Alianza Programática

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Asistencia en efectivo: "Hoy veo un futuro mejor para mis hijas".

Desde hace varios años, la región del Extremo Norte de Camerún se enfrenta a los efectos del cambio climático, caracterizados por sequías, alteraciones estacionales e inundaciones recurrentes, con consecuencias desastrosas para la agricultura, la ganadería e incluso el acceso a los centros de abastecimiento y los mercados, entre otros problemas. Esta situación ha provocado un mayor deterioro de la situación económica de los hogares locales.A los efectos del cambio climático se suman las tensiones sociales marcadas por los conflictos y agravios intercomunitarios, así como la presencia de grupos armados no estatales. En los últimos diez años, estos factores han creado una situación de inseguridad que ha provocado movimientos de población y, para mucha gente, la pérdida de sus personas queridas."Perdí a mi marido hace unos años", cuenta Soumaïra, que vive con sus hijas en el pueblo de Ndoukoula, en la región del Extremo Norte de Camerún. "Tenía 13 años cuando nos casamos. Unos años después di a luz a nuestra primera hija. Mi marido nos cuidaba muy bien. Su trabajo consistía en criar los rebaños de los hombres importantes de la zona, y también se encargaba de venderlos"."Un día, cuando volvía de un pueblo de la frontera con Nigeria para vender los animales de uno de sus jefes, lo mataron en un ataque. Acababa de dar a luz a nuestra segunda hija, y yo ya era viuda con dos niñas que mantener".Una vida renovada gracias a la asistencia en efectivoAl haber perdido a sus padres cuando tenía menos de 10 años, y enfrentándose a una situación precaria, Soumaîra fue acogida por el jefe de la aldea, que hace todo lo posible por cuidar de ella y de sus hijas."Un día, mientras realizaba mis tareas cotidianas, se me acercaron personas voluntarias de la Cruz Roja y algunos miembros de mi comunidad", recuerda. "Me dijeron que querían recabar información sobre mí para ver si podía optar a alguna otra ayuda económica que me permitiera cubrir las necesidades inmediatas de mi familia".Resulta que el pueblo de Soumaïra es uno de los ocho destinatarios de la Alianza Programática entre la IFRC, la Dirección General de Protección Civil Europea y Operaciones de Ayuda Humanitaria (ECHO) y la Cruz Roja Francesa en Camerún.Como parte de la segunda fase de las operaciones de la Alianza en la región, 1.000 hogares de la región del Extremo Norte reciben ayuda en efectivo desde enero de 2024. Las entregas de efectivo se realizaron para responder a las necesidades básicas más urgentes de la población de esta región, tras la violencia armada, los efectos del cambio climático y los impactos residuales y económicos de la pandemia de COVID-19."Les dije todo lo que querían saber y confiaba en ser seleccionada, y así fue. Algún tiempo después, me explicaron que recibiría 64.000 francos centroafricanos (unos 91 francos suizos) en tres plazos. Con ese dinero podría comprar algunos artículos importantes para la casa, hacer que cuidaran de mis hijas si alguna vez se ponían enfermas y, con el resto, si quería, montar un pequeño negocio"."Hoy he recibido mi primera asignación económica y estoy muy contenta. Con este dinero voy a comprar mijo y otros alimentos para alimentar a mis hijas. También voy a empezar a criar ganado y a comerciar para ganarme la vida. Es un proceso que continuará con los demás fondos que reciba. Podré atender las necesidades escolares de mis hijas y luchar por cambiar sus vidas"."Hoy puedo ver un futuro más brillante para mis hijas".Además de la ayuda en efectivo, la Cruz Roja de Camerún está compartiendo mensajes de sensibilización comunitaria sobre la mejor manera de prepararse y responder a epidemias y desastres, así como sobre la comunicación de riesgos y la participación de la comunidad.

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Crisis del hambre: "Ahora puedo cuidar de mi propia familia"

