Filipinas: La Cruz Roja se mantiene firme en su apoyo a las comunidades en proceso de reconstrucción tras seis tifones consecutivos
"¿Aún podemos con esto? Solo llevemos esta carga. Llevémosla, aunque sea pesada. No nos rindamos, podemos superarlo de algún modo".Las palabras de Janet Menes, de Camarines Sur, resuenan profundamente en Filipinas, donde familias como la suya se esfuerzan por reconstruir sus vidas después de que seis tifones sin precedentes azotaran el país en menos de un mes a finales del año pasado.Tres meses después, el personal y el voluntariado de la Cruz Roja de Filipinas siguen trabajando incansablemente para ayudar a la gente a volver a ponerse en pie. En uno de los países más expuestos a desastres del mundo -con una media de 20 ciclones tropicales al año- proporcionan asistencia vital antes, durante y después de las emergencias.Apoyo crítico en medio de la devastación Entre octubre y noviembre de 2024, los tifones y supertifones Kristine, Leon, Marce, Niko, Ofel y Pepito (todos ellos nombres locales) arrasaron el país, dejando más de 14 millones de personas afectadas.Las lluvias torrenciales, los vientos huracanados y los deslizamientos de tierra destruyeron viviendas, dañaron infraestructuras y perjudicaron los medios de subsistencia. Comunidades enteras como la de Janet fueron golpeadas repetidamente, apenas recuperándose de un desastre antes de que llegara el siguiente.En Albay, Jeanette y Jefferson Mata Septo experimentaron una devastación que nunca antes habían vivido. "Fue una tormenta muy fuerte. No esperábamos que el agua subiera tanto en nuestra zona", recuerda Jeanette.La crecida de las aguas les obligó a buscar refugio en múltiples lugares, incluidas las casas de personas vecinas. Cuando las aguas subieron demasiado, no había otro lugar al que ir que la autopista. Allí, junto a la carretera, esperaron empapados, exhaustos y con los pocos documentos que habían conseguido salvar.Cuando Jefferson volvió a su casa después de que bajaran las aguas para salvar lo que pudo, no podía creer lo que veía. "Esa mañana, cuando regresó a nuestra casa, las aguas seguían altas. Estaba intentando salvar nuestras pertenencias, y creo que el estrés de la situación le provocó un derrame cerebral", cuenta Jeanette.Tras una visita de urgencia al hospital local, Jefferson tuvo que empezar a tomar medicación de por vida para evitar otro derrame cerebral.La Cruz Roja de Filipinas demostró ser un salvavidas, proporcionando medicamentos para la hipertensión de Jefferson, junto con kits de cocina y de higiene para ayudar a la familia a reconstruir. "Los medicamentos de la Cruz Roja fueron de gran ayuda. Los medicamentos son caros", explica Jeanette.Ayudar a las familias a reconstruir desde ceroEn la vecina provincia de Camarines Sur, Janet, su marido Albiz y sus seis hijos se enfrentaron a la misma situación devastadora causada por el tifón Kristine. Pero mientras caían las fuertes lluvias, a Janet le había subido la fiebre y estaba demasiado enferma para evacuar a un refugio adecuado."Por la noche, el agua subió", recuerda. "Mi marido ayudó a trasladar nuestras cosas a un terreno más elevado, pero algunas de nuestras pertenencias se perdieron. Yo no pude ayudar mucho debido a mi fiebre".La familia buscó refugio en el cementerio cercano, donde soportaron días de aguas altas y duras condiciones.La familia regresó a casa y encontró su vivienda en ruinas, de la que sólo quedaba el techo. Una vez más, la Cruz Roja de Filipinas les brindó asistencia vital."Antes de Navidad, recibimos 5.000 pesos (unos 100 dólares) de la Cruz Roja", explica Janet. "Lo utilizamos para arreglar el techo y la cocina. Ahora hemos hecho algunos cuartos: un salón, una cocina y luego las paredes".Apoyo todo el tiempo que sea necesarioLa Cruz Roja de Filipinas, apoyada por un Llamamiento de Emergencia de la IFRC, ha estado a la vanguardia de los esfuerzos de respuesta y recuperación tras el tifón Kristine y los otros cinco grandes tifones consecutivos que azotaron el país.Desde las misiones de búsqueda y rescate hasta el apoyo a las personas que viven en centros de evacuación, sus esfuerzos han sido fundamentales para mantener la salud y el bienestar tras el paso del tifón.En los centros de evacuación se distribuyeron comidas calientes compuestas de arroz, huevos cocidos y sardinas, así como agua potable limpia. Esto es crucial porque cuando la gente pierde sus pertenencias en un tifón, también suelen perderse las cocinas y los utensilios de cocina.La niñez fue supervisada en espacios acogedores, con actividades para colorear, cantar y bailar, y la oportunidad de hablar con personas voluntarias capacitadas sobre sus necesidades y preocupaciones. En los mostradores de salud se realizaron revisiones médicas, incluida la toma de la presión arterial. Cuando fue necesario, se suministraron medicamentos para prevenir la propagación de enfermedades e infecciones que suelen aparecer con el clima extremo.A medida que las comunidades se recuperan, la Cruz Roja seguirá aportando lo que la gente necesita: dinero en efectivo para reconstruir viviendas y comprar artículos de primera necesidad, apoyo a los medios de subsistencia para que la gente pueda volver a trabajar, y el apoyo psicosocial del personal y voluntariado integrado en sus propias comunidades locales.Janet dice que ahora habla con sus hijos sobre cómo prepararse para futuros desastres, y sus palabras son tanto para los niños y niñas como para ella y Albiz."No nos rindamos: podemos salir de esta, de alguna manera".