Apoyo psicosocial

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La Cruz Roja Uruguaya envía un mensaje que salva vidas: el suicidio en adolescentes se puede prevenir

Uruguay es conocido por ser uno de los países más pequeños de Suramérica - su población no llega a los cuatro millones de habitantes- y,según diversos estudios, por ser el más feliz del continente.En ese contexto, un dato llama la atención de muchas personas: al menos dos personas se suicidan por día, 823 al año, una tasa de23 suicidios por cada 100,000 habitantes, la tercera más alta de la región, sólo por debajo de Guayana y Surinam.La Cruz Roja Uruguaya no pasó este desafío por alto y lo incorporó en su trabajo de salud mental, a través del proyecto "Una vida más que una posibilidad", que ofrece herramientas prácticas para prevenir el suicidio entre adolescentes y personas voluntarias.El nombre del proyecto puede interpretarse de varias maneras: de forma literal envía el mensaje de que la prevención del suicidio es posible, si se le brinda a las personas las herramientas adecuadas. Y, lo que es igual de importante, transmite el mensaje de que la prevención del suicidio, y la vida misma, no es algo que podamos dejar al azar.Para conocer más, Estefany Jiménez, Oficial de Comunicación de la IFRC, conversó con la coordinadora del proyecto, Tatiana Linares, especialista en psicología clínica y de la salud.Jiménez: Me gustaría empezar preguntándote, ¿cómo iniciaron este proceso alrededor de un tema tan estigmatizado y del que se habla poco?Linares: El proceso inició con un llamado abierto a todas las personas voluntarias de las diferentes filiales de la Cruz Roja en Uruguay, a quien luego entrevistamos para conocer y entender las situaciones estaban viviendo.Empezamos el proceso con 25 personas voluntarias de ocho filiales y cuatro personas del equipo técnico del Instituto Nacional de Juventud. Nos encontramos con gente que estaba pasando por situaciones complejas, que requerían de apoyo psicosocial y que tenían incluso ideas suicidas, o conocían a alguien que las tuvo o las tenía en ese momento.Con este grupo realizamos tres talleres virtuales sobre suicidio, inteligencia emocional y primeros auxilios psicológicos. Esto lo complementamos con un taller presencial enfocado en la parte práctica de la formación. Fue muy valioso ver el compromiso y la disposición con la que sumaron al proyecto.¿Y cómo impactó este proceso de formación en la salud mental de las personas voluntarias?Supuso un gran avance, una oportunidad para que expresaran sus emociones abiertamente, sin prejuicios. Creo que reconocer e identificar esas emociones y luego pedir ayuda o apoyo para gestionarlas fue muy valioso para ellas.También formaron una red de apoyo activa, un grupo de chat donde estaban en contacto durante el proceso. Se escribían a diario, se mandaban mensajes, ofrecían apoyo al grupo y mostraban mucha disposición a cuidarse entre sí. Eso generó una red de cuidado que les ofrece apoyo en diferentes situaciones.Después de esta fase de entrenamiento y acompañamiento a las personas voluntarias ¿cómo fue el proceso de trabajo con adolescentes?Después de la formación teórico-práctica, fueron las mismas personas voluntarias, con mi acompañamiento, quienes diseñaron y facilitaron los talleres para casi 150 adolescentes de dos liceos y un centro juvenil en los municipios de Guichón, Paysandú y Mercedes.Cada taller incluía tres días de sesiones organizadas en fases: la fase uno, “me conozco"; la dos, “me ayudo”; y la fase tres, “ayudo a otras personas”.Como producto del proceso, los grupos de talleristas desarrollaron y distribuyeron mensajes basados en lo que quizá le gustaría leer a otra persona adolescente que estuviera atravesando una situación difícil. En los liceos, los ubicaron en el baño, en la entrada y en otros espacios.