En la región de Lubombo (Eswatini), cerca de la ciudad de Big Bend, Bongani Masuku, de 39 años, observa su campo de maíz. Acaba de cosechar una parte la semana pasada. "Pero aún queda trabajo por hacer", dice Bongani y empieza a trabajar la tierra. Lubombo es una de las zonas más calurosas de Eswatini. Mientras Bongani deshierba su campo, la temperatura ya ha subido a más de 34 grados. "Elimino las malas hierbas para que mi maíz crezca bien", dice. "Si dejara que las malas hierbas se apoderaran de todo, las siembras crecerían muy delgadas y no ofrecerían una buena cosecha". A principios de la temporada, Bongani asistió a un curso de formación agrícola, tras el cual recibió asistencia en efectivo de unos 70 euros aproximadamente. Invirtió el dinero en semillas de maíz más resistentes a la sequía, ya que el cambio climático ha hecho que las lluvias sean más irregulares y ha aumentado la sequía. Alrededor del 70% de la población de Eswatini depende directamente de la agricultura para su subsistencia. Por eso las cambiantes condiciones meteorológicas son extremadamente preocupantes. "Las recientes olas de calor han dificultado mucho la agricultura. El maíz no debe recibir demasiada luz solar cuando está floreciendo. La lluvia es importante en esa fase. La última vez que el maíz floreció no llovió nada, así que mi cosecha fue menor de lo que esperaba". El campo de maíz tiene un gran significado para Bongani. "Me permite alimentar a mi familia, pero también vender parte de la cosecha y conseguir dinero", añade. "Este dinero me ayuda a darle educación a mis hijos. Tengo cinco hijos con mi querida esposa. Ahora puedo comprarles libros de texto y otro material escolar, como bolígrafos. Si gano suficiente dinero, también puedo comprarles zapatos para que vayan a la escuela". Inseguridad alimentaria prolongada Como en otros lugares del sur de África, la población de Eswatini sufre una grave y prolongada crisis de seguridad alimentaria que comenzó en 2015. La sequía provocada por el fenómeno de El Niño, reforzada aún más por el cambio climático y la irregularidad de las lluvias e inundaciones desde entonces, han dañado las cosechas año tras año. Bongani es una de las 25.500 personas incluidas en el proyecto de tres años financiado por la Unión Europea para mejorar la seguridad alimentaria mediante asistencia en efectivo. Además de la Cruz Roja Finlandesa, el proyecto incluye a la Cruz Roja de Baphalali Eswatini y a la Cruz Roja Belga de Flandes. Para las personas destinatarias de la asistencia en efectivo, como Winile Masuku, el dinero ha significado la posibilidad de comprar alimentos como arroz, harina de maíz y aceite de cocina en un momento en que las fuentes habituales de alimentos son mucho menos abundantes y más caras. "Antes de recibir la asistencia en efectivo, dependíamos de nuestros vecinos", explica Winile sentada frente a su casa, cuyas paredes están hechas de intrincados tejidos de ramas y piedra. "Ahora puedo cuidar de mi propia familia". Jardinería para el cambio Aunque no todo el mundo se dedica a la agricultura, muchas personas en Eswatini cultivan una parte de su sustento diario en huertos comunitarios locales. Esta es una de las razones por las que este proyecto de resiliencia climática también pretende revivir la tradición de los huertos comunitarios. Parte de ese esfuerzo incluye cursos de formación del Ministerio de Agricultura sobre la forma más eficaz de cuidar los huertos comunitarios ante condiciones climáticas más extremas. Después de cada formación, quienes participan reciben asistencia en efectivo de unos 35 euros para comprar semillas de plantas, por ejemplo. Se anima a estas personas a utilizar variedades de cultivos que requieran menos agua. "El huerto ofrece estabilidad a mi familia, ya que me empleo en esto y cuido de mi familia", dice Sibongile, una de las participantes. "La cosecha del huerto me permite alimentar a mi familia, y también puedo vender algunas cosechas para conseguir dinero para la educación de mis hijos". Salud en el campo También es importante garantizar la salud de la población, ya que la sequía y el calor pueden crear condiciones que agraven la propagación de enfermedades y síntomas como la deshidratación. Por esta razón, el proyecto financiado por la UE también apoya a la comunidad en la preparación ante epidemias y pandemias. La Cruz Roja de Baphalali Eswatini gestiona tres clínicas en el país, y el proyecto apoya su capacidad para responder a diferentes epidemias, como las enfermedades diarreicas, la tuberculosis y el VIH. "Todas las mañanas ofrecemos asesoramiento sanitario, lo que significa que informamos a las personas atendidas de las epidemias que hay actualmente", explica Phumlile Gina, enfermera de la clínica de Hosea Inkhundla, en la región de Shiselweni. "Ahora mismo les informamos de las vacunas, sobre todo contra el coronavirus y la tuberculosis. También hacemos hincapié en la higiene adecuada: explicamos lo importante que es lavarse las manos y también recordamos a la gente que lave sus recipientes de agua de vez en cuando." "Algunas de las personas que atendemos aquí en el campo son muy pobres", añade. "Pueden venir a la clínica por alguna razón completamente distinta, por una gripe, por ejemplo. Pero entonces podemos darnos cuenta de que el crecimiento del hijo del paciente está claramente atrofiado y hay motivos para sospechar malnutrición." "También podemos ocuparnos de esas situaciones y vigilar el estado de las personas. Me siento muy bien cuando un paciente vuelve a la clínica al cabo de seis meses y dice que su hijo está muy bien y juega como los demás niños y niñas." La Alianza Programática entre la red de la IFRC y la Unión Europea proporciona financiación estratégica, flexible, previsible y a largo plazo, para que las Sociedades Nacionales puedan actuar antes de que se produzca una emergencia. Se está aplicando en todo el mundo, incluyendo 13 países de África.

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Estamos #SiempreAhí con las personas migrantes

En todo el mundo, las personas que migran o son desplazadas de sus hogares se enfrentan a riesgos inaceptables. Pero las personas en movimiento no están solas en sus viajes. Ya sea por tierra o por mar, la labor de la Red de la IFRC tiene como fin salvar vidas, reducir los riesgos y facilitar el acceso a los servicios esenciales.

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Las comunidades son el corazón de la resiliencia ante la crisis climática

