En la zona de Jnah de Beirut, un antiguo hospital que cerró sus puertas hace más de una década se ha transformado en un refugio para familias que se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a la escalada del conflicto en el Líbano.
Donde antes había atención médica y recuperación, el edificio alberga ahora a personas que lo han perdido todo, llenando sus pasillos de historias de lucha y supervivencia.
Entre quienes viven en el refugio está Ahmed, un chico de catorce años cuya vida ha dado un vuelco a causa del conflicto. Después de verse obligada a mudarse tres veces, la familia de Ahmed llegó finalmente a este refugio, tras haber escapado de su casa de los suburbios de Beirut una noche en que las bombas rompieron la tranquilidad del barrio.
“Aquella noche salimos corriendo”, recuerda. Primero se refugiaron en una playa hasta que amaneció, luego se trasladaron a Trípoli, 70 km al norte de Beirut, y finalmente volvieron a Beirut.
Ahora, continúa su educación a distancia con lecciones enviadas por correo electrónico, aunque no es lo mismo que estar en la escuela con los amigos.
“Echo de menos a mis amigos”, dice en voz baja. A pesar de las dificultades, expresó su gratitud por el apoyo que su familia ha recibido de la Cruz Roja Libanesa, que le ha proporcionado alimentos, colchones y servicios médicos.
Foto: Cruz Roja Libanesa
Otra residente, Zahraa, estudiaba gestión educativa y planeaba dedicarse a la enseñanza. Huyó de su casa de madrugada, cuando los bombardeos hicieron insegura su estancia. Aunque su carrera está en suspenso, agradece el refugio y las pequeñas comodidades que ofrece, como baños privados en cada habitación.
“Tenemos suerte de haber encontrado este refugio. Antes era un hospital, así que todas las habitaciones tienen cuarto de baño, lo que facilita un poco las cosas”, afirma Zahraa, que reconoce las dificultades pero mantiene la esperanza de un futuro más estable.
Kamal, otro residente, ha sufrido una pérdida especialmente dura: no sólo ha perdido su hogar y su medio de vida, sino también a cuatro miembros de su familia a causa del conflicto. Tras abandonar Nabatieh, en el sur del Líbano, su familia se refugió inicialmente en Ouzai, otro suburbio de Beirut, pero pronto tuvo que marcharse también de allí. Ahora, en el refugio, lucha por reconstruir su vida desde los cimientos.
Haber tenido que huir de sus hogares varias veces fue una experiencia común entre las personas que viven en este refugio. Y aunque muchas comparten un profundo deseo de volver a casa, esa esperanza se siente lejana. Las zonas que dejaron atrás siguen siendo peligrosas, y algunas personas ya ni siquiera tienen casas a las que volver. Aun así, las familias desplazadas expresan su agradecimiento por los servicios prestados por la Cruz Roja Libanesa.
Foto: Cruz Roja Libanesa
Reem, voluntaria de la Cruz Roja Libanesa del sur del Líbano, lleva años ayudando a su comunidad. Fue una de las personas que construyeron el centro de la Cruz Roja Libanesa en la ciudad de Nabatieh. Obligada a abandonar su propio hogar, ahora se encuentra en el papel tanto de voluntaria como de residente desplazada.
“Es increíblemente duro irse, pero no tenemos elección”, dice mientras se le llenan los ojos de lágrimas.
A pesar de las difíciles circunstancias, Reem está decidida a seguir vistiendo el chaleco rojo y a seguir apoyando a las personas necesitadas.
El apoyo que prestan Reem y otras personas voluntarias está respaldado por un llamamiento de emergencia mundial, lanzado por la IFRC en noviembre, cuyo objetivo es atender las necesidades urgentes de 600.000 personas.
Con el reciente aumento de los ataques aéreos y los atentados, el conflicto ha causado más de 3.500 muertes y 15.000 personas heridas hasta el 28 de octubre de 2024. A través del llamamiento de emergencia, la IFRC apoyará a la Cruz Roja Libanesa proporcionando asistencia sanitaria, alimentos y refugio, así como apoyo en materia de agua, saneamiento e higiene. Este llamamiento también ayudará a ampliar la capacidad de búsqueda y rescate de la Cruz Roja Libanesa.