¿Dirías que el proyecto logró todo lo que buscaba o los resultados fueron muy distintos a los esperados?El primer gran logro y fortaleza del proyecto es que logramos establecer contacto con adolescentes e involucrarles activamente en la prevención del suicidio. También conseguimos que nuestro voluntariado esté ahora capacitado para trabajar en este tema.Algunas personas que fueron parte del proyecto decidieron incluso dedicarse a iniciativas relacionadas con la salud mental y eso no lo esperábamos, pero nos entusiasma mucho.Cuéntanos más del trabajo con personas adultas ¿Se trataba también de personas en riesgo de suicidio?Se trataba más bien de personas interesadas en sumarse a los esfuerzos de prevención. El municipio de Guichón nos solicitó apoyo para abordar este tema con las familias de las y los adolescentes con los que trabajábamos, pero también con profesionales en psicología y trabajo social, referentes religiosos y otras personas adultas que en su trabajo diario interactúan o prestan servicios a adolescentes.Fue un espacio muy positivo y desafiante, que les tocó de manera muy personal. Si bien su principal motivación era encontrar la forma para ayudar a una persona adolescente, acabaron compartiendo historias personales de ideación suicida.En estos espacios intentamos derribar, con amor, experiencia y conocimiento, los mitos que rodean al suicidio: que es hereditario, que no lo podemos prevenir, etc. El resultado fue tan positivo que solicitaron más intervenciones.El suicidio está rodeado de mitos. ¿Esto hizo muy desafiante el camino?Sí, uno de los de los primeros desafíos fue hablar del tema abiertamente, porque hacerlo es tabú y la gente, incluso nuestro voluntariado, creía que hablar del suicidio promueve el suicidio. Derribar esas creencias es un reto inmenso, pero crear un grupo de personas voluntarias capaces de hacerlo fue un logro gigante también.Conozca más sobre los esfuerzos de la IFRC para promover el bienestar psicológico en las comunidades a las que servimos.¿Cómo promueve la IFRC el bienestar psicológico en las comunidades afectadas por crisis o dificultades?Visite el Centro Psicosocial de la IFRC.¿Influye la amenaza del cambio climático en la salud mental de las personas de las comunidades afectadas?

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Semana Europea de la Salud Mental: El poder curativo del arte ayuda a las personas a hacer frente a la angustia causada por los conflictos

Los primeros meses desde que Svitlana llegó a Burgas, ciudad de la costa oriental búlgara del Mar Negro, vivió en un albergue y se ganaba la vida tocando el violín en la calle.La ex profesora de música que huyó del conflicto en Ucrania también recibió ayuda de la Cruz Roja Búlgara en forma de alimentos, ropa y kits de higiene. Finalmente, encontró trabajo en la Ópera de Burgas como ayudante de escenario.Ahora Svitlana puede compartir sus dotes creativas en forma de sesiones de terapia musical y artística para otras personas afectadas por el conflicto en su país natal."Cuando la gente oye una canción en su lengua materna, de su tierra natal, se siente mejor", dice, y añade que la música y el arte -y las conversaciones a las que dan lugar- también ayudan a las personas a sentirse más cómodas e integradas en sus nuevas comunidades. Las sesiones de musicoterapia y arteterapia de Svitlana son sólo uno de los muchos ejemplos de cómo las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en Europa utilizan la creatividad inherente a las personas para ayudarlas a superar momentos tan difíciles y desgarradores.Una terapia complementariaEn un mundo en el que el estrés y la ansiedad son compañeros constantes, las terapias expresivas que utilizan el proceso creativo han ganado