En los últimos cincuenta años, Panamá ha experimentado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias intensas y prolongadas, tormentas de viento, inundaciones, sequías, incendios forestales, deslizamientos de tierra, ciclones tropicales y los efectos de los fenómenos de El Niño y La Niña.Ahora mismo, Panamá enfrenta una grande sequía; y en los años recientes, a finales del 2020, los huracanes Eta e Iota inundaron las regiones de Soloy y Tierras Altas, en Chiriquí, que son parte del territorio indígena Ngäbe. Esta es, además, una de las principales zonas agrícolas en Panamá, y una de las que se vio más afectada por estos huracanes, lo que impulsó a la comunidad a prepararse ante posibles eventos similares.A partir de eso, la gestión del riesgo frente a desastres se ha convertido en una labor fundamental, impulsada por la participación activa de lideresas y líderes indígenas comunitarios como Dalia, Eusebio y Wilfredo de la comunidad de Soloy, el compromiso de vecinas como Doña María que vive en Las Nubes, Tierras Altas, y el acompañamiento de actores locales como la Cruz Roja Panameña.En la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático (COP28) que se celebra esta semana, la IFRC sigue insistiendo en que las comunidades deben estar en el centro de la preparación para desastres y crisis climática. Aquí exponemos tres de las razones principales:1. Volverá a ocurrir: Prepararse para catástrofes recurrentes"Una de las situaciones que se dan para la temporada de invierno son las inundaciones de los ríos, porque nosotros tenemos gran cantidad de ríos en la comunidad; y también los deslizamientos, que dejan casas y carreteras afectadas”, comenta Eusebio Bejarano, líder comunitario de Soloy.Es por eso que la Cruz Roja Panameña trabajó junto a la comunidad en la preparación de una evaluación y estableció Brigadas de Respuesta Comunitaria. Además, han empezado a utilizar una herramienta llamada Nexus Environmental Assessment Tool (NEAT+), que ayuda a identificar rápidamente los problemas medioambientales antes de diseñar intervenciones de emergencia o recuperación a más largo plazo.“Es una herramienta de evaluación medio ambiental que nos ha permitido conocer el contexto de las actividades que desarrolla la comunidad y sobre todo, cómo podemos trabajar para la protección de los medios de vida de esta comunidad, que es rural y que depende mucho de la agricultura de subsistencia”, explica Daniel González, Jefe de Gestión de Riesgos de la Cruz Roja Panameña.A nivel familiar e individual, también se pueden tomar acciones para proteger nuestras viviendas. Como Doña María, que vive cerca de la orilla del río y ha trabajado en un plan familiar de evacuación. Ahora está preparada para actuar en caso de inundación.2. La población local es la primera en responder: Reforzar la capacidad de respuesta de las comunidadesParte de los procesos de preparación requieren que las comunidades fortalezcan sus aprendizajes, capacidades técnicas y de liderazgo, para adaptarse mejor a las situaciones de crisis que van a vivir. Las organizaciones comunitarias son las primeras en responder cuando ocurren desastres y, a menudo, tienen acceso a áreas que los actores internacionales no tienen.Su presencia dentro de los territorios antes, durante y después de las crisis, significa que generalmente tienen la capacidad de responder de manera inmediata, pero también de fomentar la preparación y la recuperación a largo plazo.“Debemos prepararnos en Primeros Auxilios, las autoridades deben estar capacitadas, el personal docente y la comunidad", dice Dalia, lideresa de la Brigada de Apoyo Psicosocial. "La Cruz Roja ha traído diferentes tipos de capacitaciones, en las que han participado jóvenes, pero necesitamos que se involucren más comunidades y más jóvenes”.La implementación de proyectos educativos, como las escuelas azules, que incorporan aprendizajes sobre agua, saneamiento e higiene (WASH), reciclaje y huertos escolares; son una muestra de las acciones que las comunidades de esta zona están llevando a cabo, con el apoyo de la Cruz Roja Panameña.“Hemos capacitado a la Brigada de Extinción de Incendios, la Brigada de Primeros auxilios; pero también hemos trabajado en el fortalecimiento de la resiliencia en tres centros educativos de Alto bonito, Boca de Remedio y Soloy", comenta Daniel González, Jefe de Gestión de Riesgo de la Cruz Roja Panameña.. "Además, les hemos dotado de botiquines de primeros auxilios y tablas rígidas, acompañado de la capacitación a docentes y a la comunidad educativa”.3. Las comunidades saben lo que está en juego: Fortalecer la resiliencia comunitariaLas comunidades son el corazón de la preparación ante la crisis climática porque saben lo que está en juego: su entorno y la supervivencia de sus medios de vida. Ante la crisis climática y los escenarios cada vez más inciertos, la Cruz Roja trabaja con las comunidades para fortalecer la resiliencia local ante los choques relacionados con el clima.“Hemos trabajado de la mano con la Cruz Roja, organizando y preparándonos para situaciones que se vienen dando con la crisis climática, enfocándonos bastante en la comunidad, trabajando con liderazgos, trabajando con las autoridades y visitando las comunidades”, comenta Eusebio Bejarano, Líder Comunitario.La resiliencia comunitaria permite a las comunidades prepararse para hacer frente a los desastres y crear un futuro seguro, saludable y próspero. Para eso debemos registrar información sobre todas las amenazas pertinentes, así como sus causas, amenazas a la salud, peligros, conflicto, violencia, crisis climática, degradación ambiental. Únicamente así podremos establecer prioridades en conjunto, y decidir cuál es la mejor manera de abordarlas.Otro de los líderes comunitarios, Wilfredo, resalta la importancia de promover la empatía y el cuidado colectivo, y destaca la importancia de cuidar la naturaleza, enfatizando que las montañas y ríos son fundamentales para la vida comunitaria. La población indígena Ngäbe también ha puesto sobre la mesa la necesidad de tomar en cuenta elementos culturales como el idioma, a la hora de plantear acciones de preparación.Una comunidad resiliente es aquella que cuenta con experiencia, es saludable y puede satisfacer sus necesidades básicas, tiene oportunidades económicas, cuenta con infraestructura y servicios bien mantenidos y accesibles; y puede manejar sus bienes naturales en armonía con el ambiente.También se están llevando a cabo acciones de preparación ante desastres y resiliencia comunitaria en Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador, gracias a la Alianza Programática entre la red de la IFRC y la Unión Europea, que proporciona financiación estratégica, flexible, a largo plazo y predecible, para que las Sociedades Nacionales puedan actuar antes de que ocurra una emergencia.

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Alianza Programática incluirá a más comunidades durante el año que viene

