Amizmiz es una pequeña ciudad de Marruecos, situada al pie de la cordillera del Alto Atlas. Detrás de la carretera principal que sube a las montañas, hay cientos de callejones estrechos llenos de casas unidas.
En una de estas calles vivían Khadija, Fatima, Radia y Zineb.
Cuando la tierra empezó a temblar la noche del 8 de septiembre, estaban en casa, listas para irse a dormir después de sus oraciones nocturnas.
En cuestión de segundos, las paredes de su casa empezaron a temblar y a derrumbarse. Salieron corriendo a la calle, afortunadamente a salvo, pero perdieron todo lo que tenían.
Foto: IFRC/Benoit Carpentier
Khadija, Fatima, Radia y Zineb forman parte de una comunidad de diez familias que ahora viven en tiendas de campaña, a unos doscientos metros de donde una vez estuvieron sus hogares.
No sólo han perdido sus casas, sino también sus ingresos. Los maridos de Khadija, Fatima y Radia trabajaban en el mercado local, que también ha quedado completamente destruido.
"Estamos muy agradecidas por toda la ayuda que hemos recibido hasta ahora, la solidaridad ha sido increíble", dice Khadija.
"Pero sabemos que la solidaridad se desvanecerá y pronto no tendremos nada que comer. Ya no tenemos ingresos; nuestros maridos no pueden trabajar. No sabemos cómo nos las arreglaremos en las próximas semanas", añade.
Foto: IFRC/Benoit Carpentier
Khadija y sus amigos quieren volver a casa. Quieren que sus casas se reconstruyan exactamente donde estaban. "Una casa es la vida", explica Khadija.
En una emergencia como la del terremoto del 8 de septiembre, suele ser la niñez la que más sufre y la que más apoyo necesita para recuperar su salud mental.
"Gritan en mitad de la noche. Tienen muchas pesadillas. También son mucho más sensibles, lloran más a menudo. Tienen miedo", dice Khadija.
Pero a pesar de las trágicas circunstancias, Khadija y sus amigos se aseguran de que la vida continúe, para ellas y sus hijas e hijos.
Entre las donaciones que han recibido, han conseguido montar una cocina que funciona para alimentar a toda la comunidad, lo que demuestra que, contra todo pronóstico y ante tanta pérdida, la humanidad puede prevalecer.
Foto: IFRC/Benoit Carpentier
La Media Luna Roja Marroquí está apoyando a la comunidad de Khadija, y a muchas más en todo el país, proporcionando suministros esenciales de emergencia.
Los equipos voluntarios también ofrecen apoyo psicosocial para ayudar a las personas a superar el impacto de un desastre tan repentino y devastador.
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La respuesta de la red IFRC al terremoto del 8 de septiembre es a largo plazo.
Para ayudar a personas que, como Khadija, lo han perdido todo, haga hoy mismo una donación a nuestro llamamiento de emergencia.