Los cadáveres causados por desastres naturales no suelen representar riesgos para la salud, según la Cruz Roja y la OMS

A Libyan Red Crescent volunteer crosses flood water in search of survivors from the devastating floods that hit Libya in September 2023.

Un voluntario de la Media Luna Roja Libia cruza las aguas en busca de supervivientes de las devastadoras inundaciones que asolaron Libia en septiembre de 2023.

Foto: Media Luna Roja Libia

Es esencial preservar la dignidad de los cadáveres y permitir el cierre emocional por parte de los familiares sobrevivientes

Ginebra – Ante la terrible pérdida de vidas en situaciones de desastres y conflictos armados, suelen aflorar miedos infundados y generarse malentendidos en relación con los cuerpos de los fallecidos. Por lo tanto, es importante que las comunidades cuenten con las herramientas y la información necesarias para gestionar los cadáveres de manera segura y digna, en parte, para poder transitar el camino hacia la recuperación, tal como señalaron hoy la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional), el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Cuando se produce un alto número de muertes en desastres naturales o conflictos armados, la presencia de los cadáveres resulta perturbadora para las comunidades afectadas. Hay quienes tienden a apurarse para enterrar los cuerpos, por ejemplo, en fosas comunes, a veces, en su afán de resolver esa perturbación y otras, por miedo a que esos cuerpos representen una amenaza sanitaria. Proceder de esta manera puede ser perjudicial para la población, según afirman estas organizaciones.

Si bien las autoridades y comunidades pueden sentirse muy presionadas para inhumar rápidamente los cadáveres, las consecuencias de una gestión deficiente de esos cuerpos van desde malestar psicológico a largo plazo para los familiares hasta problemas sociales y jurídicos. Las inhumaciones bien gestionadas se caracterizan por la disposición de tumbas individuales fácilmente localizables y debidamente documentadas en lugares de entierro bien delimitados. El objetivo es que se tenga conocimiento de la ubicación exacta de cada cadáver, así como de la información relacionada y de las pertenencias personales, tal como lo establecen las directrices elaboradas por las organizaciones, en particular el manual La gestión de cadáveres en situaciones de desastre, publicación conjunta del CICR, la Federación Internacional y la OMS. No deberían realizarse cremaciones sin que se haya identificado con seguridad a la persona.

A fin de contribuir a una mejor gestión de los cadáveres, las organizaciones brindan insumos y conocimientos especializados a las autoridades locales para ayudarlas a gestionar la tarea a veces abrumadora de enterrar a las personas fallecidas. En este momento, en Libia, hay equipos de la Cruz Roja y la OMS que están trabajando directamente con las autoridades, las comunidades y la Media Luna Roja Libia, prestando ayuda en forma de orientación, material y capacitación. Tanto el CICR como la OMS están entregando bolsas mortuorias en Libia para ayudar con el tratamiento digno de los fallecidos.

Los cadáveres de quienes fallecieron por heridas resultantes de un desastre natural o un conflicto armado casi nunca representan una amenaza de salud para las comunidades. La razón es que las víctimas fallecidas por traumatismos, ahogo o incendio no suelen albergar organismos que provoquen enfermedades si se toman las precauciones habituales. La excepción sería si la muerte se produce por una enfermedad infecciosa como el ébola, la enfermedad de Marburgo o el cólera o bien si el desastre ocurre en una zona donde alguna de estas enfermedades sea endémica.

En cualquier circunstancia, los cadáveres que se hallan en las cercanías o al interior de fuentes de abastecimiento de agua pueden generar problemas sanitarios, ya que pueden despedir heces y contaminar las aguas, y así provocar riesgo de diarrea u otras enfermedades. Los cuerpos no deben dejarse en contacto con fuentes de agua potable.

"La creencia de que los cadáveres provocan epidemias no está respaldada por ninguna evidencia. Vemos muchísimos casos de confusión en los medios de comunicación e, incluso, entre algunos profesionales médicos", comentó Pierre Guyomarch, jefe de la Unidad Forense del CICR. "Es más probable que quienes sobreviven a un desastre natural transmitan enfermedades que los cadáveres."

"Rogamos a las autoridades en las comunidades afectadas por este tipo de tragedias que no se apresuren a realizar entierros o cremaciones en masa. La gestión digna de cadáveres es importante para las familias y las comunidades, y, en el caso de conflictos armados, suele ser un componente importante para acelerar el fin los enfrentamientos", señaló el Dr. Kazunobu Kojima, responsable médico de bioseguridad y bioprotección del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS.

"Un apuro innecesario en la disposición final de los cuerpos de quienes fallecieron en desastres o conflictos armados priva a las familias de la posibilidad de identificar y llorar a sus seres queridos, y no aporta ningún beneficio en el plano de la salud pública. El tratamiento digno de los cadáveres exige dedicar el tiempo necesario a la identificación de los fallecidos, al duelo de los familiares y a la organización los ritos funerarios correspondientes a las normas culturales y sociales locales", resaltó Gwen Eamer, encargada superior de Salud Pública en Emergencias para la Federación Internacional y responsable de operaciones de emergencia para la respuesta ante terremotos en Marruecos.

El CICR, la IFRC y la OMS desean recordar lo siguiente a las autoridades y las comunidades:

  • Si bien resulta perturbador ver cadáveres, los dirigentes o autoridades de la comunidad no deben apresurarse a enterrar los cuerpos en fosas comunes o realizar cremaciones en masa. Los procedimientos de inhumación o cremación deben atender a consideraciones culturales, religiosas y familiares.
  • Los cadáveres de quienes fallecen a causa de desastres naturales o conflictos armados no suelen ser fuente de enfermedades.
  • A menos que la persona haya fallecido por una enfermedad altamente infecciosa, el riesgo para la población general es insignificante. Sin embargo, existe un riesgo de diarrea por la ingesta de agua contaminada por materia fecal de los cadáveres. La desinfección del agua mediante los procedimientos habituales bastará para evitar enfermedades transmitidas por ese medio.
  • Los entierros o las cremaciones que se realizan de manera apresurada e irrespetuosa dificultan y, a veces, imposibilitan la identificación de los fallecidos y la notificación a los familiares.
  • El único caso en que los cadáveres representan un riesgo de epidemia es cuando las muertes son resultado de enfermedades infecciosas o cuando ocurre un desastre natural en una zona donde alguna de esas enfermedades es endémica.
  • La cal en polvo no acelera la descomposición, y como en desastres o conflictos armados los cadáveres no suelen representar un riesgo de infección, no es necesario desinfectar esos cuerpos.
  • Luego de haber tenido cualquier contacto con un cadáver, una persona debe lavarse las manos con agua y jabón o bien higienizárselas con alcohol en gel si no hay suciedad visible.

El CICR, la IFRC y la OMS ruegan a todas las partes en conflictos armados y al personal de primera respuesta ante desastres, que se atengan a los principios establecidos para la gestión de cadáveres, por el bien de toda la sociedad, y han ofrecido apoyo adicional conforme sea necesario.

Más información:

Oficina de medios de comunicación del CICR: [email protected]

Oficina de medios de comunicación de la IFRC: [email protected]

Oficina de medios de comunicación de la OMS: [email protected]

 

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