terreno en los últimos años como complemento de la psicoterapia tradicional.En medio de la crisis de desplazamiento derivada del conflicto en Ucrania, las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja han dado un paso al frente con una amplia gama de enfoques innovadores para apoyar el bienestar mental de las personas obligadas a huir de sus hogares.Encabezada por el programa EU4Health, financiado por el proyecto DG Sante de la Unión Europea, esta iniciativa tiene como fin prestar apoyo psicosocial y de salud mental crucial a las personas desplazadas de Ucrania.Representando una de las respuestas más sustanciales a las crisis de salud mental en situaciones de emergencia dentro de la familia de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, la Alianza entre la DG Sante y la IFRC ha introducido diversas formas de terapia artística adaptadas específicamente a las necesidades de las comunidades afectadas.Estas intervenciones terapéuticas ofrecen una vía para que las personas articulen y procesen sus experiencias, facilitando la sanación y la esperanza en medio de la incertidumbre reinante.AmistadLa Cruz Roja Finlandesa, por ejemplo, organizó un acto para la población ucraniana bajo el lema de la amistad. Entre trozos de papel, rotuladores, pegamento y otros materiales de manualidades, las niñas niños escribieron mensajes en tarjetas que luego compartieron con sus seres queridos.Al hacer las tarjetas de agradecimiento, utilizaron palabras, dibujos e imágenes recortadas de revistas para expresar sus sentimientos. También aprendieron y escribieron algunas palabras en finlandés, fomentando aún más el sentimiento de pertenencia a sus nuevas comunidades. Un niño hizo una tarjeta de cumpleaños para su padre. El acto estuvo marcado por un espíritu de alegría y unión.‘Crecimiento personal’Una filial local de la Cruz Roja Portuguesa organizó un taller de artesanía específicamente adaptado a las mujeres ucranianas. Mientras las infancias asistían a la escuela o pasaba tiempo en el espacio seguro de la Cruz Roja, las mujeres hacían manualidades que, al mismo tiempo, les ayudaban a aprender portugués, adquirir nuevas habilidades artesanales y sentirse más integradas en sus nuevas comunidades.Su participación no sólo facilitó el desarrollo de habilidades, sino que también contribuyó a aumentar su autoestima. "Fue un reto importante para quienes participamos, pero dio lugar a un crecimiento personal y profesional", afirma una de las participantes.¿Cómo luce la felicidad?Un proyecto organizado por la Cruz Roja de Rumanía pedía a la niñez ucraniana del Centro Multicultural de Humanidad que revelara en un papel cómo creen que es la felicidad. Con lápices de colores y mucha imaginación, abrieron sus corazones."Soy feliz cuando tengo a mi hermana, mi familia y mis peluches a mi lado", escribió Yeseniia, de nueve años, en su tarjeta.La terapia artística ofrecida por la Cruz Roja de Rumanía es sólo una parte de un enfoque integral más amplio que pretende satisfacer las necesidades urgentes y básicas de las personas participantes. Esto incluye servicios sanitarios y apoyo psicosocial, talleres temáticos para personas menores y adultas, cursos de lengua rumana e inglesa, actividades de preparación para la vida y comidas calientes.De vuelta en Bulgaria, las sesiones de terapia musical y artística organizadas por Svitlana son también una oportunidad para ella de encontrar consuelo tras una terrible experiencia que la obligó a abandonar su hogar en Dnipro (Ucrania).Svitlana recuerda cómo su casa temblaba constantemente durante los ataques aéreos. "Estoy agradecida de vivir bajo un cielo en paz", dice Svetlana.El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva de la IFRC y no refleja necesariamente las opiniones de la Unión Europea.

