Francis Icabba dejó su país natal, Sierra Leona (África Occidental), en busca de seguridad y nuevas oportunidades. Poco podía imaginar entonces que acabaría cruzando continentes enteros y una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo para encontrar una vida mejor.
Su primera parada fue su país vecino, Guinea, después cruzó el océano Atlántico hasta Brasil. Allí le resultó difícil asentarse debido a la barrera del idioma, por lo que decidió continuar su viaje y dirigirse hacia el norte.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
Francis tardó dos meses desde que salió de Brasil hasta llegar al Tapón del Darién: la espesa, densa y peligrosa selva que separa Colombia de Panamá.
Una vez allí, emprendió una caminata de seis días, preparado con latas de sardinas, una pequeña estufa de gas y algunos fideos instantáneos para sobrevivir.
En el camino le acompañaron dos mujeres embarazadas, en un viaje que describe como "una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida".
Caminaron doce horas diarias sin comida, ya que sus provisiones se agotaron rápidamente. La humedad extrema, el calor sofocante y el cruce constante de ríos y arroyos les obligaron a abandonar sus maletas por el camino.
''Las mujeres embarazadas con las que íbamos se habían rendido. En el camino evitamos víboras, ríos caudalosos y montañas peligrosamente empinadas. Todo es verde, no hay dirección, no hay señal móvil, uno solo camina y camina sin ningún norte. Todas las personas allí corremos ese riesgo por una mejor vida, pero es un camino en donde se pierde la esperanza. No recomendaría a nadie pasar el Tapón del Darién.''
Francis
El paso del Darién es una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. Tristemente, muchas personas mueren en la ruta debido a las condiciones ambientales. También existe un alto riesgo de violencia, abusos sexuales, trata de personas y extorsión por parte de bandas criminales.
Aún así, según las tendencias recientes, se estima que más de 400,000 personas crucen el Darién a finales del 2023.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
Hay registros de personas de más de 50 nacionalidades diferentes que han cruzado por el Darién. La mayoría son de Venezuela, Haití y Ecuador, pero algunas proceden de lugares tan lejanos como India, Somalia, Camerún y Sierra Leona.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
Las personas como Francis que logran atravesar el Darién, suelen llegar en estado vulnerable, tanto físico como mental. Para ayudarles a recuperarse, la Cruz Roja Panameña gestiona centros de acogida donde les proporcionan primeros auxilios y artículos de primera necesidad como alimentos, agua potable, kits de higiene y ropa.
''Llegar a Panamá fue uno de los momentos más felices de mi vida, es muy duro porque tuve que luchar por ella. La Cruz Roja fue la primera en ayudarnos y para mí fue una bendición. Persiguiendo nuestro sueño de una vida mejor, lo perdimos todo. Así que tres comidas al día, jabón, una toalla, un baño, poder hablar con alguien o que te atiendan, eso lo significa todo''
Francis
El personal voluntario de la Cruz Roja también ofrece apoyo psicosocial y servicios de salud materno infantil a quienes los necesitan. Y pueden proporcionar servicios de restablecimiento del contacto entre familiares y WiFi, para que las personas migrantes puedan comunicar a sus familias dónde se encuentran y que están a salvo.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
Para la mayoría de personas migrantes, el Darién no es el final de su viaje, sino más bien el comienzo de una travesía de 5.470 kilómetros hacia el norte, a través de seis países de América Central y del Norte.
Pero no importa quiénes sean o de dónde vengan, las personas que se desplazan en esta región no están solas: a cada paso del camino pueden obtener apoyo en los Puntos de Servicio Humanitario de las Sociedades de la Cruz Roja.
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Casi 60.000 migrantes como Francis recibieron asistencia humanitaria y protección de la red de la IFRC en 2022 gracias a nuestra Alianza Programática con la Unión Europea.
La Alianza es ejecutada por 24 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo, incluidas las de Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador en América, y tiene el objetivo de ayudar a las comunidades a reducir sus riesgos y a estar mejor preparadas para desastres y emergencias sanitarias. Esto incluye proteger la seguridad, la dignidad y los derechos de las personas que se desplazan.
Foto: IFRC/Sebastian Corallo
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