La alianza global destinada a reforzar la resiliencia y proporcionar ayuda a algunas de las comunidades más vulnerables del mundo continuará en su segundo año; tras una decisión adoptada por la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda HumanitariaEuropeas (DG ECHO) y la IFRC, a principios del verano de 2023. A través de la Alianza Programática, los fondos de la Unión Europea (UE) financiarán hasta 2024 una serie de proyectos innovadores, centrados especialmente en la acción local para prepararse y responder a las crisis humanitarias y sanitarias. Con el cambio climático, las pandemias y los movimientos de población en aumento, este tipo de alianzas son cruciales para mejorar la acción anticipatoria dirigida a nivel local y, en caso necesario, la respuesta a las catástrofes. “El camino hacia la localización implica tener a las comunidades locales en el asiento del conductor desde el momento de la identificación de las necesidades, alineadas con las prioridades y estrategias; hasta la toma de decisiones y la ejecución", dijo Marwan Jilani, director general de la Media Luna Roja Palestina (MLRP). La Alianza ha llegado hasta ahora a más de ocho millones de personas, ayudando a las comunidades a reducir riesgos y reaccionar rápidamente ante crisis repentinas. Con un impulso de 70 millones de euros en el segundo año, la Alianza asciende a más de 134 millones de euros y podrá llegar a muchas más personas que en el primer año. Toda la labor de la IFRC se lleva a cabo en estrecha cooperación con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las comunidades locales y las redes de voluntariado. "Las necesidades humanitarias son cada vez mayores y si queremos preparar a las comunidades para que sean más resilientes, tenemos que aunar esfuerzos con nuestras Sociedades Nacionales e instituciones públicas", Nena Stoiljkovic, Secretaria General Adjunta de Relaciones Mundiales, Diplomacia Humanitaria y Digitalización de la IFRC. "Solo así podremos ser más eficaces y eficientes. Este programa es el mejor ejemplo que tenemos sobre financiación a largo plazo y multinacional y es una inspiración para colaboraciones similares que están por venir." La Alianza se centra en cinco áreas clave: Preparación y respuesta a desastres: Preparar a las comunidades, las Sociedades Nacionales y las instituciones de gestión del riesgo de desastres para anticipar eficazmente, responder y recuperarse de los efectos de conmociones y amenazas múltiples y cambiantes. Preparación y respuesta ante epidemias y pandemias: apoyo a las comunidades para prevenir, detectar y responder a los brotes de enfermedades. Apoyo a las personas en movimiento: proporcionar a las personas desplazadas sus necesidades humanitarias básicas. Ayuda en efectivo: a menudo la mejor manera de ayudar a las personas es darles una subvención en efectivo para que la inviertan localmente, como ellas elijan. La ayuda en efectivo da dignidad y autonomía a quienes la necesitan. Comunicación de riesgos, participación comunitaria y rendición de cuentas: las personas a las que ayudamos a través de la Alianza Programática son partícipes de nuestro trabajo. Les escuchamos atentamente y actuamos en función de sus opiniones y necesidades. Un total de 12 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja de la UE participan en la aplicación de la Alianza Programática en 24 países de todo el mundo. He aquí algunos ejemplos de actividades de la Alianza: Tras los incendios de Cox's Bazar, en Bangladesh, el mayor campo de personas refugiadas del mundo, la Media Luna Roja de Bangladesh y la IFRC prestaron ayuda inmediata a las familias que habían perdido sus casas y les proporcionaron colchones, mantas y linternas. También construyeron 500 refugios en el Campo 11. Esta financiación se unió a los recursos del IFRC-DREF para dar una respuesta integral al incendio. Se asignaron más de 300.000 euros de la Alianza Programática y 2.500 personas recibieron ayuda a través de esta intervención de emergencia.  La Cruz Roja de Chad respondió inmediatamente a la crisis de Sudán, prestando apoyo básico a las personas que huían del conflicto y cruzaban la frontera hacia el este de Chad. La flexibilidad del instrumento de financiación del programa permitió este apoyo oportuno y crítico. Se asignaron más de 260.000 euros y se llegó a 5.883 personas a través de esta acción. Después de que Ecuador se viera afectado por varios desastres simultáneos -inundaciones, deslizamientos de tierra, derrumbes de edificios, granizadas y un terremoto-, la Cruz Roja Ecuatoriana pudo ayudar a la población afectada proporcionando kits de hogar, herramientas, cocina, higiene y limpieza, así como mosquiteras, mantas y acceso a agua potable. Se asignaron más de 250.000 euros y se llegó a 13.020 personas en esta intervención.  El voluntariado de la República Democrática del Congo, Honduras, Guatemala, El Salvador y Panamá han recibido formación para utilizar la Herramienta Nexus de Evaluación Medioambiental (NEAT+), con el fin de evaluar mejor los riesgos y las necesidades tras una catástrofe.  En Guatemala, el personal voluntario ha recibido formación sobre el uso de drones para "fotogrametría", la forma moderna de obtener información fiable sobre objetos físicos y el medio ambiente mediante el proceso de registro, medición e interpretación de imágenes fotográficas. La formación ha mejorado considerablemente la capacidad de las personas voluntarias para evaluar los riesgos y prepararse adecuadamente.

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Migración: La Cruz Roja Ecuatoriana sale a la calle para prestar servicios esenciales a personas migrantes venezolanas - en cada paso del camino

