En una región tan vasta y diversa como Oriente Medio y el Norte de África (MENA), donde la inestabilidad política, las dificultades económicas y los peligros naturales a menudo se superponen, la salud mental suele ser la primera víctima.
Sin embargo, la salud mental y el apoyo psicosocial siguen siendo con demasiada frecuencia los aspectos menos prioritarios de la salud en general. Incluso cuando se reconoce, a menudo resulta extremadamente difícil prestar la debida atención a esta necesidad crítica dadas las presiones de la vida laboral diaria. Hablamos con algunos de nuestros colegas de la oficina de la IFRC en Beirut, que supervisa la región de Oriente Medio y Norte de África, sobre la realidad de mantener su bienestar psicológico, incluso cuando el conflicto se intensifica a su alrededor.
Foto: IFRC
"En teoría, la idea de 'cuidar de la propia salud mental' o 'desconectar' suena sencilla. Pero en la práctica, especialmente en situaciones de gran tensión como las que atravesamos en la región de Oriente Medio y Norte de África, resulta increíblemente difícil. La presión de estar constantemente disponible, apoyar al equipo, hacer un seguimiento de las emergencias y gestionar las tensiones personales deja poco margen para la verdadera desconexión.
Líbano es un excelente ejemplo de lo complejas y entrelazadas que pueden ser las luchas por la salud mental. El personal de la IFRC se enfrenta a una incertidumbre permanente, algunos de nosotros nos hemos desplazado, otras personas no duermen; el costo emocional es alto y, sin embargo, no podemos dejar nuestro trabajo en suspenso. El peso de las expectativas frente a la realidad puede resultar abrumador, y esa tensión sólo se intensifica cuando se ve agravada por las crisis que ocurren a nuestro alrededor. ¿Cómo podemos seguir siendo productivos en estas condiciones? Este es nuestro principal reto en estos momentos".
Ibrahim Chaaya, Oficial Superior de Salud del Personal de IFRC MENA
"El problema con muchos consejos de salud mental es que se han desarrollado en tiempos de paz, en situaciones pacíficas, para personas que se enfrentan a diversas situaciones estresantes, pero no en la guerra. Uno puede desconectar del trabajo, de una disputa que ha tenido con alguien, de las noticias, pero no se le puede pedir a una persona que desconecte cuando es noticia, cuando todo lo que oye son bombardeos y aviones no tripulados durante todo el día.
No se me puede pedir que desconecte cuando un ataque aéreo sacude mi casa, mi cama y mi corazón cada vez que intento cerrar los ojos y dormir un poco.
Deberíamos dar un paso atrás y replantearnos los métodos y herramientas de salud mental que estamos utilizando, quizá deberíamos hacerlos más contextualizados, realistas y, por tanto, eficaces".
Rima El Basst, Asistente de Salud Comunitaria de IFRC MENA
"Sinceramente, no estoy bien. Físicamente estoy bien, pero en general no estoy bien. A veces me siento entumecida, a veces lloro de la nada, a veces simplemente me siento irreal. Es una mezcla de emociones que no puedo expresar con palabras. Puedes utilizar todas las herramientas y hacer toda la terapia, pero es imposible desconectar y es extremadamente difícil cuidar de la propia salud mental.
«Hay sentimientos constantes de culpa y ansiedad. Incluso me da miedo dormir y ya no puedo oír un sonido fuerte sin pensar que es un ataque aéreo. He intentado cuidarme haciendo pequeñas cosas, como encontrar apoyo en otras personas hablando con ellas, pero no es suficiente".
Yasmin Hakim, Oficial Superior de Migración de IFRC MENA
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"Como oficial de comunicación en emergencias, estoy constantemente conectada a crisis que nunca terminan. El reto no es solo la intensidad de nuestro trabajo, sino cómo la incapacidad de desconectar afecta profundamente a nuestra salud mental.
Nuestra presencia digital refleja la urgencia y el caos del mundo real, y cada notificación, publicación y mensaje nos acerca más al corazón de los desastres. La presión de estar en contacto permanente desdibuja la línea que separa el tiempo personal del deber profesional, dejando poco margen para la recuperación. Aunque nos dedicamos a nuestro trabajo, el costo en nuestra salud mental a menudo no se ve pero se siente profundamente, un costo que es difícil de ignorar frente a las constantes crisis".
Joanna Daou, Responsable de Comunicaciones de la IFRC para Oriente Medio y África del Norte