"No perdí sólo mi casa, perdí mi comunidad"

 IFRC president Kate Forbes stands with American Red Cross volunteers as they survey the damage caused by recent wildfires in Los Angeles, California.

La presidenta de la IFRC, Kate Forbes, junto a personas voluntarias de la Cruz Roja Americana mientras examinan los daños causados por los recientes incendios forestales en Los Ángeles, California.

Foto: Liana Ghukasyan/IFRC

La Presidenta de la IFRC, Kate Forbes, reflexiona sobre su visita a las comunidades de Los Ángeles, California, devastadas por los recientes incendios forestales.

No perdí sólo mi casa, perdí mi comunidad” 

Esas fueron las palabras de Dale, un músico de jazz cuya vida -su casa, sus recuerdos, sus instrumentos musicales, manuscritos de jazz y una valiosísima colección de arte- quedó reducida a cenizas en los incendios forestales que arrasaron Los Ángeles a principios de enero.  

Él y su esposa se cuentan entre las miles de personas que lo perdieron todo y que encontraron seguridad en el refugio del Centro de Convenciones de Pasadena, donde la Cruz Roja Americana, junto con los socios de la ciudad, están proporcionando apoyo y consuelo.  

Conduciendo por la zona quemada de Altadena, la devastación era abrumadora. El fuego había sido selectivo: algunas casas habían quedado reducidas a escombros y cenizas, mientras que otras parecían intactas.  

Pero ni siquiera las casas que quedaron en pie se salvaron. El impacto tóxico del humo, los daños causados por el calor y la exposición a sustancias químicas hicieron que muchas de ellas no fueran seguras para ser habitadas. La aleatoriedad de la destrucción era difícil de entender, dictada por los cambiantes vientos de Santa Ana y la implacable sequedad del clima.  

Me recordó a las secuelas del huracán Katrina en 2005. Diferentes desastres, pero la misma realidad desgarradora: familias desplazadas, vidas destrozadas y una inmensa necesidad de ayuda. 

La presidenta de la IFRC, Kate Forbes, habla con un hombre que perdió su casa durante los recientes incendios forestales que arrasaron gran parte de Los Ángeles, California.

La presidenta de la IFRC, Kate Forbes, habla con un hombre que perdió su casa durante los recientes incendios forestales que arrasaron gran parte de Los Ángeles, California.

Foto: Frederic Klein/Cruz Roja Americana

Abundancia de solidaridad 

Sin embargo, en medio de la destrucción, también hubo algo más: un despliegue de solidaridad y la presencia inquebrantable del personal y el voluntariado de la Cruz Roja Americana. Alrededor de 14.000 personas de todo el país se ofrecieron como voluntarias y se unieron a la Cruz Roja Americana de la región de Los Ángeles para prestar socorro inmediato.  

En el lugar de distribución de servicios de la Cruz Roja, vi de primera mano cómo la ayuda humanitaria se convierte en el salvavidas de las comunidades en crisis. Los equipos voluntarios distribuyeron alimentos, agua, guantes, baldes y proporcionaron información sobre cupones de asistencia en efectivo, todos elementos esenciales que no sólo aportan ayuda material, sino también una sensación de estabilidad en un momento que, de otro modo, sería caótico.

Una frase resonaba continuamente en el lugar de la entrega de servicios: «Gracias, Cruz Roja, por su amabilidad».  

En tiempos de angustia, la amabilidad es el bien más preciado. Es lo que define a la Cruz Roja y a la Media Luna Roja. Puede que la gente no siempre piense en la Cruz Roja en tiempos de estabilidad, pero cuando ocurre un desastre, cuando su mundo queda reducido a brasas o es arrasado por las aguas, es a la Cruz Roja a quien recurren.

Kate Forbes con miembros de la filial de Altadena, California, de la Cruz Roja Americana. Altadena fue uno de los municipios más afectados por los recientes incendios forestales.

Kate Forbes con miembros de la filial de Altadena, California, de la Cruz Roja Americana. Altadena fue uno de los municipios más afectados por los recientes incendios forestales.

Foto: Frederic Klein/Cruz Roja Americana

De cara al futuro, debemos preguntarnos: ¿Estamos haciendo lo suficiente para prepararnos y responder a la creciente amenaza de incendios forestales, especialmente en las zonas urbanas?  

El cambio climático ha hecho que los incendios forestales sean más frecuentes, más intensos y más devastadores. La respuesta que vimos en Los Ángeles fue un testimonio del poder de la acción humanitaria, pero también resaltó áreas en las que debemos reforzar nuestro enfoque:

  1. Invertir en la preparación de las comunidades: necesitamos comunidades más resilientes a los incendios. Esto significa ampliar los programas de educación contra incendios, crear un plan familiar de desastres, promover espacios defensivos alrededor de las casas y garantizar que las poblaciones vulnerables -especialmente la población adulta mayor, las familias con bajos ingresos y las personas con discapacidad- tengan planes de evacuación.
  2. Aumentar la capacidad de respuesta ante desastres: Aunque la Cruz Roja y otras organizaciones movilizaron a miles de personas voluntarias, la escala y la velocidad de estos incendios forestales exigen una capacidad de respuesta aún mayor. El desastre requiere más personal capacitado, una mejor coordinación con los gobiernos locales y suministros y kits de emergencia almacenados previamente en las zonas de alto riesgo.
  3. Mejorar los sistemas de alerta temprana: La diferencia entre la vida y la muerte en un incendio forestal puede reducirse a minutos. Es fundamental reforzar los sistemas de alerta, mejorar las rutas de evacuación y garantizar que las alertas lleguen a todas las comunidades, especialmente a las que no hablan inglés y a los grupos marginados.
  4. Apoyar la recuperación a largo plazo: La respuesta a los desastres no termina cuando se extinguen las llamas. Muchos supervivientes de incendios forestales se enfrentan a meses, incluso años, de reconstrucción. La salud mental, la ayuda a la vivienda y el apoyo financiero deben mantenerse mucho después de que la crisis inmediata desaparezca de los titulares.
  5. Hacer frente a la crisis climática: Los incendios forestales ya no son desastres estacionales; se están convirtiendo en amenazas durante todo el año. Abordar las causas profundas significa abogar por políticas que mitiguen el cambio climático, invertir en estrategias de gestión forestal y garantizar que las organizaciones humanitarias estén equipadas para responder a los desastres provocados por el clima.

Para Dale y las miles de personas que, como él, se han visto afectadas por esta crisis, el camino que queda por recorrer es incierto. Reconstruir una casa es una cosa, reconstruir una comunidad es otra. Pero en presencia del voluntariado y el personal de la Cruz Roja, de los vecinos y de quienes acuden con el corazón abierto, ya se están poniendo los cimientos de esa comunidad.

La Cruz Roja estará presente antes, durante y después de cada crisis, como siempre. Pero para proteger verdaderamente a las comunidades, también debemos reforzar los sistemas que impiden que los desastres se conviertan en catástrofes. La bondad siempre estará en el centro de nuestra respuesta, pero la preparación y la acción deben guiar el camino a seguir. 

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