Cristia, Winston, Yender y Belkis son cuatro personas muy diferentes, han tomado caminos distintos en la vida. Han recorrido miles de kilómetros desde Venezuela, primero a través de Colombia, camino al sur, hacia Ecuador. Sus realidades son muy diferentes y sus necesidades varían a lo largo del viaje. En algunos puntos, necesitan información y una llamada telefónica; y en otro punto de la ruta, buscan atención médica, o alguien con quien hablar y en quien confiar. El movimiento de personas de Venezuela a Ecuador es sólo una de las muchas rutas que las personas migrantes cruzan a lo largo de América en busca de un futuro mejor. La red de la IFRC está presente en 22 países de la región; y evalúa constantemente las necesidades de las personas migrantes para identificar la mejor manera de apoyar a quienes más lo necesitan. Como en muchos otros lugares, a lo largo de otras rutas migratorias, la Cruz Roja Ecuatoriana se esfuerza por acompañar a quienes migran, donde sea que se encuentren, cuando más lo necesitan, para garantizar que estén en estado seguro y saludable, física y emocionalmente.1. Cruzar fronteras hacia un camino desconocidoCaminando con la ayuda de dos muletas, Cristia es acompañada por su marido Winston, tras cruzar el puente fronterizo de Rumichaca que separa Colombia de Ecuador. Mujeres embarazadas, menores, personas adultas mayores o personas heridas o con alguna discapacidad, como Cristia, cruzan esta frontera hacia un futuro incierto, sin saber dónde dormirán y comerán por el camino. Se calcula que cerca de 475.000 personas migrantes y refugiadas venezolanas viven en Ecuador. En el camino pueden enfrentarse a muchos riesgos: xenofobia, hambre, el peligro de subir y bajar de los camiones de carga, pasar las noches en la calle sin importar las condiciones del clima. Así como violencia sexual, robos y extorsiones.2.La información es esencialA un lado de la carretera, Cristia espera junto al paso de ruidosos y fugaces tractores, mientras Winston busca información sobre cómo llegar a Perú. Allí les esperan familiares que tomaron la misma ruta hace meses.Cristia y Winston obtienen gran parte de la información que necesitan a través de grupos masivos de WhatsApp, administrados por otras personas que han migrado antes. Al cruzar de un país a otro, la pareja perdió el acceso a datos móviles, la moneda cambió y no saben cómo continuar su viaje. En respuesta a este tipo de necesidades, la Cruz Roja Ecuatoriana proporciona información básica y orientación a las familias; para que sepan dónde recibir apoyo, como kits de alimentos, puntos de descanso e higiene personal. También les comparten la ubicación de las Unidades Móviles de Salud en las carreteras, donde pueden recibir primeros auxilios psicológicos y asistencia médica primaria.Este servicio es posible gracias a la Alianza Programática entre la red de la IFRC y la Unión Europea, que proporciona financiación estratégica, flexible, a largo plazo y predecible, para que las Sociedades Nacionales que forman parte de este programa puedan prestar un apoyo humanitario más eficiente y eficaz.3. Conexión en cada pasoQuienes aún tienen teléfono móvil pueden mantenerse en contacto con sus personas queridas. Pero muchas veces, los teléfonos y las libretas de direcciones pueden perderse o ser robados y no tienen forma de llamar a sus familiares para informarles de que siguen con vida. Para hacer frente a este problema, la Cruz Roja Ecuatoriana ofrece el servicio de Restablecimiento de Contacto entre Familiares, que permite a las personas migrantes comunicarse con sus personas cercanas para contarles cómo se encuentran. Mateo Ríos, voluntario de la Cruz Roja, ofrece llamadas nacionales e internacionales, conexión a Internet y acceso a las redes sociales a 130 personas al mes. "Apoyar el restablecimiento de contacto entre familiares es muy emotivo. Algunas personas viven una gran incertidumbre al no haber tenido contacto con sus familias durante semanas, y cargan con el peso de los peligros que han vivido. Así es como desde el voluntariado trabajamos para mantener la confianza de las personas, para que puedan seguir adelante", afirma Mateo.4. Recuperarse para avanzarMientras Cristia y Winston se detienen para recibir más información, hay quienes, como Yender, de 19 años, recorren el camino con compañeros que conocieron en la carretera. Aquí, Yender y su grupo esperan su turno para entrar en la Unidad Móvil de Salud, donde cada día se atiende a unas 40 personas. "He pasado frío, he sido rechazado y maltratado", dice Yender. "La comida no está asegurada en la ruta y en algunos lugares ni siquiera nos dan un vaso de agua, aunque estemos deshidratados. El kit de comida que nos ha dado la Cruz Roja nos da fuerzas, y pronto, cuando me vea el médico, quiero que me diga cómo está mi salud".Tras recibir asistencia médica y psicológica, Yender y sus amigos recargan energías, se despiden del equipo humanitario y continúan su viaje hacia el sur.5. Instalarse en un nuevo hogar, en un nuevo paísAdemás de las ciudades y pueblos de tránsito donde la gente pasa breves horas de camino a su destino final, hay lugares donde la gente se establece y empieza una nueva vida desde cero. Ibarra es una de esas ciudades, rodeada por las montañas andinas.Quienes acaban de llegar no tienen medios para comprar alimentos, productos básicos o pagar un alquiler. Allí, la Cruz Roja Ecuatoriana proporciona ayuda en efectivo y apoyo a los pequeños negocios de la población migrante y de acogida. Este es el caso de Belkis Colmenares. Ella vive en Ecuador desde hace dos años, salió de Venezuela hace tres y vive en un apartamento de tres habitaciones con otras doce personas, siete de las cuales son niñeces. "Hace dos meses nos enteramos de la ayuda que se ofrecía", cuenta Belkis. "Una chica de la Cruz Roja nos acompañó al cajero automático y nos dieron el dinero con el que compré comida, pagué parte del alquiler y medicinas para mi marido, que sufre una discapacidad motora. Aunque el dinero desaparece en cuanto llega, me sentí feliz porque me quitó un gran peso de encima".

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Esperanza en medio del calor: Voluntarias como Fatema Khatun ayudan a su vecindario a superar las sofocantes olas de calor en Bangladesh.

Mientras el sol brilla sin piedad sobre el barrio de Bajakajla, en la ciudad de Rajshahi (Bangladesh), Fatema Khatun recuerda vívidamente su infancia, cuando el tiempo era distinto y la vida más cómoda. "Cuando iba a la escuela primaria, la temperatura no era tan alta, vivíamos bien", cuenta. "Solíamos sentarnos junto al cauce del río y el tiempo era diferente. Llovía con frecuencia. La temperatura era baja". Las frecuentes lluvias y las bajas temperaturas hacían que jugar junto al lecho del río fuera un pasatiempo alegre. Pero con el paso del tiempo, cada verano que pasaba parecía más caluroso e insoportable. "Ahora la temperatura media es de 42-43 grados centígrados", dice Fatema, de 19 años, que vive con su familia en una pequeña casa con tejado de chapa. "A veces sube a 45 grados centígrados. Debido a las altas temperaturas, tengo problemas en los ojos. No puedo leer correctamente". Las olas de calor son especialmente duras para las personas adultas mayores. "Nunca había visto una ola de calor así", dice la abuela de Fatema, Shohor Banu Bewa, de 75 años, que siente intensamente el impacto de la canícula y tiene dificultades para dormir por las noches. "Cuando sube la temperatura, me siento junto al cauce del río". Muchas familias, como la de Fatema, luchan contra la picazón, los sarpullidos y otras enfermedades relacionadas con el calor. Y a menudo carecen de recursos para hacer frente a las consecuencias sanitarias. "La gente de nuestra zona es pobre", dice Fatema. "La mayoría trabaja en el servicio doméstico. Tienen muchos problemas para mantener a sus familias y criar a la niñez. No pueden darles educación, comida y ropa debido a la pobreza". Techos de lata caliente Sayma Khatun Bithi, voluntaria comunitaria de la Media Luna Roja de Bangladesh en Rajshahi, añade que las casas son especialmente vulnerables al calor. "Quienes viven en la zona de suburbios tienen sus casas hechas de lata", dice Sayma, que junto con Fatema se hizo voluntaria después de recibir formación en primeros auxilios de la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh. "La hojalata absorbe más calor. El calor se ha vuelto insoportable para las niñas y niños, las personas adultas mayores y las mujeres embarazadas". Para ayudar a las personas que viven en situaciones vulnerables en algunas partes de la ciudad de Rajshahi, la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh se propone proteger a la ciudadanía de los efectos adversos de las olas de calor. Mediante un proyecto financiado por la Unión Europea, en colaboración con la IFRC, la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh, la Cruz Roja Alemana y la Cruz Roja Danesa. "La Media Luna Roja de Bangladesh nos informó de muchas cosas a través de anuncios y programas de radio", dice Fatema. "Nos enseñaron cómo ayudar a alguien si cae inconsciente debido a una ola de calor. Yo escuchaba la información que daba la Media Luna Roja de Bangladesh en la radio. Comparto la información con todo el mundo". Centros de enfriamiento Fatema también recibió formación en primeros auxilios de la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh y, junto con Sayma Khatun Bithi y otras, se convirtió en voluntaria comunitaria. Abu Md Zubair, funcionario de campo de la Sociedad de la Media Luna Roja de Bangladesh, destacó la importancia de la concientización pública. Su equipo proporcionó centros de enfriamiento, instalaciones médicas y puso en marcha programas de sensibilización, enseñando a la comunidad cómo mantenerse sana durante las olas de calor. Un programa de radio comunitario, presentado por Jannatun Nahar Joti, difundió estos mensajes a toda la ciudad. Gracias a los esfuerzos combinados de personas como Fatema Bithi y organizaciones como la Media Luna Roja, las enfermedades y muertes relacionadas con el calor empezaron a disminuir. Aunque el calor era implacable, la gente está aprendiendo a gestionar el calor extremo, apoyándose y cuidándose mutuamente.