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Ucrania: Ayudar a las personas a recuperarse tras una grave herida

En toda Ucrania, la gente lidia con la realidad diaria de las alertas aéreas y el miedo. Sigue habiendo zonas evacuadas y algunas personas no pueden regresar a sus hogares.Pero en muchas partes de Ucrania, la recuperación ha comenzado y se trata de algo más que la reconstrucción de edificios e infraestructuras. Se trata de restablecer la salud, los medios de subsistencia y el bienestar de la gente.La Cruz Roja Ucraniana contribuyó a la creación del Centro Nacional de Rehabilitación Unbroken en Lviv, donde la recuperación llega en forma de tratamiento, rehabilitación y, en algunos casos, prótesis."En el tiempo transcurrido desde la lesión, ya había aprendido a hacer frente a muchas cosas usando un solo brazo", dice Valentin Anohin, profesor de educación física que perdió el brazo a causa de una lesión en el conflicto. "Pero cuando me puse la prótesis, sentí lo mucho más fácil que se volvió mi rutina diaria. Ahora puedo hacer todo el doble de rápido".Tras cinco meses de rehabilitación, Anohin hizo realidad su sueño. Utilizando la prótesis, lanzó con éxito una pelota de baloncesto directamente a la canasta.Del miedo a la confianzaYana Kovalova perdió una pierna tras una explosión en el patio trasero de su casa en Donetsk. Los vecinos la encontraron, la evacuaron y la operaron antes de estabilizarla y trasladarla al otro lado de Ucrania, al centro Unbroken."Aquí los fisioterapeutas empezaron a trabajar conmigo de inmediato", cuenta. "Al principio, tenía miedo incluso de tropezar con las muletas, por no hablar de subir escaleras. Pero con cada sesión, me siento cada vez más segura".La experiencia de Vyacheslav Aleksandrov empezó con preguntas."Las primeras sensaciones tras la lesión fueron de miedo. ¿Qué hacer después? ¿Cómo será todo esto?", dijo, añadiendo que el proceso es diferente para cada persona."Mi conocido, cuya amputación de extremidades no fue alta, empezó a andar en sólo tres semanas. Para otra persona, es un proceso complejo y largo, que implica trabajo en grupo e individual"."El apoyo psicológico es crucial".‘Ella de verdad me inspira’Con el apoyo de la IFRC y otros socios, la Cruz Roja Ucranian busca nuevas formas de implicar y apoyar a las personas con discapacidad. La Cruz Roja también apoya la salud mental en Unbroken."Les ayudamos a estabilizar sus sentimientos mentales. A veces pierden sus casas o a sus familiares", explica Sofia Nevoyt, psicoterapeuta del centro Unbroken.Una de sus pacientes estaba muy malherida. "Pero estaba muy motivada", dijo. "Contó que cuando ocurrió el suceso incluso gritaba: 'Quiero vivir'"."Su progreso fue muy bueno y realmente me encanta trabajar con ella porque también me inspira".La Cruz Roja Ucraniana contribuye a la recuperación de las comunidades locales apoyando el acceso a los servicios de salud, salud mental y atención social. Los programas de apoyo psicosocial y rehabilitación seguirán siendo puntos centrales en los próximos años.

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Apoyo a las personas sin hogar en España: Los voluntarios y voluntarias de la Cruz Roja Española ofrecen un cálido abrazo en las frías noches de invierno

Las cuatro velas que reinan sobre una desvencijada mesa son la calefacción y la iluminación de la infravivienda, que es como ahora se llama a las cuatro paredes que se sostienen de milagro y entre las que viven, o lo intentan, Sonia y José Antonio. Como iluminación, las velas cumplen su cometido, al menos para el minúsculo espacio vivienda. Como calefacción, las velas no dan la talla: fría noche de 6 grados fuera, y dentro. Los repetidos tosidos secos de Sonia, de 38 años, son otra consecuencia de la falta de calor. El frío se te mete hasta los huesos. “Le tendrían que dar una tarjeta VIP en el hospital”, bromea José Antonio, mientras enumera la lista de afecciones pulmonares de ella. Son pareja desde hace cuatro años, casi los mismos que llevan entre estas cuatro paredes en medio de un solar que, en su día, llegó a ser una importante fábrica de carrocerías para camiones a las afueras de Alcalá de Henares, Madrid. Esta