Benín y Togo: Quemar menos, plantar más y combatir el cambio climático en cada plato: damos la bienvenida al "Club de las Madres"
En los remotos rincones de Benín y Togo se está produciendo una transformación.Con el apoyo de las Sociedades de la Cruz Roja de Benín y Togo, grupos de madres han unido sus fuerzas para llevar a cabo intervenciones que cambian la vida y mitigan los efectos del cambio climático, combaten la deforestación, mejoran la nutrición y la salud de las personas.Les damos la bienvenida a los Clubes de Madres de Benín y Togo, donde las mujeres están uniendo fuerzas con el voluntariado local, jóvenes estudiantes, profesores y otras personas para reducir el consumo de combustible, plantar árboles y sembrar cultivos adaptados a temporadas de crecimiento más cortas,Uno de los proyectos clave tiene que ver con la forma en que se preparan los alimentos en muchas comunidades rurales.Las mujeres de los Clubes de Madres, por ejemplo, están recibiendo formación para fabricar y utilizar cocinas mejoradas, que reducen el consumo de leña y el humo nocivo. Esta innovación no sólo alivia su lucha diaria, sino que también frena la deforestación y la contaminación del aire."Antes usábamos estufas hechas de piedras, que nos causaban muchos problemas", dice Dgniri Ouseni, de la comunidad de Kara (Togo). "Esas estufas consumían mucha leña, y la leña empezaba a escasear"."Con estas nuevas cocinas de bajo consumo, un trozo de leña basta para cocinar una comida. Nuestras luchas se han reducido".Más allá de las estufas mejoradas, la formación en preparación para desastres, el cultivo de semillas de ciclo corto y la reforestación han capacitado a las comunidades para hacer frente a los retos climáticos.Los Clubes de Madres no son exclusivos de Togo y Benín. Creados por mujeres de las comunidades locales con el apoyo de la Cruz Roja, responden a los retos específicos a los que se enfrentan sus comunidades.En Nigeria, los Clubes de Madres abordan la desnutrición aguda enseñando a las nuevas madres la importancia de la lactancia materna y mejores formas de utilizar los cereales locales. Las integrantes de los Clubes de Madres también se convierten en voluntarias de la Cruz Roja y suelen contar con un coordinador de la Cruz Roja que apoya sus actividades.En Benín, también apoyaron los esfuerzos para plantar más de 21.000 árboles en escuelas, pueblos y zonas comunales. Estos árboles son verdaderos multiusos: Combaten la erosión del suelo y aportan beneficios nutricionales y económicos, son símbolos de esperanza."Acogieron muy bien la iniciativa. El día que empezamos a plantar los árboles, no podíamos con las prisas, todo el mundo quería participar, incluso el personal docente", recuerda Fagnihou Kokouvi, subdirector del CEG de Abomey.Los beneficios de los árboles van más allá del presente."El impacto en las generaciones futuras es evidente", señala Frabrice Soutin, Presidenta local de la Cruz Roja en Abomey. "Dentro de dos o tres años, la niñez de este campo se beneficiará de la sombra de estos árboles para protegerse del sol".En ambos países, el personal voluntario y los liderazgos comunitarios han recibido formación sobre preparación para desastres, resiliencia climática y gestión de los recursos naturales.En Togo, la Cruz Roja Togolesa apoyó a 920 miembros de Clubes de Madres y Comités de Hombres, fomentando la sensibilización medioambiental y las prácticas sostenibles."Los Clubes de Madres recibieron formación sobre técnicas para fabricar cocinas mejoradas y sobre cómo evitar la tala innecesaria de árboles", explica Addom Aklesso, gestor de proyectos de la Cruz Roja Togolesa. "También han aprendido a vigilar los indicadores locales que señalan inundaciones, para poder preparar sus aldeas".Además de estas intervenciones centradas en el clima, los hogares de personas desplazadas y las familias vulnerables del norte de Benín recibieron ayuda vital, como kits de alimentos, utensilios de cocina y mosquiteros.La formación en semillas de ciclo corto como el maíz y los tomates -que producen frutos con relativa rapidez- ha mejorado la seguridad alimentaria, a pesar de los patrones climáticos cada vez más impredecibles que han acortado la temporada de cultivo habitual.Con financiación de la Oficina de Asuntos Humanitarios (BHA) de USAID y apoyo de la IFRC, estos proyectos han llegado a miles de personas, desde personas voluntarias y Clubes de Madres hasta escolares y familias desplazadas.Para Aklesso Quentin Adom, que dirige el proyecto para la Cruz Roja Togolesa en el norte de Togo, los progresos realizados hasta ahora le dan esperanzas."Si todas estas plantas se mantienen y alcanzan la madurez, esto nos permitirá tener buenas precipitaciones en la localidad, en la región", afirma. "Más allá de eso, las comunidades serán más resistentes, la pobreza se reducirá porque a nivel de los Clubes de Madres y los Comités de Hombres, identificaremos las actividades que generan ingresos para que cada miembro pueda participar en las necesidades del hogar. Este es el impacto a largo plazo que todas estas intervenciones tendrán en las comunidades locales".