Cambio climático: Convirtiendo las tormentas en "monstruos".

A volunteer from Grenada Red Cross carries a bucket for water storage while walking with a local woman in a community affected by Hurricane Beryl.

Un voluntario de la Cruz Roja de Granada lleva un cubo para almacenar agua mientras camina con una mujer local en una comunidad afectada por el huracán Beryl.

Foto: Susana Arroyo/IFRC

Las aguas inusualmente cálidas del Atlántico crearon un huracán que golpeó pronto y con fuerza. Una mirada personal al costo humano de un clima cambiante a través de los ojos de las personas atrapadas en la trayectoria del huracán Beryl.

Nunca antes había surgido del Atlántico una tormenta de categoría 4 en junio, el primer mes de la temporada de huracanes del Atlántico, que dura seis meses.  Es la primera vez que la región se ve expuesta tan temprano a un huracán cuyos vientos y lluvias torrenciales cuestan vidas y provocan daños tan generalizados.

Las aguas extremadamente cálidas del Atlántico Sur actuaron como combustible para la tormenta, convirtiéndola rápidamente en un gran huracán. Más de 1,2 millones de personas se vieron afectadas en Barbados, Granada, Jamaica y San Vicente y las Granadinas, las islas más castigadas.  

Este tipo de tormentas tempranas podría anunciar un futuro de tormentas que se intensifican rápidamente, potencialmente destructivas, que dejarán a las comunidades poco tiempo para recuperarse entre desastres, según especialistas del clima y de la respuesta a huracanes.

Pero, ¿qué significa el vínculo entre los huracanes y la crisis climática para las personas más afectadas? Susana Arroyo, Gerenta Regional de comunicación para las Américas de la IFRC, estuvo en la isla de Carriacou cuatro días después del paso de Beryl. Habló con tres familias que accedieron a compartir lo que vivieron y lo que sienten sobre el futuro, con cinco meses más de temporada de huracanes por delante.

"Esto no fue un huracán; fue algo más. El cambio climático ha convertido las tormentas en monstruos, yo solo quiero salir corriendo". - Beatriz 

Beatriz se jubiló el año pasado y, tras 30 años trabajando en Estados Unidos, decidió volver a Carriacou, su isla natal. Cuando se enteró de que se avecinaba una tormenta, no tuvo miedo: ya había pasado por eso antes. Se abasteció de agua, preparó su linterna, puso a salvo a sus animales y esperó.

Beryl destruyó su casa, sus posesiones y los recuerdos de toda una vida. "Estoy demasiado triste para hablar de lo que estoy pasando, pero quiero que la gente sepa esto: el cambio climático ha convertido las tormentas en monstruos".

Una mujer de pie en lo que queda de su casa, que ha sido dañada por el huracán Beryl en el estado de tres islas de Granada.

Una mujer de pie en lo que queda de su casa, que ha sido dañada por el huracán Beryl en el estado de tres islas de Granada.

Foto: Susana Arroyo/IFRC

"Yo soy fuerte, pero no estoy seguro de poder empezar de cero una y otra vez. El huracán Beryl se llevó mi tienda, mi casa, mi esperanza. Me desespera pensar que vendrán muchos más". - Leroy 

Leroy, su esposa y sus tres hijes tenían una tienda en Carriacou, donde vendían alimentos y comestibles a vecinos y turistas. En este lugar reconstruyó su vida después de que, en 2004, el huracán Iván destruyera por completo la casa y el negocio de su familia en Granada, la isla principal del archipiélago del país.

"Pensé que ya había tenido mi cuota de destrucción con Iván, pero no, aún tenía que lidiar con Beryl".

Leroy dijo que no estaba preparado para enseñarme lo que quedaba de su casa y su negocio. Había estado allí una vez después del huracán, y fue tan desgarrador que no quería volver.

Al final lo hará, me dijo. Y se recuperará y empezará de nuevo, pero le aterra pensar en la posibilidad de que otro huracán vuelva a arrasarlo todo. Sólo este año se prevén hasta 25 tormentas, de las cuales 13 podrían convertirse en huracanes, esperemos que no tan devastadores como Beryl.

Ropa colgada al sol destaca en un paisaje de escombros de casas afectadas por el huracán Beryl en una de las 3 islas que conforman el estado de Granada.

Ropa colgada al sol destaca en un paisaje de escombros de casas afectadas por el huracán Beryl en una de las 3 islas que conforman el estado de Granada.

Foto: Susana Arroyo/IFRC

"Nos estábamos recuperando de una sequía, ahora debemos recuperarnos del huracán Beryl. Estoy cansada de recuperarme de desastres, sólo quiero una vida segura para mí y mi familia". - Agnes 

En la primera mitad de 2024, las altas temperaturas y la falta de lluvias provocaron olas de calor, incendios y una sequía que amenazó el suministro de agua de Granada. Justo cuando el país se recuperaba de los efectos a medio plazo de estas crisis, llegó el huracán Beryl.

"Necesitábamos lluvias moderadas y constantes, no fuertes, cortas y destructivas como Beryl", dijo Agnes, preguntándose cuántos desastres más tendrían que afrontar ella y sus niñes. El punto álgido de la temporada de lluvias es entre agosto y septiembre, pero también es cuando se producen las tormentas más frecuentes y destructivas. Agnes espera que, al menos este año, ninguna de ellas azote las islas de Granada. 

El camino hacia la recuperación será largo, pero el voluntariado y el personal local de la Cruz Roja ya están trabajando con las comunidades para proporcionar asistencia, protección y apoyo a la recuperación a las familias más afectadas a través de un llamamiento de emergencia que pretende llegar a 25.000 personas en cuatro de los países afectados: San Vicente y las Granadinas, Granada, Barbados y Jamaica.

Además, el IFRC-DREF asignó 1,7 millones de francos suizos para apoyar los esfuerzos de respuesta al huracán Beryl.

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