios escenarios, uno de ellos la Casa del Libro en Bucaramanga (Santander). Su esposa, por su parte, también está trabajando en una iniciativa de café express. Luimer tiene esperanza y asegura que con esfuerzo y dedicación seguirá saliendo adelante.