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El Salvador: Cruz Roja apoya a las comunidades antes, durante y después de los desastres

Rosa Cándida es una campesina del pueblo Las Maravillas, en las afueras de Ahuachapán, al oeste de El Salvador. Ella, su marido, sus dos hijas y sus dos nietas pequeñas viven de la tierra, cultivando maíz, frijol y maicillo en el campo, a 2 kilómetros de su hogar.En un marcado contraste con el idílico entorno, en los últimos años Rosa ha visto cómo tormentas tropicales, deslizamientos de tierra, lluvias torrenciales y terremotos devastaban su país y su comunidad.El Salvador es el país más pequeño de Centroamérica, pero se enfrenta a grandes catástrofes y riesgos relacionados con el clima. En 2022, Rosa fue una de las más de 1,7 millones de personas que necesitaron algún tipo de ayuda humanitaria o protección en el país debido a los desastres.Un terremoto en enero de este año dañó su casa, creando grandes grietas en sus paredes de adobe y obligando a su familia a dormir a la intemperie mientras encontraban el dinero necesario para repararla.Media jornada de trabajo agrícola sólo genera ingresos suficientes para que Rosa alimente a su familia durante el día, lo que significa que desastres como el terremoto tienen un impacto drástico en las finanzas y el bienestar de su familia.Afortunadamente, la ayuda llegó de Cruz Roja Salvadoreña. Sus equipos realizaron rápidamente una evaluación de los daños causados y proporcionaron ayuda en efectivo a más de 600 familias de la región, incluida la de Rosa."El apoyo de la Cruz Roja nos ayudó a comprar alimentos, medicinas y otros artículos para el hogar", dice.Los equipos de la Cruz Roja realizaron dos transferencias de efectivo, asegurándose de que el dinero llegara a las personas que más lo necesitaban:"Dimos prioridad a los hogares más afectados por el terremoto, entre los que había personas mayores, mujeres embarazadas, madres en periodo de lactancia e infantes", explica Fátima Évora, de la Cruz Roja Salvadoreña.La asistencia en efectivo es una de las muchas formas en que la Cruz Roja Salvadoreña ayuda a las comunidades locales de todo el país a prevenir, prepararse y responder a los desastres. El personal voluntario también ha estado estableciendo sistemas de alerta temprana para preparar a las comunidades para sequías e inundaciones, ofreciendo apoyo a la gente para que adapte sus medios de subsistencia a la crisis climática.La Cruz Roja Salvadoreña organizó talleres comunitarios a principios de este año, para que la gente conociera los riesgos de desastre y saber cómo prepararse. Todo como parte de la Alianza Programática entre la IFRC y la Unión Europea."Aprendimos que hay alertas verde, amarilla, naranja y roja, y que cada una indica un nivel de riesgo diferente. Podemos estar preparadas y avisar por megáfono a la gente para que evacúe y busque ayuda", dice Juana Santa María, que asistió a un taller en San Luis Herradura."Lo más valioso ha sido saber que, como comunidad, podemos pedir ayuda a la alcaldía, a las asociaciones de desarrollo comunitario y al personal de protección civil. Hoy tenemos más información para prepararnos y responder a los desastres", añade.--En 2022, llegamos a 3.000 personas en El Salvador a través de la Alianza Programática con la Unión Europea.Implementada por 24 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en todo el mundo, incluyendo en Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador en las Américas, la Alianza Programática ayuda a las comunidades a reducir sus riesgos y estar mejor preparadas para desastres y emergencias de salud. Con la coordinación de la Cruz Roja Española,Cruz Roja Italiana y Cruz Roja Noruega y el apoyo de la IFRC, la Cruz Roja Salvadoreña está:Construyendo conocimiento comunitarioPrestandoasistencia a las personas que se desplazanPreviniendoy respondiendoa los brotes de saludGarantizandoque las percepciones y preocupaciones de la comunidad se tengan en cuenta y se utilicen para mejorar su asistencia humanitaria.