noche, como tantas otras, reciben la visita de Juani y de Basilio, dos voluntarios de los equipos de atención a personas sin hogar de Cruz Roja. Han traído algo de comida, como intuyen los dos pequeños cachorros de mastín que no paran de buscar los mimos de los voluntarios. “Vamos, baja de ahí”, reprende José Antonio a uno de los mastines callejeros, “no tenéis que ser cariñosos, debéis defender el hogar”, se lamenta. Hace poco que les robaron un generador y, con él, el calor. Los voluntarios de Cruz Roja asesoran a la pareja sobre algunas ayudas que pueden recibir y otros trámites administrativos para acceder a las mismas, pero, sobre todo, comparten su tiempo. “Nuestra principal labor es escuchar, que se abran. Imagina que vives solo, en la calle, y que no tienes a nadie con quien hablar desde que te levantas y hasta que te acuestas”, destaca Basilio, ex militar, que cumple ahora 2 años de voluntario en este programa de Cruz Roja. La ruta de Juani y Basilio los lleva ahora a los vestuarios no acabados de una instalación deportiva del municipio. No hay ventanas, ni puertas, ni luz, ni agua. El actual ‘inquilino’, Javier, llega poco después en bicicleta. A la luz de los teléfonos móviles, caminando entre los escombros, se ven colchones rotos, ropa desechada y latas de comida vacías. Pero empiezan las risas. Javier se ha echado novia y enseña orgulloso fotos de ella en su móvil a los voluntarios Juani y Basilio. Está muy contento con ella. Su anterior novia le pegaba. "Ese es el principal problema, las dependencias que arrastran muchas de las personas con las que trabajamos y la violencia que las acompaña", señala Basilio. La ruta nocturna de Juani y Basilio les lleva después a una vieja nave de un polígono industrial de Alcalá. Allí volverán a echarse unas risas y unas bromas con Moisa, de 68 años y origen rumano. Moisa ha conseguido convertir el viejo almacén en algo parecido a un hogar. Incluso tiene un televisor en el que ve películas de vaqueros, de las antiguas, las que a él le gustan. Mientras se enciende un cigarrillo, ante la mirada desaprobadora de Juani y Basilio, empiezan a hablar de lo divino y lo humano y rápidamente pasan de la política a temas más ligeros, como la cantante Carla Bruni. Tras dejar algo de comida y otros enseres, Basilio y Juani emprenden el viaje de vuelta a la sede de la Cruz Roja en Alcalá. Están un poco tristes, dicen. Hace poco perdieron a un amigo de la calle. Un "familiar", le llaman. Porque, para ellos, todos son como de la familia. "Al menos no murió en la calle, pudieron llevarlo al hospital y falleció en una cama", subraya Basilio. "A pesar de todo, hay que seguir adelante, no podemos llevarnos los problemas a casa y dejar que las situaciones que vivimos nos rompan; yo puedo ayudar si estoy bien, si sonrío", dice Juani, que en el pasado pasó un tiempo de baja cuando falleció otra persona a la que apoyaba. Apoyo integral a las personas sin hogar Juani y Basilio son dos de los más de 5.000 voluntarios de Cruz Roja Española que trabajan con personas sin hogar en España. Para ello, Cruz Roja Española dispone de 77 Unidades de Emergencia Social (UES) en cerca de 40 provincias. Además, ofrece 800 plazas en alojamientos temporales para momentos críticos y gestiona 31 centros de día en los que ofrecen duchas, lavandería o servicio de comedor cuando es necesario. Como parte de una red más amplia de organizaciones que prestan apoyo a las personas sin hogar, también pueden derivar o transportar a las personas que necesitan ayuda a otros alojamientos o servicios, según sea necesario. "El objetivo de nuestra intervención no es sólo proporcionar bienes básicos como alimentos y productos de abrigo o higiene, sino también trabajar por la inclusión social de las personas sin hogar", afirma Raquel Zafra, responsable del programa en Alcalá de Henares. "Nuestro fin es siempre que las personas acudan a diferentes espacios donde podamos prestarles un apoyo más profundo en forma de atención social, seguimiento y acompañamiento, información y orientación, mediación o actividades formativas", subraya Zafra. A través de las Unidades de Emergencia Social, Cruz Roja Española atendió a más de 18.000 personas en 2022.