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Mujeres rurales de Guatemala en el corazón de la salud comunitaria

En el oeste de Guatemala, las mujeres rurales son mensajeras que salvan vidas, proporcionando información sanitaria fiable a sus comunidades locales. Escrito por David Quijano, IFRC América.Gladis Gómez viste de morado su Huipil, traje típico del occidente montañoso de Guatemala cuyo tono demuestra su luto, pues hace unos días perdió a un familiar lejano.A pesar de ello, una sonrisa ilumina su rostro, una sonrisa que muchas personas de su comunidad reconocen.Gladis es la Presidenta de un comité local de salud en la comunidad de Xecaracoj. El comité reúne a una docena de mujeres rurales que han recibido formación en temas clave de salud, por parte de la Cruz Roja Guatemalteca. Para que puedan ayudar a promover prácticas saludables en su comunidad.Juntas, las mujeres van de puerta en puerta por su pueblo, compartiendo conocimientos sobre cómo la gente puede prevenir enfermedades comunes y muertes, especialmente entre los niños.Esta labor es vital. Guatemala tiene una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo, y más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. La pandemia de COVID-19 también se cobró un alto precio en el país: 20.000 personas murieron a causa de la enfermedad en 3 años."Hemos difundido los nuevos conocimientos que nos ha dado la Cruz Roja Guatemalteca para informar a hombres, niños y niñas sobre cosas tan sencillas como lavarse las manos, limpiar nuestras casas y nuestras calles; hasta la importancia de la lactancia materna y la nutrición"."Ahora sabemos que los hábitos saludables marcan la diferencia entre tener una comunidad fuerte y sana o seguir llevando a nuestros bebés al hospital", dice Gladis.Juan Poyón, Técnico de Control de Epidemias y Pandemias de la Cruz Roja Guatemalteca, dice que ha aprendido mucho de los comités de salud, como el que dirige Gladis, y ha utilizado los conocimientos locales de las mujeres para orientar y mejorar su apoyo.‘’Identificamos temas clave, por ejemplo, que sus prioridades eran la prevención de la COVID-19 o la desnutrición. Hoy, con los comités ya entrenados, identificamos que las mujeres querían llegar a más personas, de hecho, priorizaron la radio, un kiosco de información o mensajes vía WhatsApp como los mejores canales para compartir sus conocimientos de forma masiva’’, explica Juan.Para compartir aún más estos valiosos conocimientos comunitarios, la Cruz Roja Guatemalteca puso en contacto a los comités de salud dirigidos por mujeres con el Ministerio de Salud, lo que ha abierto los ojos a las autoridades nacionales. Ahora trabajan juntos para mejorar la salud comunitaria en todo el país.Ana Gómez, epidemióloga del Ministerio de Salud de Guatemala, explicó:"Hemos trabajado con la Cruz Roja Guatemalteca para identificar necesidades desde el respeto de la diversidad de las poblaciones. Conocimos y acogimos los puntos de vista de las mujeres para fortalecer la salud comunitaria y en el camino confirmamos que su papel es clave"."Son ellas quienes buscan principalmente los servicios de salud, también tienen un rol fundamental en la educación de quienes van a estar al frente del país. Posicionar a las mujeres significa asegurar el cambio de comportamiento de la familia y de las comunidades, y por ende contribuye a mejorar la salud de Guatemala", comenta Ana.Pasando tiempo con Gladis, está claro que se siente muy orgullosa de su trabajo, y que ella y sus compañeras del comité de salud están contentas de que se escuchen sus voces.Mientras se sienta y teje un nuevo corte -una falda tradicional maya- señala las rayas amarillas que representan la esperanza."Mañana me pondré un huipil amarillo para representar el color de la vida, los rayos del sol y el maíz", dice Gladis."Las mujeres de esta comunidad somos especiales, muy especiales, porque hoy tenemos el conocimiento para proteger la vida".La promoción de los comités locales de salud en Guatemala forma parte del Pilar de Preparación ante Epidemias y Pandemias de nuestra Alianza Programática con la Unión Europea.Hasta la fecha, 1250 familias de la zona rural de Quetzaltenango han recibido asesoramiento sanitario, brindado por los comités locales de salud.La Alianza Programática ayuda a las comunidades a reducir sus riesgos y a estar mejor preparadas para desastres y emergencias de salud. Es implementada por 24 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja alrededor del mundo, incluyendo Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador en América,La IFRC continuará fortaleciendo las capacidades de las comunidades en Guatemala para prevenir pandemias y epidemias; y alentando a más mujeres a asumir posiciones de liderazgo para que puedan tener un impacto profundo y positivo en el futuro de sus comunidades.

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De Sierra Leona al Darién, migrantes cruzan continentes por un mejor futuro

Francis Icabba dejó su país natal, Sierra Leona (África Occidental), en busca de seguridad y nuevas oportunidades. Poco podía imaginar entonces que acabaría cruzando continentes enteros y una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo para encontrar una vida mejor. Su primera parada fue su país vecino, Guinea, despuéscruzó el océano Atlántico hasta Brasil. Allí le resultó difícil asentarse debido a la barrera del idioma, por lo que decidió continuar su viaje y dirigirse hacia el norte. Francis tardó dos meses desde que salió de Brasil hasta llegar al Tapón del Darién: la espesa, densa y peligrosa selva que separa Colombia de Panamá. Una vez allí, emprendió una caminata de seis días, preparado con latas de sardinas, una pequeña estufa de gas y algunos fideos instantáneos para sobrevivir.En el camino le acompañaron dos mujeres embarazadas, en un viaje que describe como "una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida".Caminaron doce horas diarias sin comida, ya que sus provisiones se agotaron rápidamente. La humedad extrema, el calor sofocante y el cruce constante de ríos y arroyos les obligaron a abandonar sus maletas por el camino.''Las mujeres embarazadas con las que íbamos se habían rendido. En el camino evitamos víboras, ríos caudalosos y montañas peligrosamente empinadas. Todo es verde, no hay dirección, no hay señal móvil, uno solo camina y camina sin ningún norte. Todas las personas allí corremos ese riesgo por una mejor vida, pero es un camino en donde se pierde la esperanza. No recomendaría a nadie pasar el Tapón del Darién.''FrancisEl paso del Darién es una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. Tristemente,muchas personas mueren en la ruta debido a las condiciones ambientales. También existe un alto riesgo de violencia, abusos sexuales, trata de personas y extorsión por parte de bandas criminales.Aún así, segúnlas tendencias recientes, se estima que más de 400,000 personas crucen el Darién a finales del 2023.Hay registros de personas de más de 50 nacionalidades diferentesque han cruzado por el Darién. La mayoría son de Venezuela, Haití y Ecuador, pero algunas proceden de lugares tan lejanos como India, Somalia, Camerún y Sierra Leona.Las personas como Francis que logran atravesar el Darién, suelen llegar en estado vulnerable, tanto físico como mental. Para ayudarles a recuperarse, la Cruz Roja Panameña gestiona centros de acogida donde les proporcionan primeros auxilios y artículos de primera necesidad como alimentos, agua potable, kits de higiene y ropa.''Llegar a Panamá fue uno de los momentos más felices de mi vida, es muy duro porque tuve que luchar por ella. La Cruz Roja fue la primera en ayudarnos y para mí fue una bendición. Persiguiendo nuestro sueño de una vida mejor, lo perdimos todo. Así que tres comidas al día, jabón, una toalla, un baño, poder hablar con alguien o que te atiendan, eso lo significa todo''FrancisEl personal voluntario de la Cruz Roja también ofrece apoyo psicosocial y servicios de salud materno infantil a quienes los necesitan. Y pueden proporcionar servicios de restablecimiento del contacto entre familiares y WiFi, para que las personas migrantes puedan comunicar a sus familias dónde se encuentran y que están a salvo.Para la mayoría de personasmigrantes, el Darién no es el final de su viaje, sino más bien el comienzo de una travesía de 5.470 kilómetros hacia el norte, a través de seis países de América Central y del Norte. Pero no importa quiénes sean o de dónde vengan, las personas que se desplazan en esta región no están solas: a cada paso del camino pueden obtener apoyo en los Puntos de Servicio Humanitario de las Sociedades de la Cruz Roja.-- Casi 60.000 migrantes como Francis recibieron asistencia humanitaria y protección de la red de la IFRC en 2022 gracias a nuestra Alianza Programática con la Unión Europea.La Alianza es ejecutada por 24 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo, incluidas las de Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador en América, y tiene el objetivo de ayudar a las comunidades a reducir sus riesgos y a estar mejor preparadas para desastres y emergencias sanitarias. Esto incluye proteger la seguridad, la dignidad y los derechos de las personas que se desplazan.--Aquí puede ver y descargar más fotos sobre este tema.

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Lanzamiento de una ambiciosa alianza entre la IFRC y la UE: un nuevo modelo para el sector humanitario

Bruselas/Ginebra, 30 de marzo de 2022 - Una ambiciosa alianza entre la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) y la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (DG ECHO) fue lanzada hoy y pretende ser un nuevo modelo para el sector humanitario. En respuesta al creciente número de crisis que surgen en todo el mundo, la alianza programática piloto "Acelerar la acción local en las crisis humanitarias y sanitarias", tiene como objetivo apoyar la acción local para hacer frente a las crisis humanitarias y sanitarias en al menos 25 países, con una asignación de fondos de la UE para varios años. Esta alianza refuerza las prioridades estratégicas mutuas y se articula en torno a cinco pilares de intervención: 1) preparación para la respuesta a desastres y gestión de riesgo de desastre, 2) preparación y respuesta ante epidemias y pandemias, 3) asistencia humanitaria y protección a las personas que se desplazan, 4) asistencia con cupones y dinero en efectivo, 5) comunicación de riesgos, participación comunitaria y rendición de cuentas. El Comisario Europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarčič, dijo: "Acojo con gran esperanza la alianza programática piloto con la IFRC, un socio de confianza de la Unión Europea, que comparte nuestra visión de llevar a cabo operaciones de ayuda humanitaria eficientes y eficaces en todo el mundo. La financiación asignada a esta asociación reafirma el compromiso de la Unión Europea de ayudar a satisfacer las crecientes necesidades de las personas vulnerables en unos 25 países, en estrecha colaboración con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. También, confirma nuestro compromiso con las alianzas estratégicas con organizaciones de ayuda humanitaria". El Secretario General de la IFRC, Jagan Chapagain, dijo: "Las alianzas estratégicas a largo plazo son esenciales para responder a la escalada de las crisis humanitarias en todo el mundo. Debemos responder rápidamente, debemos responder a escala y debemos modernizar nuestro enfoque para lograr un impacto. Sabemos que el apoyo humanitario más eficaz y sostenible es el que se lidera a nivel local, pone a las comunidades en el centro de la acción y se financia mediante una alianza flexible, a largo plazo y predecible. Esta alianza programática piloto permite exactamente eso". La alianza entre la IFRC y DG ECHO comenzará con una fase inicial en Yemen y varios países de América Latina y África Occidental y Central. El objetivo principal es proporcionar asistencia esencial a las personas actualmente afectadas por las crisis humanitarias, las consecuencias de la pandemia del COVID-19, las catástrofes relacionadas con el clima y los conflictos, y evitar el sufrimiento y la pérdida de vidas. También, invertirá en garantizar que las comunidades estén mejor preparadas para hacer frente a los desastres mediante la aplicación de componentes de preparación para desastres y reducción de riesgos. Su trabajo estrecho con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y su cobertura mundial, combinada con acción local, sus principios fundamentales y su larga historia de trabajo humanitario impulsado por la comunidad, hacen que la IFRC sea el socio elegido para esta alianza programática piloto con la UE. Tras su fase inicial, esta alianza pretende ampliar su alcance e incluir otros países del mundo con el apoyo de más Sociedades Nacionales de países de la UE. Datos clave Los 10 países en los que se implementará la fase inicial son: Burkina Faso, Chad, Camerún, Malí, Níger, Yemen, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá. Las siete Sociedades Nacionales de la UE que trabajarán para apoyar la implementación de la fase inicial son: Cruz Roja Belga (FR), Cruz Roja Danesa, Cruz Roja Francesa, Cruz Roja Alemana, Cruz Roja Italiana, Cruz Roja Luxemburguesa y Cruz Roja Española. Para más información: En Bruselas: Federica Cuccia, [email protected] En Ginebra: Anna Tuson, [email protected], +41 79 895 6924

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Alianza Programática / IFRC

La Alianza Programática es una colaboración innovadora y ambiciosa de tres años entre la Federación Internacional, muchas de nuestras Sociedades Nacionales miembros y la Unión Europea. Juntos, ayudamos a las comunidades de todo el mundo a reducir sus riesgos y estar mejor preparados para los desastres y las emergencias sanitarias.

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